En 2007 la compañía Vanillaware nos sorprendía con un original juego de rol de acción japonés que se jugaba y sentía como si de un manga animado se tratase. Como consecuencia de salir a la venta en los últimos años de vida de la consola y ya con la siguiente generación arrancada, el juego pasó bastante olvidado para la mayoría del gran público y solo conocido por un pequeño sector de jugadores que supo apreciar la calidad que encerraba.
Años más tarde, con ayuda de la editora Atlus, la empresa desarrolladora Vanillaware consiguió hacerse un nombre en la industria con un par de juegos famosos, primero en Wii con Muramasa: The Demon Blade y posteriormente en el binomio PS3/PSVita con Dragon’s Crown; ambos compartían un diseño artístico cercano y muy cuidado, al igual que el Odin Sphere original. Por ello, y aprovechando la fama adquirida, nos presentan una cuidada remasterización que mejora el apartado técnico elevándolo a los estándares actuales y limando las asperezas que lastraban o complicaban en exceso algunas decisiones jugables.
Para los que no conozcan el original, Odin Sphere Leifthrasir se puede describir como una combinación de elementos de RPG y acción bajo una cuidada estética bidimensional de tipo fantasía medieval, cuyo desarrollo avanza entre escenas de combate, exploración y diálogos. La gestión de los recursos es importante de cara a afrontar los desafíos de dificultad creciente, pudiendo ayudarnos de las habilidades que iremos desbloqueando con cada personaje, así como con la alquimia, para lo cual será necesario encontrar, recolectar, plantar e incluso preparar los ingredientes. El avance se realiza con desplazamiento lateral desde una zona del escenario a su contraria y las pantallas son de tipo lineal en aquellas con factor exploración y de tipo circular las arenas de combate, de forma que en ella siempre acabas volviendo al inicio, como si de un bucle se tratara, al llegar al final del recorrido. Todo ello se gestiona con un intuitivo mapa que nos indicará las recompensas que nos esperan, así como las puertas cerradas. Dichas recompensas, además de las prefijadas, se pueden potenciar consiguiendo una nota alta en la clasificación que nos dan cada vez que superamos una fase de combate.
El argumento es narrado mediante libros que una niña ojea en el menú principal, representado por una buhardilla. De forma que cada personaje corresponde con un volumen haciendo un total de cinco. Posteriormente se añaden dos más, uno para narrar lo que sería el Armaggedon que las profecías durante todo el juego nos están describiendo y un último que, en forma de epílogo, narra las consecuencias de lo ocurrido en el anterior con diversos finales dependiendo las decisiones que hayamos tomado, desvelar más sin entrar en destripes argumentales es imposible.
Para no perderse en el extenso argumento tenemos una línea temporal a la que en todo momento podremos acceder desde el menú de pausa. De forma que tengamos claro dónde nos encontramos y por qué, ya que debido a los giros argumentales las motivaciones de nuestros personajes irán variando según avanza la historia, la cual aunque plagada de clichés, resulta lo suficientemente interesante para motivarnos llegar hasta su final. Uno de los pocos puntos negativos es la repetición de escenarios entre los personajes, aunque ni en el mismo orden ni contra los mismos jefes. Esto es debido a que las relaciones se van entrelazando en tiempo y espacios como si de una red se tratase.
El apartado artístico es de nota sobresaliente. Detalles en cada textura, escenario y personaje, que gracias a la brillante remasterización en HD hacen por fin justicia al trabajo de los grafistas. Visualizar este juego es como apreciar un cuadro en movimiento. Recorreremos todos los tradicionales escenarios temáticos de los juegos de rol: volcanes, montañas heladas, cuevas, palacios, bosques, inframundo…
Con un diseño indudablemente japonés, pero con influencias de las mitologías occidentales, principalmente nórdicas y celtas. Desprenden personalidad cada uno de los personajes, ya sean héroes o villanos, lo cual se ve potenciado con la fluidez en cada uno de los movimientos representados mediante unas de las animaciones bidimensionales más avanzadas que recordamos. Lo mismo podemos indicar de los objetos, desde los platos que nos sirven los Pukas, pasando por los efectos de cada uno de los hechizos de alquimia, nada desentona y todo se encuentra homogeneizado al mismo brillante nivel. Los fondos de escenario por otro lado cuentan con ligeras animaciones que aportan aun más vida a la ya de por sí magnifica ambientación de cuento que baña cada matiz de esta obra.
Es de agradecer que la parte técnica haga que todo este trabajo de diseño además se muestre con gran fluidez y al contrario que la obra original, sin bajadas de velocidad ni saltos en la animación sea cual sea la plataforma de Sony en la que estemos jugando. A pesar del gran tamaño de los sprites de los personajes y de la cantidad de enemigos que llegan a acumularse en los mayores combates, en todo momento la sensación es de estar frente a una película anime.
El oído por otro lado es regado de melodías acordes con la calidad del anterior apartado. Centrando los esfuerzos en conseguir la sensación de encontrarnos ante una fábula de forma que se adaptan a cada situación con gran ritmo. Aceleradas para los momentos intensos, rítmicas para la exploración y melódicas para las escenas de diálogos. Bastante pegadizas, no nos sorprenderá continuar tarareando alguna melodía tras haber apagado la consola. Las voces podrán elegirse en inglés o japonés y por suerte subtitulado en castellano para no perdernos un ápice del argumento.
En resumen, Odin Sphere Leifthrasir es la remasterización de un juego notable que, gracias a las mejoras tanto en el apartado técnico como jugable, es impulsado hacia la brillantez. Habiendo potenciando lo más divertido de la obra original y suavizando aquellas decisiones demasiado tediosas, ha conseguido subir a este título al podio de los RPG japoneses de acción. No es un videojuego para todos los públicos, primero por su estética y segundo porque su desarrollo, en ocasiones pausado, con una narrativa extensa que se toma su tiempo. Esto lo aleja de las tendencias actuales del mercado, pero es indiscutible que todo aquel jugador que pase de largo se estará perdiendo un diamante único en su género y en su tiempo.