“Violent Cases” recibió tantos halagos de público y crítica que llamó la atención de la editora de DC, Karen Berger, que no dudo en “fichar” a la dupla de autores como parte de su ya más que evidente “bergerverso”, una oscura línea dentro del Universo DC centrada principalmente en la temática sobrenatural y de terror. Las bases de Berger siempre eran las mismas se entregaba libertad total a los autores para coger un personaje poco conocido o de pocas ventas en la editorial y hacer con él lo que quisieran, poco antes de transformar a un detective con una pistola y máscara de gas en la epopeya de los Eternos conocida como “Sandman”, Gaiman junto a Mckean tomó el personaje de Orquídea Negra.
Este personaje fue creado en las páginas de “Adventure Comics” n.º 428 por Sheldon Mayer y Tony DeZuniga, Era una maestra del disfraz, superfuerte y capaz de volar, con una capa y forma que recordaban a la flor de la que tomaba el nombre, un personaje tan poco conocido que apenas apareció en cuatro números de la revista y luego fue secundaria en otras colecciones como “Phantom Strange” y cuya mayor relevancia fue el hecho de que Wolfman y Perez contaran con ella para la mítica “Crisis en Tierras Infinitas”. Tan poco se desarrolló el personaje que no tenía ni nombre.
Pues bien Gaiman decide entrar con fuerza, le da un trasfondo, un nombre, Susan, toda una vida y entidad que le arrebata en las primeras seis páginas del primer número de esta miniserie de tres prestigios, que ECC nos recopila en un precioso cartoné cargado de extras, después de que la pobre Susan Linden y sus hermanas llevaran en el olvido editorial en nuestro país casi una década. Gaiman quiso ser efectista y por ello nada mejor que volarle la cabeza y prender en llamas al personaje de la obra nada más comenzar, y es que había que arriesgar mucho y más para intentar vender un cómic sobre un personaje que nadie había pedido y además mujer, por un equipo artístico de británicos a los que casi nadie conocía en los convulsos años 80. Gaiman es precursor del que luego será el discurso de Ozzymandias en “Watchmen”, un villano que se ríe de los clichés del genero y donde un villano no explica su plan para dar tiempo al héroe de turno a salvarse y salvar el mundo, simplemente le mete un tiro y prende fuego.
Pero del fuego pueden revivir las historias, y como el ave fénix, ahora limpio ya de la historia del pasado del personaje Gaiman teje su historia. En su historia Susan Linden es una más de las híbrido mujer-planta que crea un antiguo amigo de Susan, unar purpureas mujeres-planta que ante el agónico último canto de su hermana despiertan. Gaiman aprovecha para cambiar la narración a dos tiempos y con muchos narradores que en principio no parecen tener nada que ver, pero que luego están profundamente enraizados.
Una historia no está completa sin oír a todas las partes y a Susan había alguien que también la conocía muy bien, Carl Thorne, un antiguo matón y traficante de armas, con conexiones con el mismísimo Lex Luthor, primera de las conexiones con el Universo DC y al que Gaiman escribe como el perfeccionista e imperturbable depredador que es. Las escenas de él con Thorne son como si tuviera que tratar con una cucaracha. Thorne es un vehículo narrativo muy potente para Gaiman, aparte de brindarnos una brutal escena de paliza con el podre Sylvian, y mostrar lo dura que es la cárcel y las calles, es la banda sonora de todo el cómic pues casi siempre que aparece va con él una canción, Gaiman demuestra tener un excelente tino y gusto musical en esta obra y por ello nos deleitara con fragmentos enteros de “Strangers in the Night” y “American Beauty Rose” de Frank Sinatra o de “Going Down” de Lou Reed. Sus apariciones siempre son explosiones de ira, desesperación y resentimiento, sólo puede pagar con venganza que salven su miserable vida, es un ser violento y en este cómic la violencia se muestra cruda y visceral no como en los cómics de la gente de mallas.
