Las películas y series del universo Marvel hace un tiempo que vienen dando muestras de un anquilosamiento progresivo de la fórmula, con un despliegue de medios visuales impresionante (en el mejor de los casos) pero que dejan al final una sensación agridulce de proyecto rematado a medias, con guiones al servicio de los efectos especiales o de los personajes carismáticos, pero de poco fondo argumental. En este sentido, “Ms. Marvel”, aunque aparentemente frívola, es una serie que va más allá de la fórmula original, y se toma su tiempo para construir personajes y ponerlos en situación límite. Y, sobre todo, parece importarle poco si te impresiona al primer vistazo, aspira al largo recorrido, o eso parece.
“Ms. Marvel” toma la forma de serie juvenil de aspecto desenfado, con una estética y discurso muy pegados a la juventud actual y a su creativo lenguaje visual, lo que puede dar la impresión a algunos de quienes no se encuadran en esa franja de edad que estamos ante un proyecto limitado en cuanto a sus aspiraciones argumentales, muy superficial y que obvia los “grandes temas” de la existencia, o los disfraza.
En “Ms. Marvel” el universo Marvel baja de los grandes consejos de los superhéroes indiscutibles que salvan galaxias enteras, hasta el humilde hogar de una adolescente hija de migrantes con problemas de adaptación
Pero nada más lejos. Bajo el colorido envoltorio y la adolescencia desbocada, de los problemas que a un adulto le parecerían quizá “poca cosa”, laten temas de calado y cierta profundidad argumental, de cómo están planificadas nuestras sociedades, y en las enormes diferencias entre nuestras aspiraciones y lo que el sistema nos permite lograr como máximo, sobre todo si pertenecemos a una minoría étnica, ideológica o que comparta ciertos problemas comunes.
Kamala Khan (Iman Vellani) es una joven friki ─en el sentido canónico─ que aspira a encajar en la sociedad en la que vive ─¿acaso no lo pretendemos todos a esa edad?─, adora a los superhéroes, el cosplay y se muere de ganas de asistir a una gran convención. De ascendencia pakistaní y musulmana, vive entre dos aguas culturalmente hablando, circunstancia que le ocasiona no pocos encontronazos con sus conservadores padres y su condescendiente hermano mayor, y por supuesto fuera de su entorno familiar, en una sociedad poco amiga de la identidad musulmana, sobre todo a raíz del 11/S.
Kamala busca ser ella misma en un mundo hostil
Sin embargo, Kamala solo desea que sus padres sobreprotectores dejen de tratarla como a una niña, que no la miren por la calle como a un monstruo terrorista, y por supuesto, ser una superheroína. Y la única arma de la que dispone es su incorregible entusiasmo, que nadie ni nada parecen conseguir alterar. “Ms. Marvel” es la historia del paso por la adolescencia de una persona en permanente conflicto con las dos partes fundamentales de su ascendencia cultural, que tan sólo busca que la dejen en paz el suficiente tiempo como para poder perseguir sus sueños sin que la derriben antes de intentarlo.
Aunque tampoco hay que llevarse a engaño, no estamos ante una serie en la que lo reflexivo prime sobre el entretenimiento, sino ante un producto marvelita con distintas lecturas que resulta divertido, a ratos profundo, y con lo poco que hemos podido ver, indica que también veremos escenas llenas de acción y espectacularidad propias de la franquicia. Podemos equivocarnos, porque apenas llevamos dos episodios emitidos, pero “Ms. Marvel” apunta a convertirse en un entretenimiento completo y bien balanceado, en un entretenimiento que busca divertir pero al mismo tiempo dibujar otras realidades no canónicas, y recordar a los adultos que la adolescencia es un período terrible de maduración y desconcierto en el que la ligereza se da la mano con la profundidad, en el que nuestras mentes se dirigen cada día a los extremos y apenas nos permite pensar con claridad. Esta serie se despliega como un adolescente promedio, en sus propios términos y con una exuberancia que roza a veces lo esperpéntico, y quizá es lo que esta historia pide a gritos.
Diferencias con los cómics
Podemos discutir ampliamente sobre las diferencias entre la serie y los cómics que adapta, sobre el origen de los personajes de Kamala y cómo eso ha de conciliarse con el Universo Cinematográfico Marvel, o sobre si la estética impacta de forma demasiado ruda entre la audiencia no adolescente, pero lo que no se puede negar es que, tanto el ritmo como el despliegue de la historia es coherente con su personaje principal y el lugar que ocupa en el MCU. Recordemos que no todas las series están orientadas al mismo grupo demográfico o buscan que todos estemos cómodos ante la pantalla.
En esta ocasión, el universo Marvel baja de los grandes consejos de los superhéroes indiscutibles que salvan galaxias enteras, hasta el humilde hogar de una adolescente hija de migrantes con problemas de adaptación, una fangirl de Los Vengadores alegre y desenfadada que huye de unos melindrosos padres para vivir su propia y confusa existencia. Y que de repente, se encuentra con que tiene superpoderes. Y oye, el cambio de momento sienta estupendamente.
Lo esencial es que la serie sea coherente consigo misma
De momento, podemos ver dos episodios en los que los personajes se dibujan de forma más completa que en muchos otros proyectos del MCU ─supuestamente más adultos─, y quedan aún otros cuatro, en los que previsiblemente asistiremos al encuadre de Kamala con el universo de los superhéroes y sus conflictos a gran escala. Desde Fantasymundo nos preguntamos cuánto de la esencia de los cómics se conservará, y qué más se verá sacrificado en el altar del MCU, pero en realidad no importa demasiado, mientras “Ms. Marvel” sea coherente consigo misma y mantenga esta fuerza narrativa, más cercana, eso sí, a la juventud que a los fans más talluditos.
Sinceramente tras algunas críticas a este proyecto, y como talludito que soy, me pregunto qué dificultades tienen otros como yo para empatizar con unos personajes tan humanos, cercanos y con problemas tan comunes. “Ms. Marvel” es un soplo de aire fresco en un universo cinematográfico que empezaba a dar muestras de estar anquilosado, con una fórmula no agotada, pero que sí empezaba a dar muestras de debilidad. Espero que tengamos Kamala para rato.