Un equipo de científicos ha identificado una enzima, un “regulador maestro” de la función renal que, si se suprime en exceso, puede desencadenar un fallo renal. Sus hallazgos tienen implicaciones en el uso de medicamentos existentes y en desarrollo de otros nuevos.
Tal y como se publica en Nature Communications, un equipo global de investigación liderado por University of Bristol ha estudiado cómo la actividad de la enzima GSK3 (Glucógeno sintasa quinasa 3) afecta a la función de los podocitos (células muy especializadas que se encuentran en los glomérulos de las nefronas del riñón), cruciales para permitir al riñón filtrar la sangre.
En el podocito, la enzima GSK3 impide que el cuerpo pierda proteínas en la orina y previene el desarrollo del fallo renal. Sin embargo, cuando las dos formas en las que existe esta enzima se suprimen de forma excesiva, GSK3 no está presente en suficiente cantidad y es altamente perjudicial, tanto en el desarrollo del riñón como en el riñón maduro, lo que aumenta la posibilidad de fallo.
Uno de los medicamentos del mercado conocidos por suprimir la enzima GSK3 es el litio, utilizado frecuentemente en psiquiatría, como por ejemplo para tratar el transtorno bipolar. Algunos pacientes que toman esta medicina durante largos períodos o en dosis altas, han mostrado eliminar por la orina grandes cantidades de proteína y desarrollar fallo renal. En algunos casos, ha sido necesario someterlos a diálisis de forma permanente o a transplante de riñón.
La industria farmacéutica también desarrolló en el pasado inhibidores de GSK3 para tratar la diabetes, el cáncer y el mal de Alzheimer. Esto ha llevado a los autores de este estudio a urgir a los laboratorios a asegurarse de que, al desarrollar estos medicamentos, no supriman en exceso ambas formas de GSK3.
«Creemos que los pacientes tratados con litio deberían hacerse una simple prueba de orina para medir la cantidad de albúmina que están excretando; demasiada albúmina es una señal clara de enfermedad renal”, asegura el autor principal del estudio Richard Coward, profesor de Medicina renal y consultor nefrólogo pediátrico en Bristol Medical School, en Bristol Royal Hospital for Children y University of Bristol.
«Si estos pacientes han aumentado los niveles de proteína en su orina, deberían considerar reducir su dosis de litio o cambiar de medicación. Creemos que esto puede prevenir que desarrollen fallo renal. Nuestra investigación posterior sugiere que sería recomendable tratar y desarrollar medicamentos que inhiban de forma selectiva sólo una de las dos formas de GSK3.»
Los autores del estudio analizaron ratones y moscas que con GSK3 eliminada selectivamente en sus células podocitarias. Esto se realizó durante el crecimiento de los animales y también cuando estaban completamente maduros. En ambas especies resultó altamente perjudicial. También observaron la razón por la cual el podocito se volvió insalubre al estudiar los podocitos en un cultivo.
El equipo internacional de investigadores, que incluye expertos del Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda, planea ahora centrarse en una comprensión más detallada de las vías de señalización que controlan a GSK3 en el podocito. Al determinar qué controlan las diferentes isoformas (alfa y beta) de la enzima, se podrían revelar las vías que son «buenas» y «malas» para el podocito, y que podrían ser abordadas en el futuro para tratar varias enfermedades renales diferentes.
Fuente: Nature Communications.