Como todos sabemos, desde que abandonó la numeración tradicional de la saga, Pro Evolution Soccer ha dejado de ser un juego de referencia para los aficionados al fútbol, cediendo ese puesto en favor de FIFA, la archiconocida franquicia de EA Sports. Esto, unido a todos los problemas que van unidos a Konami en los últimos años hicieron que muchos pensáramos que el antiguo Rey del Deporte Rey era poco más que un recuerdo.
Pero contra todo pronóstico el año pasado PES sorprendió a propios y extraños con una entrega que prometía haber encontrado el camino necesario para volver a dar un gran juego, por lo que las expectativas para 2017 están mucho más altas que nunca, esperando una entrega que dé la vuelta a la actual situación de los juegos de fútbol.
Con esa carga se presenta Pro Evolution Soccer 2018, aunque sigue cargando con algunos errores de bulto, podemos decir que ha cumplido. El equipo liderado por «Seabass» Takatsuka ha avanzado en la fórmula presentada el año pasado, dándonos unos controles y una experiencia más pulida que nunca, siempre con esa fórmula y ese sistema tan propios de los japoneses. Además, parecen haber recuperado la tradición no escrita según la cual las entregas pares de PES favorecen el ataque y las impares la defensa.
Esto se traduce en un juego en el que prácticamente podremos efectuar cualquier jugada que pase por nuestra cabeza sin demasiadas complicaciones, algo que dota al juego de una espectacularidad y alegría que lo acercan más al arcade que a la simulación. Esto de por sí no es malo (FIFA lleva 10 años sin saber lo que es el medio campo) pero puede resultar molesto a aquellas personas que buscan una experiencia más pura. Aun así, gracias a lo fácil que es hacerse con la jugabilidad del juego, PES 2018 se asegura divertir desde el primer minuto, lo que no lograba desde hacía años.
En cuanto al desarrollo de los partidos en sí, dos aspectos llaman poderosamente la atención; en primer lugar la moral dinámica se nota más que nunca, mejorando (o empeorando) el rendimiento de los jugadores según actúen en el partido. A efectos prácticos, esto significa que la defensa que consigue sujetar al equipo contrario durante varias jugadas consecutivas sea casi invencible… pero que esos mismos jugadores, si encajan dos goles rápidos se desinflen y sea más que posible conseguir una goleada épica, algo que nos hemos cansado de ver en la liga BBVA con equipos que ponían en apuros a Real Madrid y Barcelona en la primera parte para encajar media docena de goles en la segunda.
En segundo lugar tenemos el juego en equipo. Como ya pasaba en la entrega anterior, dependiendo de cómo coloquemos a los jugadores, de la alineación que utilicemos, de los cambios y de los fichajes que hagamos, el espíritu de nuestra plantilla se verá reforzado o dañado. Esto, aparte de ser un número que queda muy bonito al inicio de cada partido, afecta directamente a cómo nuestros futbolistas se desmarcan, se ofrecen para el pase o se apoyan unos a otros a lo largo de los partidos, dando la sensación de que la inteligencia artificial que nos apoya aprende a jugar con nosotros como lo haría una persona de verdad, detalle que se nota especialmente en los modos Liga Máster y myClub.
Por supuesto, para lograr esto, tenemos una oferta casi ilimitada de formas de configurar nuestro equipo, con opciones tan típicas como elegir la formación o los capitanes del equipo, a otras más avanzadas como el comportamiento defensivo o la posición exacta de ese lateral que queremos que arranque en la banda, pero entre por el centro para bombardear al portero rival con un potente disparo. La máxima del PES en este aspecto es, una vez más, que podamos hacer todo aquello que podamos imaginar y que sea permitido por el deporte.
En cuanto a modos de juego, encontramos pocas sorpresas. Los principales caballos de batalla siguen siendo myClub, Conviértete en una Leyenda y la siempre clásica Liga Máster.
El primero de estos modos nos permitirá hacernos con jugadores para crear nuestro súper equipo con el que jugar online contra personas de todo el mundo. Al igual que el modo FUT de FIFA, para montar nuestro equipo tendremos que hacernos con entrenadores y ojeadores que nos permitan comprar jugadores cada vez mejores, que su vez harán que ganemos más y más partidos. Es para agradecer que, a diferencia del juego de EA Sports, los micropagos tengan menor importancia, y aunque están presentes no serán necesarios para hacerse un equipo competitivo. Por otro lado, y a falta de licencias, Konami se ha hecho con jugadores especiales que solo aparecerán en este modo, como el D10S del fútbol Diego Armando Maradona, David Beckham, Dejan Stankovic o el polifacético Usain Bolt, que ejercerá de futbolista en esta ocasión.
El segundo modo de juego nos invitará a convertirnos en futbolista profesional y vivir el juego desde nuestro propio punto de vista, fichando y jugando en los equipos que nosotros deseemos. Al igual que el año pasado podremos elegir la posición que queramos (especialmente divertido es jugar de portero) y personalizar todos los aspectos de nuestro avatar, desde su aspecto hasta los objetivos de su entrenamiento, para crear un personaje que se adapte al 100% a nuestra forma de jugar.
