La semana pasada hablamos del 3ᵉʳ capítulo de la segunda temporada de ¿Por qué matan las mujeres?, que nos llevaba a las orillas de lo sórdido, la ironía cruel y los planes que pintan demasiado bien para ser verdad. Hoy hablamos del siguiente capítulo, ya disponible en HBO España.
Para los recién llegados, un pequeño resumen: Alma, interpretada por Allison Tolman, una ama de casa cuyas únicas amigas son las petunias de su jardín, y Rita, interpretada por Lana Parrilla, una actriz retirada y diva y centro de su comunidad; juntas, pero no revueltas, nos llevarán por todo un camino espinoso, empedrado y con un perfume que promete ser letal.
En el episodio anterior pudimos contemplar como todo se llenaba de fangoso, pegajoso y apestoso lodo. Es dificil de quitar, deja más rastro del que imaginas, pero quizás tienes suerte y esconde bien tus secretos. O no.
Ya habíamos comentado que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, ¿verdad? Una frase trillada, pero que nos viene como anillo al dedo, ¿a alguien le apetece hacerse la manicura? Así, en rojo sangre. En fin, Alma tiene un corazón radiante y amable, pero su baja autoestima, sueños y oportunidades envenenadas están siendo las baldosas perfectas para un camino de no retorno que no para de descender. Aunque ella está demasiado maravillada y fatigada por lo que está ocurriendo a su alrededor que poca atención presta a sus pies.
¿Cómo es posible que los pequeños deslices e infracciones asusten más que el gran crimen?
¿Sabéis eso de un mordisquito na’más no me hará daño? Es la frase perfecta para una muerte anunciada. La de la tarta, concretamente. Alma, pensando que si toma pequeños mordisquitos, nadie se dará cuenta del peso real de sus acciones y que, al final, su invisible fama de ama de casa y mujer del veterinario le funcionarán como el buen karma acumulado. Al menos ninguna de las tazas de té y vino que sirvió estaba envenenada, aunque no se puede decir lo mismo de las palabras de la visita del afamado Club de Jardinería.
Rita, por su parte, no tiene el mejor de los días, precisamente. No termina de recibir bofetón tras bofetón, y ya no sabe qué le duele más, si sus pies tras intentar mantenerse en pie en esos incómodos y carísimos zapatos o el corazón roto. Rita ha perseguido durante mucho tiempo, y ha peleado, por la felicidad, la vida perfecta. Pero, al igual que Alma idolatra a Rita por tener todo el glamour, fama y belleza que ella considera no tener, Rita puede añorar un poco de la sencilla vida de Alma. Porque, ya sabemos, la felicidad no viene enbotellada con una receta única y nunca sabemos lo que esconde el corazón de las personas de puertas para adentro.
Dee y Vern se convierten en el alivio dulce y ñoño de un capítulo lleno de tensión y falsas apariencias. Está en su medida justa, de manera que no empalaga. Como decía, sus escenas funcionan durante el capítulo como un alivio perfecto y… Venga, que no engaño a nadie, tengo debilidad por lo ñoño cuando está bien contado y el arco de Dee y Vern definitivamente lo está.
Nos alejamos de los grandes incidentes, pero no del delito y el riesgo. ¿Cómo es posible que los pequeños deslices e infracciones asusten más que el gran crimen? Quizás porque en la calma la adrenalina no está ahí para rescatarnos. Ahora, habrá que esperar a la semana que viene.