El tiempo, la memoria, los recuerdos y la integración de todos esos elementos en nuestro cerebro es (y será) uno de los temas recurrentes de la ciencia ficción, en cualquiera de sus expresiones. «Recursión» de Blake Crouch, publicado por Nocturna dentro de su línea Noches negras, supone un nuevo paso en ese campo, vestido con las mejores galas del thriller cinematográfico, con un ritmo brutal, toques noir y unas ideas accesibles y atractivas. ¿Qué sucedería si comenzases a recordar cosas que no has vivido? ¿Te podrías fiar de tu mente, de tus propios recuerdos? ¿Qué es real y qué no?
El argumento.
La realidad se ha roto.
Al principio parece un virus. Una epidemia que se extiende de forma incontrolable, enloqueciendo a sus víctimas con recuerdos de una vida que no es la suya. Pero no se trata de un patógeno y las consecuencias no afectan sólo a la mente, sino al propio tejido del tiempo.
En Nueva York, el detective Barry Sutton está investigando este extraño síndrome en un caso que pronto se entrelaza con el trabajo de una brillante neurocientífica convencida de que es la memoria lo que determina la realidad. Pero ¿cómo pueden dos personas investigar el origen de unos recuerdos falsos cuando a su alrededor toda la realidad se está desfragmentando?
«Recursión» es una de esas novelas de las que cuesta despegarse de su lectura. Amena, ambiciosa en su justa medida y llena de giros, casi inmersa en un giro argumental continuo, maneja una interesante cantidad de registros para terminar construyendo una sólida trama.
La novela comienza como un policiaco con toques de ciencia ficción. Un detective de Nueva York, Barry Sutton, atiende un intento de suicidio en la azotea de un edificio. La cosa se complica cuando la presunta suicida le explica que recuerda retazos de una vida diferente a la suya, una línea temporal paralela y que es causa del síndrome del falso recuerdo (SFR), una extraña enfermedad en expansión que genera recuerdos alternativos y los enfermos son incapaces de discernir entre la realidad y la supuesta ficción. Ese inicio, potente y atractivo (marca de la casa en los trabajos de Blake Crouch), emparentado con algunas ideas de Dick o con «Días extraños», la excelente película de 1995 dirigida por Kathryn Bigelow, termina derivando en una trama más científica.
La parte científica de la novela se personifica en Helena Smith, una investigadora con un objetivo: buscar un mecanismo capaz de conservar los recuerdos de la gente, hacerlos accesibles para el momento en que una enfermedad como Alzheimer les destroce su consciencia. Esta parte de la narración incluye conceptos relativos a la estructura de la memoria en nuestro cerebro, nuestra comprensión limitada del tiempo y algunos conceptos de física. Que nadie se asuste, no es un sesudo thriller de cifi hard, aunque algunas partes vean resentido el ritmo de la narración para introducir esas ideas. El tono se acerca más al estilo de, por ejemplo, Michael Crichton, un acercamiento ligero, didáctico y manejable, lo justo para introducirlos en la novela, de manera inteligente y dejar que continúe el relato.
«Recursión» es uno de los thrillers de ciencia ficción del año. Una lectura ágil, inmersiva, con toques cinematográficos y una incesante bola de acontecimientos sorprendentes que no deja de girar. Una novela que atrapa, te enreda en sus hilos y deja pensando en sus ideas incluso después de terminarla.
El ritmo de «Recursión» es alto, para disfrute del lector. La ideas se suceden, los giros argumentales, saltos temporales y ¿falsos? recuerdos. Un juego de espejos donde la información y las soluciones se va formando ante nuestros ojos, de una manera espectacular. El estilo de Blake Crouch es cinematográfico, con algunas impresionantes escenas de acción en su tramo final y un juego temporal, bien indicado al lector, sustentado en diálogos ágiles. No resulta extraño preguntarse si, con tanto giro, idea y un ritmo tan elevado, la idea principal de «Recursión» soporta las 400 páginas del relato. La respuesta es un si rotundo.
La primera idea de un virus, de una pandemia que genera recuerdos falsos deja paso rápidamente a un concepto más enrevesado. Esta idea principal, que muta, que cambia según pasan los rápidos capítulos, llega hasta unas consecuencias finales. No se llega a agotar el concepto pero se exprime al máximo. Ahí llega uno de los puntos complicados de «Recursión»: esa idea rupturista con la realidad tiene unas reglas, un modo de uso que se explica claramente al lector y con las que Blake Crouch juega constantemente. La premisa abre un campo muy amplio de posibilidades pero la narración nos lleva constantemente a los mismos caminos, muy variados e interesantes, pero a las mismas opciones de los personajes principales. Algunas parte da sensación de ir sobre raíles, como en esos videojuegos de disparos en los que la cámara se mueve sola. No es nada grave ni compromete el excelente resultado final de «Recursión» y casi se agradece que acote la historia a dos o tres personajes y sus opciones. La incesante sucesión de giros mantiene siempre el interés, llegando a una parte final que intenta ir un poco más allá, hacia conceptos mas humanos y sentimentales que cierran la narración satisfactoriamente.
En definitiva:
«Recursión» es uno de los thrillers de ciencia ficción del año (ganador del premio Goodreads es esa categoría en 2019). Una lectura ágil, inmersiva, con toques cinematográficos semejantes al acercamiento de las películas de Christopher Nolan al género, y una incesante bola de acontecimientos sorprendentes que no deja de girar. Blake Crouch estira la idea principal hasta el infinito, siempre con el entretenimiento lector en mente, respetando su inteligencia. No me extraña que Netflix la esté preparando como una futurible serie, resulta ideal para esa misión. La edición de Nocturna mantiene la calidad a la que estamos acostumbrados y cuenta con una sólida traducción de Laura Naranjo.
Una novela que te atrapa, te enreda en sus hilos y te deja pensando en sus ideas incluso después de terminarla.
No se le puede pedir más.