Durante una cena familiar, Jan, un septuagenario, anuncia a sus hijos la intención de acabar con su vida tras la celebración de su próximo cumpleaños. Desea hacerlo ahora que aún se conserva en un estado de salud aceptable y en plena posesión de sus facultades mentales. La noticia cae como una bomba entre sus hijos, Iris e Ivan. Él lo aceptará más rápidamente, pero Iris se resiste a asumir que su padre simplemente quiera morir.
“Pink moon” es una interesante reflexión sobre la muerte en clave de comedia negra. Seremos testigos del paso de Iris por las fases del duelo, con la peculiaridad de que su padre está aún vivo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. La vemos pasar por el enfrentamiento casi físico con su hermano, el implorarle a su padre que cambie de decisión, pasar por una fase errática de comportamiento adolescente y, finalmente, tras aceptar lo que va a pasar, estrechar lazos con él como nunca antes lo había hecho.
La muerte digna y voluntaria está presente a lo largo de todo el metraje de «Pink Moon»
Por supuesto, el cómo pasa por todo este proceso es la enjundia de la película. Por contraste, veremos cómo su hermano Ivan, que parecía haber aceptado la decisión de su padre de mejor grado, es el que peor lo pasará en el último momento, quizá porque decide mantenerse más al margen y es Iris la que, a través de su periplo, mejor llega a entender la decisión de Jan.
Por tanto, “Pink Moon” es una película sobre la muerte y el duelo, pero también sobre la madurez y el proceso de hacerse adulto. Por supuesto, el tema de la muerte digna y voluntaria está presente a lo largo de todo el metraje. El acierto de la directora Floor van der Meulen y el guionista Bastiaan Kroeger es elaborar una historia en la que todos estos estos elementos están convenientemente dosificados y presentados en forma de una comedia que no evita los puntos más oscuros e invita a la reflexión. Definitivamente recomendable.
