El pasado mayo llegó a librerías de mano de Ediciones B Ramsés el Maldito. La pasión de Cleopatra, escrito por Anne Rice (célebre autora de las Crónicas vampíricas) junto a su hijo Christopher Rice. Secuela directa de La momia (novela escrita originalmente en 1989) con la que, presupongo, quisieron dar respuesta a los interrogantes que quedaron abiertos en el primer libro, aunque hayan pasado casi 30 años de su publicación y ya nadie se preguntase por ellos.
Debo decir que me encanta La momia. La considero uno de los mejores libros de Anne Rice, un romance sobrenatural erotizado en el que el faraón Ramsés el Grande despierta en el Londres eduardiano e intenta conquistar a una rica y joven heredera británica mientras descubre el mundo moderno; y en el que la autora hace gala de su habilidad para encontrar el lado más humano de un monstruo, convirtiendo a Ramsés en un personaje carismático como pocos.
Y por eso no pude resistirme a Ramsés el Maldito. La pasión de Cleopatra. Porque, partiendo de que es una secuela que ya nadie pedía, mi fangirl interior clamaba por saber cómo continuaba la historia.
Pero, tristemente, hace ya unos años que Anne Rice ha dejado de brillar como lo hacía, para mí por lo menos. Y no es distinto en esta nueva novela.
A partir de este punto la reseña puede contener spoilers de La momia, así que lee bajo tu propia responsabilidad.
En Ramsés el Maldito la autora parte del punto exacto en el que lo dejó su precuela: July y Elliot han tomado el elixir, se han convertido en inmortales, y viajan juntos por toda Europa, hasta que Elliot, rejuvenecido, decide partir a buscar fortuna y vivir la juventud que le fue negada, y deja a la feliz pareja planeando su boda. Claro que sus aventuras son cero interesantes comparadas con lo que está por ocurrirle a Ramsés y July, por lo que Rice chasca los dedos y nada volvemos a saber de Elliot (uno de los personajes claves de La momia) hasta el final del mismo libro.
Por su parte, Cleopatra, recuperada tras el accidente de tren, descubre que está perdiendo sus recuerdos y, creyendo que es culpa de la cantidad de elixir que Ramsés le dio para resucitarla, decide ir en su busca para exigirle más.
Pero no es la única inmortal que rondará a los protagonistas, pues dos figuras misteriosas, la de Bektaten, reina de un antiguo imperio caído en desgracia debido al elixir, y Saqnos, el que otrora fue su primer ministro, le siguen la pista a Ramsés.
Finalmente, la escritora superventas Sybil Parker, famosa por sus novelas ambientadas en el Antiguo Egipto (tranquila, Anne, no se ha notado nadita que es un alter ego), empieza a tener vívidas pesadillas que de alguna forma la conectan con Ramsés y Cleopatra, y viaja a Londres para conocerlo a él y dar respuesta a los sueños que llevan acompañándola toda la vida.
Así es como todos estos personajes inician un viaje que terminará por confluir en un único punto, en el que es, lo adelanto ya, el mejor capítulo del libro, cuando aún no se sabe quién es amigo y quién enemigo.
Pero una vez pasado este punto, la trama se desinfla peligrosamente con enemigos que no dan la talla o la aparición de personajes todopoderosos que le quitan toda la salsa a un argumento ya de por sí un poco insípido.
Incluso el erotismo, tan característico de las obras de Anne Rice, aquí parece forzado, limitado a cuatro escenas de alcoba metidas con calzador. Es que no sé hasta qué punto es cómodo escribir escenas eróticas a cuatro manos con tu hijo, pero eso lo dejaremos para otro momento.
De la magia, el misterio y el romance por los que destacó La momia no queda nada. Y es que no se puede hacer una secuela de un libro cuyo pilar es un tira y afloja romántico-erótico entre dos personajes que al final del mismo consolidan su relación. Porque, ¡sorpresa! Se vuelve aburrida.
Ramsés el Maldito es una obra insulsa e innecesaria. Sí, ese sería el adjetivo que mejor me encaja: innecesaria.
No voy a negar que hubo capítulos que sí me entretuvieron. A pesar de que tarda algo en arrancar, reencontrarse con viejos conocidos en la primera mitad del libro, mientras todos los personajes se aproximaban hacia su encuentro, sí que me resultó interesante y me enganchó. Con su estilo reflexivo y algo pesado, los Rice consiguen tocar algunos temas interesantes, como la exploración de la culpa, de la responsabilidad de los poderosos o del origen e inmortalidad del alma.
Pero la forma en la que los autores han resuelto la trama me parece demasiado fácil. No hay un verdadero riesgo para los personajes, en ningún momento. Y en mi opinión eso ha terminado por matar una novela a la que le tenía muchas ganas.
Si eres muy muy muy muy fan de La momia y sientes muchísima curiosidad por saber qué ocurre después, puede que Ramsés el Maldito sí que te entretenga, pues tiene algún momento bueno. Pero si no te has leído el primer libro, no pierdas el tiempo con este, pues como lectura individual nada tiene que aportar.