«Promesa de sangre» de Brian McClellan es la primera entrega de la serie Los magos de la pólvora, el segundo libro de Gamon Fantasy que cae en mis manos… y no puedo hacer más que rendirme ante su línea y acierto editorial.
«Promesa de sangre» es épico, divertido y cumple con su misión de entrada al mundo de los magos de la pólvora, los Privilegiados, los Dones y sus Dioses, como un primer paso.

El argumento

Derrocar a un rey es un trabajo sangriento. El Mariscal de Campo Tamas ha liderado el golpe de estado en Adro. La aristocracia decadente y corrupta ha terminado en la guillotina y el pueblo hambriento ahora tiene comida. Pero además ha provocado la guerra en las Nueve Naciones, ataques internos de los realistas y lucha encarnizada por el dinero y el poder entre quienes suponía eran sus aliados: la Iglesia, los trabajadores y los mercenarios.

Tamas apenas soporta la presión y necesita a Adamat, un inspector de policía retirado, cuya lealtad está en juego, y a los Magos de la Pólvora que le quedan, entre ellos Taniel, su indómito y brillante hijo. Hay quienes presagian muerte y destrucción.

Las leyendas están en boca del pueblo pero ningún hombre instruido cree en ese tipo de cosas… aunque sería mejor que lo hicieran. Los dioses también están implicados.

Una confesión personal, después de un inicio de reseña bastante genérico: dudé sobre «Promesa de sangre». El inicio es rápido y sorprendente, con el estallido de una revuelta popular. Una vez derrocada la monarquía, toca empezar a reconstruir Adro desde su capital, Adopest.
Y ahí, en el inicio de esa nueva parte de la trama, dudé.
Ese primer tercio, justo después del arrebatador estallido revolucionario, me dejó algo indiferente.
Nada negativo, salvo una permanente sensación de estar pisando terreno conocido.
Dudé, pensé que el libro ya había gastado sus mejores armas en su primer centenar de páginas y me equivoqué.

Brian McClellan, después del vertiginoso inicio, comienza a construir su mundo poco a poco; sin prisa pero sin pausa. En esa misión utiliza un recurso clásico y muy ceñido a la fantasía épica: fragmentar la narración utilizando al grupo de protagonistas y con ello, acotar la cantidad de información que aporta sobre el mundo de la novela y sus características a sus tramas, hasta construir una visión de conjunto.

No es una novela río en sentido estricto, como sería Canción de hielo y fuego, se asemeja más al tratamiento que Abercrombie hace en sus novelas: un buen plantel de personajes, que van tomando protagonismo de manera alternativa, a lo largo de un mismo capítulo. La trama y la construcción del mundo van de la mano, librándonos de partes demasiado expositivas, centradas en las bondades del mundo de Los magos de la pólvora.

El camino de los personajes

Tamas, además de liderar la rebelión contra la monarquía, tiene por delante un enorme reto: reconstruir el sistema social de Adro, mientras intenta mantener una posición de firmeza frente a posibles invasores extranjeros.
Las cosas no son tan fáciles como Tamas planeaba y al intento de mantener la paz social del pueblo, se le suman las rencillas internas entre los poderes económicos, laborales y religiosos. Por si fuese poco debe hacer frente a un posible traidor entre sus filas.

Ahí es donde entra en escena Adamat, un investigador casi retirado, renqueante, con algunas deudas económicas y un Don: no se olvida de nada. Él será la pieza a la sombra que Tamat utilizará para resolver el problema del traidor.

Taniel se cargó el fusil al hombro y regresó al baluarte. Tenía que hacerlo a la vieja usanza. Una bala cada vez. No, era Taniel «Dos Tiros». Podría disparar balas de dos en dos.

Taniel, por su parte, es hijo de Tamat, un soldado extraordinario y un mago de la pólvora capaz de grandes proezas. Su llegada de un conflicto extranjero coincide con el fin del golpe de estado auspiciado por su padre y su nueva misión consistirá en allanar el proceso de cambio, terminando con parte de la resistencia mágica restante del antiguo reino… aunque eso implique ir contra algunas de sus antiguas amistades.

Tres hilos argumentales que exploran el mundo de Los magos de la pólvora desde distintas vertientes, ofreciendo visiones complementarias y haciendo que la lectura sea siempre dinámica y cambiante.

Magia y efectos especiales

El tipo de fantasía que presenta Brian McClellan en «Promesa de sangre», además de utilizar un entorno social particular pero similar a determinadas etapas históricas de nuestra realidad, necesita de un sistema de magia estructurado.
Desgranado poco a poco dentro de las más de 500 páginas del libro y con alguna sorpresa (seguro) reservada para el resto de entregas, la magia presente en «Promesa de sangre» tiene sentido dentro de sus normas autoimpuestas. Sin ahondar demasiado en él, cosa que se disfruta enormemente con la lectura, la magia de Los magos de la pólvora parte de dos fuentes principales: la que proviene del contacto con el otro lado, propia de los magos de las camarillas reales y los Privilegiados y los efectos derivados del consumo de la pólvora. Ambos grupos recelan unos de otros, siendo casi los únicos capaces de hacerse frente entre ellos.