Los otras narradoras de excepción serán las protagonistas de la serie en sí, las dos últimas hermanas de Susan que logran sobrevivirla a ella, a Sylvian y a la ira de Thorne. Una adopta un tamaño adulto, mientras que la otra tiene la forma de una niña pequeña y decide llamarse Suzy. Con ellas haremos un viaje a lo desconocido, al potencial de lo que de verás son, al verde de la Cosa del Pantano de Moore. En un ejercicio de homenaje, Gaiman va a hacer que muchos de los personajes relacionados con la vida vegetal de DC estuvieran relacionados con Sylvian, así resulta que fueron compañeros suyos de clase Alec “La Cosa del Pantano” Holland, Jason Woodrue alias el Hombre Florónico y Pamela “Hiedra Venenosa” Isley. El viaje de las dos mujeres-flor será una huida hacía delante de la ambición de Luthor, y para ocultarse nada mejor que la sombría Gotham.
McKean a lo largo de toda la obra hasta este punto ha mantenido un equilibrio de narrativa hiperrealista con un ritmo y encuadre de 3 x 2 viñetas por página muy poco rota para algún gran acontecimiento narrativo. Rostros y personas muy detalladas y muy obsesionado con el plano detalle, atentos como parece que se para el tiempo cuando Thorne está en el bar dando vueltas a su vida mientras vemos girar el disco con su canción favorita. Y lo rupturista y violento del asalto de Thorne al jardín de Sylvian y su “charla” con él. Pero no es nada con las secuencias de Gotham, casi como si fuera un entrenamiento de lo que está por venir, Gaiman hace que Mckena brille con una primera visita al Manicomio de Arkham al que deberá volver con el loco escocés, Grant Morrison años después.
Las situaciones son oscuramente caricaturescas, pasando por el hecho del “pase V.I.P” que Batman le da a nuestra protagonista para que pueda ver a Hiedra, pasaremos por un duelo de chistes y acertijos entre Joker y Nigma, la siempre impactante dualidad de Harvey Dent, se nos menciona a cierto preso con cara de calavera que no puede dormir al que Gaiman recurrirá en su “Preludios y Nocturnos” para iniciar su “Sandman”. Y el bueno de Jarvis Tech recibirá una flor por su amable compañía muy lejana del verdadero monstruo pedófilo en que luego transformarán a este pobre loco como un sombrereo.
Otra de las cosas que me encantan de esta obra es cómo se resuelven los conflictos, pues nuestras protagonistas detestan la violencia que les arrebató a su hermana, sacralizan la vida, y van a su origen mismo para encontrar un nuevo yo y nunca responden a la violencia con violencia. Pasamos de la ira a la esperanza y la ensoñación.
Una obra de un Gaiman incipiente que ya paunta maneras de ser el nuevo paladín del “realismo sobrenatural”, con grandes personajes, composiciones y estructura redonda, un canto que pasa de la oscuridad a la luz, que reinventa un personaje que desgraciadamente luego sería desaprovechado de nuevo por la editorial, salvo la brillante etapa de Jill Thompson. Y con un McKean más dispuesto a arriesgar y que muestra el pleno potencial que luego desarrollará.
No quiero despedirme sin alabar los geniales extas que componen esta edición de ECC, al fin tenemos en español el prólogo de Mikal Gilmore, redactor y compañero de Gaiman en Rolling Stones, que hace un completo análisis de la importancia de esta obra y lo que supuso para el cambio en el entender de los cómics.
Podemos echar un vistazo al proceso que hay antes de un cómic, leer la propuesta de Gaiman, ver reproducciones de sus primeras ideas a puño y letra y saber la respuesta que Karen Berger le dio a la misma, extractos de guión, vamos una maravilla de “cómo se hizo” al que sólo se le echa en falta una sección de bocetos e ilustraciones de Mckean.
Un imprescindible en las bibliotecas de Vertigo y un pilar de la historia de la revolución del cómic ochentero y la llegada de Vertigo. Las Orquídeas Negras no existen más en que nuestra imaginación, déjate llevar por el perfume de esta rara flor, conoce y despídete de Susan Linden y viaja por sus muchas vidas, será un viaje que no olvidarás.