Manor Black nos presenta la nueva serie de Cullen Bunn, Brian Hurtt y Tyler Crook. Norma Editorial es la encargada de traernos está historia de terror sobre una extraña familia de brujos y la elección del sucesor de Roman Black, cabeza de familia.
Cullen Bunn tiene experiencia a la hora de ofrecer al lector obras de terror. Tras el éxito de Harrow County, Norma publicó Los dementes, una historia autoconclusiva sobre una enfermera que comienza a trabajar en el psiquiátrico de la ciudad.
La sorpresa la da Brian Hurtt, que hace la función de co-guionista de Manor Black. Hurtt y Bunn ya habian trabajado juntos en anteriores ocasiones. Entre sus obras en conjunto destacan Los Malditos y The Sixth Gun. Pero en este caso, Hurtt abandona los lápices para ponerse a trabajar en la trama junto a Bunn
En el caso de Manor Black, tenemos un protagonismo compartido entre Roman, el patriarca de la familia Black, y Ari, una joven a la que el propio Roman toma bajo su protección. Este acto es tomado como una ofensa por el resto de la familia Black, quienes se disputan entre sí ser elegido sucesor de la mansión y convertirse así en el representante del poder de la familia.
En el mundo de Manor Black, cada hechicero tiene un tótem, un poder sobre un elemento concreto. En el caso de nuestro moribundo protagonista, posee el control sobre la sangre.
Las mentes tras la historia de los Black
Cullen Bunn es un autor con experiencia a la hora de adentrarse en el terror dentro del cómic. En este caso, juega con el lector presentando una historia in media res. En Manor Black, el lector sigue las acciones de dos personajes. Por un lado, una joven llamada Ari. Por otro lado, el patriarca de la familia Black, Roman. En ambos casos el lector entra a mitad de la acción, sin conocer qué se mueve detrás de cada historia, que hechos han conducido al momento en el que empieza la primera página.
Por un lado, se presenta a Ari huyendo con un grupo de gente en una furgoneta. El lector no sabe por qué ni de quién huye. Por otro lado, La familia Black está ansiosa por conocer la decisión de Roman sobre quien será su sucesor. Y el lector tampoco conoce que se esconde detrás de esa sucesión.
Esta forma de comenzar Manor Black provoca en el lector la necesidad de leer para satisfacer su curiosidad. Y nunca queda completamente satisfecha. Y es que Bunn juega con la narración abriendo misterios, presentando personajes, mostrando conversaciones que sólo generan más dudas sobre donde viene o hacia donde va Manor Black.
Lo positivo de tanto misterio es que todo se entiende. No es un cómic increíblemente profundo en el que el lector se mueve a oscuras todo el tiempo intentando buscar la luz. La virtud de esta historia es que en el camino oscuro hay pequeños farolillos, que ayudan a orientarte, pero sólo hacia donde el guionista quiere que vayas.
Este primer volumen de Manor Black está compuesto por sólo 4 capítulos. Este hecho tiene algo bueno y algo malo.
Lo malo: se queda corto. La ambientación y la estructura de la historia está tan bien planteada que dan ganas de adentrarse en lo más profundo de ella y no salir hasta entender todo.
Lo bueno: los capítulos están muy estructurados narrativamente. Esto hace que lector perciba claramente el principio y el final de la historia que quería mostrar el capítulo en cuestión. Bunn y Hurt no abusan a la hora de sorprender al lector al final de cada número, sino que cada cierre se plantea como una escena con su principio y su final. Las sorpresas las reparte con cuentagotas a lo largo de la trama, dejando para el final lo mejor, provocando en el lector la necesidad de continuar leyendo (aunque no hay fecha para la segunda parte).
Los lápices góticos de Tyler Crook.
Gran parte del efecto que provoca Manor Black es gracias a los dibujos y el color que acompañan a la historia.
A pesar de que Crook ya trabajo con Bunn en Harrow County, en esta ocasión se aleja del tono juvenil que predominaba en la otra, para otorgarle un tono más serio y tétrico. Se vale de la acuarela para darle un color que destaca en calidad por encima del dibujo. Colores oscuros y fríos crean una atmosfera de terror. Destacan en ocasiones ciertos elementos relacionados con la magia en colores vivos, parte fundamental de esta historia.
El estilo de dibujo es de líneas gruesas, sin excesivo detalle. En sus dibujos destacan los rostros, muy expresivos aun con pocos detalles. Crook juega sobre todo con el color, dejando el dibujo a modo de guía rápida para orientarse.
La combinación de ambos le dan una gran profundidad a la historia, siendo uno de los puntos fuertes de Manor Black.
La conclusión de una historia inconclusa
Es normal que un primer tomo haga la función de presentación de una historia. A partir de ahí, el lector querrá seguir leyendo para conocer que les depara a los personajes de la historia.
Pero en Manor Black no duele tanto el futuro como el pasado. Lo que el lector siente, es que lo han soltado en medio de una trama sin principio ni final. Y lo peor es no conocer el principio, no saber las bases en las que se fundamente la historia. O este ha sido mi caso. Si tengo ganas de conocer que pasará con Roman y Ari en un futuro, todavía tengo más curiosidad por saber quienes son y de donde vienen.
Y creo que esto ha sido un trabajo premeditado por parte de Bunn y Hurtt. Han querido jugar con la historia, creando el misterio de la sucesión, sin saber bien que significa ese concepto dentro de la familia Black. O quien es Ari y de que huían o hacia donde se dirigian.
Los guionistas han jugado bien sus cartas. Manor Black deja con ganas de más. Y la parte artística es una gozada que soporta gran peso de la narración, ofreciendo el ambiente que esta historia necesita.
En definitiva, es una obra que recomendaría a casi todo el mundo. Y digo casi porque hay personas (yo soy una de ellas) que no llevan bien mantener el misterio tanto tiempo. Esta historia debe leerse dos veces: la primera al ritmo de la publicación, y la segunda, de principio a fin de forma continuada.