Por un lado, como lector de David Foster Wallace (USA, 1962-2008) que soy, con un sentimiento de añoranza inmensa respecto a uno de mis autores favoritos, me resulta difícil ver la idoneidad de este nuevo título.
No necesito que me repitan de nuevo sus textos. Ni que apliquen por mí un criterio de selección que, por cierto, no aparece en ningún lado explicitado y explicado; algo necesario cuando realizas una selección y más si no acabas de ver claro que ese criterio exista. Ni que intenten captar mi atención con un relato inédito de apertura, “El planeta Trifalon y su ubicación respecto a Lo Malo” (publicado originalmente en Amherst Review, 1984), de una calidad más baja que el resto de su obra y en muy poco novedoso respecto a lo ya conocido. Ni que rellenen el volumen con referencias breves de otros autores que, en conjunto, se siente notablemente desequilibrada (algunos autores sí demuestran un conocimiento del autor, mientras que otros asombran por su notable superficialidad).
Como aficionado a la literatura de Foster Wallace me siento, cuanto pienso en todo esto, profundamente irritado.
Por otro lado, el cabreo empieza a pasárseme cuando pienso en las personas que, sin tener todavía su gusto literario desarrollado respecto a nuestro autor, quizás incluso desconociéndolo por completo, pueden llegar a acceder a él a través de este volumen. Un tomo con toda la pinta de ser, simple y llanamente, un libro de entrada a la obra de Foster Wallace, destinado al público que desea acercarse a su obra, gracias al boca-oreja, pero que al ser tan diversa y amplia no sabe cómo hacerlo, por dónde empezar.
De ahí, a lo mejor, su inhabitual organización: “ficción”, “materiales lectivos” y “no ficción”. Al centrarse en el carácter de sus textos, se renuncia a la posibilidad de ver su madurez como escritor, incluso de observar los avances personales en cuanto a sus principales temas. Puede parecer que esto no le importaría mucho a un lector sin conocimiento previo, pero no es así. Si una persona llega a interesarse por entrar en el mundo de Foster Wallace, este conocimiento le va a aportar valor y aumentar su interés, no restárselo. Como también le aportaría una claridad necesaria el saber por qué se han elegido unos textos sí y otros no.
Otra decisión editorial que no comprendo es la de recurrir a una pléyade de distintas personalidades (Javier Calvo, Luna Miguel, Sally Foster Wallace, Alberto Fuguet o Andrés Calamaro, entre otros) para comentar, a modo de epílogo para cada uno de los libros considerados aquí, su relación con el autor y/o con su obra. En su “Nota” inicial Claudio López de Lamadrid, cabeza pensante de Literatura Random House, cierra su alegato precisamente aludiendo a este aspecto, malamente justificado a la vista del resultado. Porque ¿realmente es más importante saber lo mal que dice sentirse Andrés Calamaro por no haber leído ‘La broma infinita’, que hacer algún tipo de referencia más concreta a ella, máxime si tenemos en cuenta que ninguna novela de Foster Wallace ha sido incluida en ‘Portátil’? Sorprendente, cuanto menos… por no decir otra cosa.
Eso sí, como volumen de entrada que quiere ser, y aunque echamos de menos bastantes textos que los aficionados al autor sí recomendaríamos a un lector profano (como su análisis de la campaña en primarias del senador John McCain, quizás uno de los mejores reportajes político-electorales de todos los tiempos), recorre con bastante amplitud toda su trayectoria y estilos de escritura, aunque no todas sus temáticas y características más salientables.
Especialmente, se insiste en el tratamiento que Foster Wallace hace del ser humano, destacando su debilidad y sus miserias. A partir de aquí se hace hincapié, sin disimulo, en la proyección biográfica de algunos de sus textos de ficción: la voz narradora es una persona falta de herramientas afectivas, cuyos padres han preferido dirimir sus diferencias entre sí a hacerse cargo de sus responsabilidades emocionales para con su descendencia, ahora sumida en la dependencia de los psiquiatras y los psicofármacos. En cuanto a los materiales de “no ficción” (incluidos los “materiales lectivos”), se ha centrado la selección (casi exclusivamente) en destacar la perspectiva lingüístico-literaria de Foster Wallace, siempre presente en sus análisis del contexto social estadounidense y en numerosas referencias a lo largo de su obra de ficción.
En definitiva, ‘Portátil’ (Literatura Random House, 2016) resulta ser un limitado volumen de entrada a la obra de David Foster Wallace. Ilustrativo de su camino como autor, pero muy lejos de representarlo en toda su complejidad. Hasta el punto de resultar una selección de textos más tendente quizás hacia la dimensión biográfica del autor, que hacia su capacidad para resultar extraordinariamente preciso, profundo y mordaz en su análisis de la realidad cotidiana que lo rodeaba. Su mirada irónica y tierna, su búsqueda de la fragilidad o su exploración multidimensional del ser humano, se desdibujan aquí casi hasta perderse.
Un título más apropiado para este tomo habría sido ‘DFW Simplificado’.
Ante esto estamos: una visión adaptada a miradas conformistas de uno de los más grandes autores de las pasadas décadas. Por eso, si se es ya un aficionado a su obra, este tomo no merece la pena. Y si se quiere observar y/o comprender en su amplitud, aún sin más pretensiones, tampoco será útil a tal cometido, al ser más una reducción que una representación. Pero, si busca una visión rápida de este autor, una idea básica de su personalidad y sus principales características, así del sopetón y sin posibilidad de ir a más, éste es su libro sin duda.
¿Qué tipo de lector de David Foster Wallace quiere ser? La decisión está en sus manos.
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