Hace poco recibí en mi correo el primer número de la revista de divulgación científica Principia. El motivo por el cual lo he recibido directamente en mi casa es porque yo soy uno de los múltiples mecenas que colaboró monetariamente en su edición. Si la quieres conseguir puedes hacerlo en el enlace que os mostramos.
Lo primero que llama la atención al sacar el ejemplar del sobre es una preciosa ilustración de José Moreno, con un Sir Isaac Newton de varios pares de ojos, en torno al cual orbitan diversos objetos como prismas, manzanas y corazones anatómicos. El aspecto gráfico de la revista es un punto muy agradable: en todos los artículos se destacan ilustraciones de gran calidad que proporcionan fluidez y laxitud a la revista, e invitan a seguir leyendo.
En relación a los textos, son muy asequibles y fácilmente digeribles, dirigidos a un público muy general; cualquiera puede comprender sin dificultad lo que en cada artículo se explica, sin importar la formación científica de cada cual.
En el momento en que abrimos la revista, y tras pasar por la larga lista de mecenas y los créditos, y un índice de aspecto moderno, lo primero que me llama la atención es la fuente tipográfica de los títulos, muy moderna y de toques tecnológicos, sí, pero bastante compleja, y según qué combinación de letras, casi ilegible. Lo considero un aspecto a mejorar.
La revista comienza con una batería de artículos cortos, de no más de dos páginas cada uno. César Sánchez nos habla en “Basura tecnológica” (p.4-5) de los problemas en torno al reciclaje de desechos tecnológicos, los cuales “entre un 66% y un 75% (…) no llega a reciclarse en una planta autorizada”. A continuación, en “La invasión del mar” (p.6-7) Sergi Vila nos habla de invasiones biológicas en nuestras aguas y los problemas asociados. Daniel Gómez nos pregunta “¿Cómo lo ves?” (p.8-9) en un artículo sobre las diferentes formas de daltonismo y cómo detectarlas. Y en “La primavera, ¿la sangre altera?” (p.10-11), José Ramón Alonso nos pregunta y resuelve en un impecable artículo si es cierto el famoso refrán o si es “uno de tantos mitos sobre el comportamiento y el cerebro”.
El primer artículo largo que nos encontramos viene firmado por Jesús D. Tavira, y nos presenta “El veneno de las serpientes” (p.12-17), junto con tan espléndidos animales, recordándonos ambas: su belleza y su peligrosidad.
Continuando con artículos cortos nos encontramos con una historieta en forma de cómic sobre “La odisea del azúcar” (p.18-19) de Carlos Romá y Gerardo Sanz, que en realidad parece más un capítulo aislado de una historieta más larga; algo que es muy prometedor pero que, en el contexto de Principia, parece quedar un poco cojo.
La siguiente historia nos la cuenta Daniel Torregrosa en “La amargura de Rasputín” (P.20-21) y nos enseña cómo un pedacito de historia puede revelar “oportunidades para aprender un poco más de ciencia”. A continuación, el director Enrique Royuela nos muestra, justificado por lo que parece el único anuncio de patrocinador, un uso particular de las plantas al que normalmente no estamos acostumbrados: la producción de bebidas alcohólicas en “Una botánica inusual” (P.22-23).
En el siguiente artículo largo, “El ocaso de los gigantes” (P.24-33) Aitor Ameztegui y Rafael Medina nos exponen curiosidades y datos sobre los árboles más grandes del mundo y su problemática y consiguiente futuro incierto a la hora de la regeneración de sus bosques dada su naturaleza pirófita. Se incluye además una espléndida infografía (P.28-29) de Victor García Cano.
En “La portadora de la luz” (P.34-39) Fernando Gomollón-Bel brillantemente nos expone brevemente el fenómeno de la luminiscencia, y más ampliamente el aspecto concreto de la bioluminiscencia y sus posibles aplicaciones prácticas, ya que “la luz que emiten las luciérnagas es diez veces más eficiente que las bombillas y entre dos y tres veces más eficiente que los LED”.
