Nada hay en ‘Oats Studios’ (Netflix) que no se haya visto antes. Lo más original es, quizás, el proyecto audiovisual en sí. Promovido por el director sudafricano Neil Blomkamp (‘District 9’, ‘Elysium’), quién dirige todas las piezas aquí reunidas y coescribe todos sus guiones, tenía la intención de ser un experimento audiovisual alrededor de su visión del futuro de la humanidad. Pero, al final, se quedó en experimental solo en cuanto al acceso al material, distribuido a través de la web y Youtube y la plataforma de videojuegos Steam. Nada más.
En cuanto a su técnica de rodaje o a su contenido, todos los cortos son bastante convencionales. Hasta el punto de tener, en algunos casos, una realización claramente descuidada, de forma que permite percibir con claridad las costuras técnicas de algunas (no pocas) de las piezas. En otros casos, el universo conceptual que Blomkamp desarrolló en sus anteriores obras parece dar tímidos pasos hacia adelante en cuanto a las figuras extrañas o grotescas que es capaz de crear; siendo la más destacada de todas el monstruo de la pieza ‘Cigoto’. Si bien tampoco su ánimo de transgresión o novedad es para tirar cohetes.
‘Oats Studios’ es una buena idea pésimamente conducida a puerto
Lo mismo puede decirse de sus temáticas. De hecho, la mayoría de las piezas se sitúan en un futuro apocalíptico claramente pesimista, repleto de monstruos y de figuras irreales presentes con la intención simbolizar, metafóricamente, a lo oscuro del porvenir colectivo; recurriendo para ello a siempre evidentes símbolos de “poder”. Y como sumun de este poder, con la excepción religiosa de ‘God’ (el poder divino), reina en esta serie el rol de la tecnología (poder laico) en casi todos sus relatos.
El argumento principal lo hemos visto mil veces: la tecnología es la vía para el dominio y el sometimiento, quizás incluso la extinción, tanto de nuestra humanidad moral como de la humanidad en cuanto especie.
Dos únicas luces en todo el estropicio
Para romper el tono general lúgubre de la mayor parte de vídeos, a modo de excepciones, tenemos el humor surralista de ‘God’, el desagradable aire retro de ‘Cocinando con Bill’, la estúpida crítica política de ‘Mal presidente’, y el intento de ironía pésimamente llevado que son los dos relatos que forman ‘Kapture’ (su guion es terrible). El problema de estas cuatro piezas es que, buscando romper el tono, lo que hacen es partir el conjunto en dos. Por un lado, estos cuatro parches mal encajados. Por el otro, todos los demás vídeos, cuyo conjunto forma una unidad coherente bastante clara.
‘Oats Studios’ (Netflix) es una buena idea pésimamente conducida a puerto, mal ejecutada en cuanto a sus hechuras, con guiones innecesariamente estúpidos, alguna actuación criminal, un mensaje repetitivo hasta la saciedad y un humor tan desagradable como ineficaz. Tal es así que hace pocas horas que la he visto y lo único que conservo en la retina son la solvente actuación de Sigourney Weaver en ‘Rakka’ y, especialmente, de Dakota Fanning en ‘Cigoto’, la única luz en todo este estropicio. De hecho, no contento con ello, el mismo Blomkamp replicaría, aumentado, el esquema de alguno de estos relatos en su siguiente e infumable bodrio ‘Demonic’ (2021). Dos obras que, si por separado son motivo de atentado, juntas podrían serlo de suicidio. Ojito con acercarse a ellas.