Ese sistema de magia, basado en el consumo y manejo de una sustancia como la pólvora y teniendo como antagonista otro elemento que no voy a revelar por aquello de los spoilers, me lleva a pensar en un referente directo como es Brandon Sanderson y su alomancia del mundo de Nacidos de la bruma. McClellan no construye un sistema tan complejo como el que hace Sanderson en «El imperio final», primer volumen de su saga, pero tienen ciertos elementos en común.
Donde «Promesa de sangre» destaca es en el giro que introduce una mitología nueva en la lectura, con dioses y diosas que tienen su propia agenda entre los asuntos mortales.

«Promesa de sangre» tiene un desarrollo dinámico, lleno de giros y acción, con muy poco espacio para la tranquilidad. Las amenazas no dejan de surgir y la acumulación de problemas para Tamas y los suyos marcan un ritmo alto, muy bien compensado por un Brian McClellan que sabe qué y cómo narrar en cada ocasión.

No todo puede ser tan positivo, ni debe serlo, por supuesto.
«Promesa de sangre» es una la primera novela de una trilogía (expandida en tres títulos más y una amplia producción de historias cortas) y el debut de su autor. Además, se publicó originalmente en 2013. McClellan no se mete en demasiados líos, a pesar de lo ambicioso de su historia. Recoge referentes clásicos de la fantasía y otros modernos, como serían los citados Abercrombie y Sanderson y hace uso de una forma de narrar directa, fluida, incluso en las partes de acción.

Recomendar «Promesa de sangre» es sencillo.
Es un libro perfecto tanto para el público amante de la fantasía y la aventura más épica como para novatos en el género.

Cumple sobradamente su papel de primera entrega en una serie, presentando un mundo amplio, rico en detalles, con un interesante sistema de magia, sin olvidar las connotaciones sociales y bélicas.

Pura aventura, dejando capítulos llenos de acción y giros inesperados.

Con lo que el paso del tiempo no ha sido tan benévolo, me temo, es con la presencia de personajes femeninos. No estaba demasiado bien en 2013 pero, a día de hoy, es más evidente. Hay mujeres en el plantel de personajes, faltaría más, pero son secundarios y no siempre hacen gala de una representación positiva. Ka-poel no deja de ser la compañera de Taniel, Vlora aparece y desaparece a pesar de ser importante en la trama, Nila solo desea venganza y Julene… bueno, debéis descubrirlo en la lectura.
Abercrombie comentaba, en la entrevista que nos concedió el año pasado, que había sido consciente de un problema similar en sus libros y que esperaba haberlo subsanado en su nueva trilogía (spoiler: si, lo está haciendo). Me imagino que algo similar ocurrirá en los volúmenes siguientes de la obra de McClellan y su evolución como escritor.

En definitiva

«Promesa de sangre» es un libro fácil de catalogar y Gamon lo hace a la perfección en la cubierta de la novela: fantasía épica. Una fantasía entretenida, dinámica y que, a pesar de sus más de 500 páginas, no se hace muy largo.
Cumple sobradamente su papel de primera entrega en una serie, presentando un mundo amplio, rico en detalles, con un interesante sistema de magia, sin dejar de lado las connotaciones sociales y bélicas. Cuenta con un arranque demoledor y el resto de la novela se estructura de forma y manera que no pierde interés, añadiendo información muy interesante, mientras intercala unas muy buenas fases de batalla y aventuras. Brian McClellan debuta con un excelente estilo, directo, sin meterse en problemas, con algún punto oscuro, pero siempre primando el entretenimiento y la fluidez de la novela.

La edición de Gamon, al igual que «Reyes de la Tierra Salvaje», es en tapa dura con sobrecubierta, 564 páginas (y sin un peso exceso, ¡gracias, Gamon!), mapas (¡siempre hacen falta mapas!) y la traducción de Federico Cristante.

Recomendar «Promesa de sangre» es, quizás, más sencillo que reseñarla. Es un libro perfecto para el público amante de la fantasía y la aventura más épica. Una mezcla de un mundo que termina con la monarquía a golpe de revolución mientras se asoma al abismo de la invasión por fuerzas extranjeras. Y ese componente social se completa con la pura aventura y un sistema de magia rico en detalles, dejando capítulos llenos de acción y giros inesperados.
Tampoco es una mala recomendación para aquellos lectores y lectoras que quieran probar el mundo de una fantasía de este estilo por primera vez. «Promesa de sangre» es accesible en su primer paso de la creación de una saga compleja; no es autoconclusivo, advertencia.

Y lo más importante: el compromiso de la editorial. Gamon incluye ese compromiso en su línea editorial y en cada uno de sus libros. Los magos de la pólvora volverán, seguro, el año que viene con «La campaña escarlata».
Y ahí estaremos, esperando, con un buen puñado de pólvora a mano.

LJ Zapico
Criatura de la noche. Redactor en Fantasymundo.com

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