Orfancia, de Athos Zontini: ágil, pero nada del otro mundoAthos Zontini está de enhorabuena en el mundo de las letras. A sus 44 años ha alcanzado el éxito con su primera novela, “Orfancia” (Destino), aunque ya es conocido por ser guionista radiofónico y televisivo. Además, escribe en revistas como Achab y Watt y ha traducido junto a Francesco Fornil “Jimmy Hendricks, the Lyrics”.

"Orfancia" cuenta la historia en primera persona de un niño pequeño, escuálido y con el pelo largo que es la burla de quienes le rodean y una pesadilla para su familia. Su delito principal es no comer nada de lo que le pongan a mano, ni los más exquisitos manjares llaman su atención a pesar de los esfuerzos de padres, educadores y médicos para que el niño crezca. Agobiado por la gente, a veces prueba bocado, pero en cuanto tiene un minuto a solas, se retira a vomitar en los lugares más sórdidos.

Lo que le pasa al protagonista es que tiene miedo. Un miedo atroz lo corroe por dentro y le hace pensar que sus padres están intentando engordarlo para comérselo posteriormente, en un ritual caníbal que no sólo se circunscribe a su familia sino que es común a todas las unidades familiares del mundo.

Por supuesto, el niño no tiene amigos, ya que con los que logra trabar algo de amistad la pierde al revelar los oscuros planes de todos los padres del mundo e intentar prevenirlos. Y lo peor es que todo parece indicar que el protagonista tiene razón, lo que no lo exime de cometer los más horribles actos contra animales, su propio padre y otras personas de su entorno más cercano.

Sin embargo, gracias a la presencia de Lucio/Lucifer en su ciudad vacacional de verano, el protagonista prueba la comida y el niño famélico de su interior parece resucitar y obligarle a comer, aunque no quiera, provocando la mejora en su salud y en su calidad de vida, especialmente al contentar a sus allegados, que no dudan en cebarlo.

"Orfancia" ha sido un poco decepcionante. La premisa parecía sólida, original y fresca y, sin embargo, para mí es un libro fallido. Se lee ágilmente, a mí me duró una tarde, puesto que los capítulos son cortos y al estar escrito desde el punto de vista del niño no es una lectura difícil. Y aunque crea una atmósfera desconcertante, la previsión del final se realiza desde la página uno, nada de lo que sucede después es sorpresivo, además, cuando el niño empieza a comer por su propia voluntad.

Los personajes son originales y la forma de narrarlo, al ser ligera, permite al lector hacerse fácilmente con la obra. La atmósfera es extraña, en buena medida por la elección del punto de vista del niño, con quien Zontini atina a la perfección al meterse en una mente desordenada y caótica, que ayuda a la narración. Además, la continua referencia a la comida está bien traída y ejerce una poderosa sensación de rechazo en el lector, que acaba pensando en ponerse a dieta y no volver a probar más nada de lo que en el libro se nombra.

Mención aparte merece el bullying y el maltrato al diferente, que creo que aunque parezca un tema central del libro, no queda bastante claro, puesto que la pesadilla del protagonista no va por ese lado en todos sus sentidos, a él le da igual, no quiere que sus padres le coman y, aunque al final va cambiando y convirtiéndose en todo lo que había sufrido, no deja de ser un retrato fidedigno de una realidad presente en todos los niños.

Orfancia, de Athos Zontini: ágil, pero nada del otro mundo

Sin embargo, algo falla. Podríamos pensar que dado que el libro es de lectura fácil y ligera, todo serían parabienes, pero la historia en sí, contada a trompicones, ejerce el efecto contrario en el lector. El niño es cruel, como lo son sus padres y quienes le rodean, pero eso no garantiza que se desarrolle interés por ellos, sino más por las acciones que éste realiza en una suerte de Chicho Terremoto fuera de sí, en un crescendo bastante increíble que llega a hastiar al lector.

El final, como he dicho, se ve venir y creo firmemente que el autor lo consideraba su punto álgido. Pero es que no hay ningún tipo de sorpresa, por más que algunos lectores hayan creído ver finales alternativos, es lo que hay y desde el principio del libro ya se sabe que lo que no puede ser será.

En fin, un buen libro para llevarse a la playa este verano, pero sin más pretensiones y sin más intríngulis que una historia ágil y con visos de originalidad.

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Natalia Calvo Torel
Escribo, transcribo y traduzco cuando no estoy aspirando pelos de mis gatos, aunque de verdad soy arqueóloga medievalista. Trabajo en la organización de la Semana Negra de Gijón y os cuento mis historias en Fantasymundo desde 2005. A veces logro que la pila de libros pendientes baje un poco, aunque necesitaré una casa nueva en breve. ¡Aúpa ahí!

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