Finalmente, la Liga Máster nos permitirá gestionar el equipo que nosotros queramos desde el punto de vista del mánager. Este modo, el más interesante del juego, incluye por primera vez un «modo desafío» que, en aras del realismo, añadirá detalles como las clausulas de rescisión, las «transfer request» y la confianza del dueño del equipo, aspectos con los que tendremos que ser capaces de lidiar si no queremos acabar despedidos a las primeras de cambio.
Además de los tres ya nombrados, también encontraremos los necesarios partidos y torneos, online y offline, y una nueva opción de Selección Aleatoria, que creará equipos completamente nuevos con jugadores elegidos al azar.
Todos estos modos de juego tienen la opción de ser jugados en modo Cooperativo Online, ya sea con uno o dos amigos, e incluso con un amigo online y otro a tu lado compartiendo sofá. Al participar en partidos cooperativos se evaluarán aspectos del jugador como la cortesía o la habilidad defensiva, lo que ayudará a crear un perfil que muestre a los demás nuestra forma de jugar y nos permita hacernos una idea de cómo jugarán nuestros compañeros y rivales, todo un acierto que esperamos haya llegado para quedarse.
Por desgracia, con todo lo que se ha avanzado en el resto de aspectos del juego, en el apartado de las licencias se ha dado un paso atrás, si es que era posible. Si bien se mantienen las licencias de la Champions, la Europa League y la AFC, el número de ligas que han cedido su imagen al juego se queda en cinco, con solo dos europeas: la Ligue Confororama de Francia y la Eredivisie Holandesa. A esto hay que sumarle algunos equipos sueltos como el Fútbol Club Barcelona (que vuelve a ser el protagonista indiscutible del juego), el Borussia de Dortmund o el Liverpool, pero se antojan muy escasas cuando juegas clásicos contra el MD White o el London FC y equipos de la talla del Bayern de Munich ni existen. Esto es fácil de solucionar con el uso de los Option Files realizados por usuarios y que incluyen todos los nombres, equipaciones y escudos de los diferentes equipos y que la misma Konami facilita cada año su uso incluyendo las herramientas de edición en el propio juego.
El apartado visual ha avanzado espectacularmente un año más. Lejos queda aquel debut del Fox Engine que no permitía hacer partidos bajo la lluvia, ofreciendo a día de hoy jugadores más parecidos que nunca a sus contrapartidas reales y unos efectos lumínicos sencillamente perfectos. Pero lo que realmente se lleva la palma es la representación de los estadios licenciados, como el Camp Nou o Anfield, auténticos protagonistas de la acción y realmente capaces de transmitir la emoción de escuchar el himno de la Champions desde el césped de algunos de los campos más míticos del mundo.
A esto ayuda un increíble ambiente sonoro en el que speakers, público (con sus cánticos reales en los escasos equipos licenciados) y el sonido de los propios jugadores nos harán sentir en el campo… siempre y cuando quitemos los insufribles comentarios de Carlos Martínez y Maldini, un castigo digno del peor de los criminales y algo inexplicable sabiendo lo bien que trabaja el primero de ellos. Por su parte, el apartado musical es tan escaso en licencias como los equipos, con una banda sonora mediocre en el mejor de los casos.
La física del juego por su lado ha mejorado substancialmente en estos 12 meses, sobre todo en el apartado de las colisiones, donde los jugadores no caerán muertos al suelo tras el más mínimo contacto con el rival, ni se tropezarán con su propia sombra. Además, el movimiento del balón es cada vez más realista, notando las diferencias entre los diferentes climas y actuando siempre de forma lógica y previsible.
Terminamos el apartado técnico con la inteligencia artificial del juego, que si bien mejora y tiene aspectos tan agradecidos como los nombrados anteriormente, sigue cometiendo fallos de bulto algo molestos, como la escasa variabilidad de la forma de jugar entre equipos o la reticencia de la máquina a cambiar su plan de juego, algo que causa que los equipos defensivos sigan metiendo a ocho jugadores en su área incluso perdiendo por cinco goles, llegando al punto de jugar con un central menos tras una expulsión por esta falta de adaptabilidad, lo que hace el jugar contra la máquina algo previsible.
Conclusión.
Pro Evolution Soccer 2018 es, por primera vez en años, un juego capaz de vivir bajo el peso de su propio nombre, un tremendo juego de fútbol que demuestra que en Konami no se han olvidado de cómo se deben hacer las cosas, apostando por el juego con amigos en contra de la sangría de dinero y tiempo que son las colecciones de cromos disfrazadas de modo de juego como FUT o myClub.
Si a esto unimos que su rival directo lleva unas cuantas entregas dormido con unas entregas mediocres, no es imposible creer que la saga creada por la compañía japonesa vuelva a ser el referente de los juegos deportivos que fue hace no tanto tiempo, pero para ello necesitan fe en su producto e invertir dinero en volver a hacerse con licencias que hagan que el juego, además de ser bueno, lo parezca.
Y seguir con un estilo de juego en el que son los mejores. Sobre todo eso.