Empecemos, pues, analizando el relato de Laura Gallego, “El zorro y la Bestia”, en el cual nos encontramos con un viejo conocido: Ren, el Ancestral que nos cautivó en “Todas las hadas del reino”. Este astuto personaje anda husmeando una serie de maldiciones que han convertido a diversos humanos en animales cuando se topa con el castillo de la Bestia, a quien resulta que su propia hada madrina ha transformado. Intrigado, Ren deberá averiguar la razón y, por supuesto, encontrarle una mejor hada madrina al desdichado príncipe.
El relato se sitúa antes de los acontecimientos de “Todas las hadas del reino”, y todo él es un guiño a este libro de Laura, que logrará sacar un par de sonrisas a quienes lo hayan leído, pero dirá más bien poco a los que no. Se trata de un cuento muy sencillo, entretenido sin más. La verdad, me ha resultado hasta un poco decepcionante que sea el más flojo de los tres.
El segundo de los relatos es “Anabella y la Bestia”, de Benito Taibo. La historia de una niña que vive en un pequeño pueblo hondureño asolado por la pobreza. Pero su madre desea un futuro para ella más allá de la frontera, aunque para alcanzarlo tengan que enfrentarse a la Bestia, un tren que recorre México de punta a punta en un peligrosísimo viaje hacia la esperanza. Por su parte Anabella es feliz con su vida sencilla, su madre, los libros de la biblioteca y Aurelio, su primer e inocente amor. Hasta que el destino se los arrebata, y ella decide enfrentarse sola a la temible Bestia.
Con una prosa cautivadoramente poética, Taibo relata una preciosa e intensa historia de amor adolescente, también de superación. Y consigue dejar una marca de emociones en el lector trasladando el cuento original a un imaginario realista. Una preciosidad literaria digna de ser leída.
Finalmente, “Al cruzar el jardín” es fruto de la pluma de Javier Ruescas. Este relato sigue a Alainn, un humano que vive encerrado en su castillo, oculto de los monstruos que pueblan las tierras más allá del muro. Su mundo cambia cuando conoce a Fiara, una joven que viene del exterior y a la que el protagonista hace prisionera. Pero la muchacha, que está embelesada con los rosales del jardín y con los libros de la biblioteca, deja de parecerle peligrosa, a pesar de todos los secretos que oculta.
El de Ruescas también es un cuento sobre el amor y, aunque original y adictivo, apenas araña la superficie a nivel emocional. Eso sí, el final es bastante bueno.
En conjunto, “Por una rosa” es un título tierno y entretenido, pensado para lectores adolescentes. Al tratarse de relatos tan breves, se leen con rapidez. Y el hecho de basarse en “La Bella y la Bestia” supone un atractivo adicional para los fans del clásico de Disney.
Y para qué vamos a engañarnos. Este libro es un título de colección. Con su formato en tapa dura y su preciosa portada diseñada por Mar Blanco (autora también de las ilustraciones del interior), entra por los ojos sin que sea necesario saber siquiera de qué va. Sí, sí, no se juzga un libro por su portada, pero qué demonios… todos lo hacemos y “Por una rosa” sería declarado culpable de un solo vistazo.
Volviendo a la vertiente literaria, la antología pasa sin pena ni gloria en un marzo saturado por bellas y bestias. Se queda en una opción ligera para pasar una amena tarde de lectura a lo Bella, escapándonos de la realidad como lo haríamos de las proposiciones matrimoniales de Gastón.
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