Un breve artículo sobre la celiaquía de mano de Ana Ribera (Molinos) titulada “Soy celíaco en 2015, ¿qué hago?” nos sirve de anteasala para el que podría considerarse como el artículo central de la revista: “A hombros de gigantes” (P.42-51), de Bernardo Herradón, justificando la portada y el propio título de la revista (Principia fue el título corto de la publicación Philosophiæ naturalis principia mathematica, obra cumbre de Sir Isaac Newton). En el extenso artículo nos presenta los logros del que califica como “el científico más grande de la historia”, su impacto en la sociedad, y también, sin olvidar, esa cara pseudocientífica que también tenía, recordándonos que nadie es perfecto.
Un artículo breve en formato de lista nos invita a hacer “Turismo científico en Moscú” (P.52-53), y a continuación en “El Origen de Miedo y Terror” Nahúm Méndez nos habla de los dos satélites del planeta Marte y su posible origen. En este caso la edición no me parece acertada; en concreto la disposición de columnas de la página 56 es como mínimo confusa, ¡incluso cambia el formato del texto entre columnas! Además, el nivel divulgativo de este artículo me parece insuficiente, como muy enrevesado. En mi opinión, resulta el texto más pobre de toda la revista.
En “La carrera espacial” Antonio Pérez-Verde nos cuenta ese fragmento trepidante de la historia y cómo potenció el avance científico. Es destacable también la infografía de las páginas 62 y 63.
A continuación nos encontramos con otra batería de artículos cortos. Patricia Rodríguez nos presenta una supuesta carta de Sonia Kovalevskaya a Fiódor Dostoyevsky en “Querido Fiódor” (P.64-65); después en “Droga, guerra y medicina” María Docavo nos habla del opio y de sus principios activos desde una perspectiva histórica; y Antoni Munar en “Iluminando ciudades con arena” nos habla sobre la tecnología LED, en un artículo que me da cierta sensación de estar inconcluso.
En “Carne y metal: el alma biónica de Darth Vader” (P.70-75) Carlos Romá-Mateo mezcla ciencia con ficción de un modo que hará disfrutar a todo buen fan de la saga de Star Wars; aunque yo soy más bien trekkie, la infografía de las páginas 72 y 73 me parece una de las mejor elaboradas de toda la revista.
Un artículo que he disfrutado ha sido “El poder del picante” (P.76-77), en el que Antoni Torres nos habla de la historia del pimiento y de la capsacina, responsable de su característico picor. En el artículo de Julián Royuela “La revolución de la sangre” (P.78-81) se destaca con un muy buen nivel la intención de Principia, de explicar la ciencia usando la historia como hilo conductor, con una breve historia sobre el nacimiento de la medicina moderna, y sin olvidar un recordatorio: “Todo es veneno, nada es veneno. Solo la dosis hace el veneno”.
En “Por qué las mujeres ven más colores” (P. 82-83) Daniel Moreno vuelve al tema del reconocimiento de los colores previamente introducido por Daniel Gómez, y discute cuánto hay de cierto y cuánto de mito en esa creencia popular de que las mujeres ven más tonos de color que los hombres.
En el siguiente artículo se vuelve a unir ciencia y ficción, en este caso en torno al personaje de cómics conocido como Daredevil; nos lo explica Josep Biayna en “Más allá de la ceguera” (P. 84-86). A continuación, Enrique Royuela nos habla de “La paradoja del remedio defectuoso” (P. 87), que nos sirve como puente para otro breve artículo en el que JAL Guerrero nos lanza una atrevida y clara propuesta: “Vacúnate contra el papiloma” (P.88-89). Un punto importante en este artículo es el que nos habla de la relacion entre el beneficio que aporta la vacuna y el riesgo que supone utilizarla.
La geomorfología de los litorales y su delicado equilibrio tiene un hueco en “Vamos a la playa” (P.90-93) de Marta Pérez Folgado, y hablando del mar, Galiana cierra la revista con un artículo de atención sobre los riesgos de la exposición solar: “Cóctel con regusto amargo” (P.94-95).
Lejos de ser amargo, el regusto que deja la revista es muy agradable. Una elegante forma de hacer divulgación, que espero llegue a un tipo de lectores distintos de “los de siempre”. Una bonita forma de acercar la ciencia a la sociedad, dificil tarea que muchos intentamos realizar a diario. Un proyecto por el que me siento orgulloso de haber apoyado, y del que, como divulgador, me encantaría formar parte en el futuro.