Entre las novedades de julio de Norma Editorial, hemos tenido el placer de leer un cómic no convencional muy distinto a lo establecido, más allá de superhéroes americanos o espadachines y ninjas nipones. En este caso, Fabien Vehlmann y la pareja Kerascoët nos traen una historia de amor diferente a las que conocemos. Dulces Tinieblas nos ha recordado al típico cuento que nos contaban nuestros padres cuando éramos pequeños. Eso sí, con cierto matiz, pues cuando éramos infantes los cuentos acababan con finales felices y gente comiendo perdices. En Dulces Tinieblas no hay de eso, no hay finales felices ni fiestas.
Una obra de arte hecha cómic
¿Quién no ha escuchado alguna vez el dicho: No hay que juzgar un libro por su portada? En el caso de Dulces Tinieblas sí que hay que juzgarlo. Estamos ante un cómic con una ilustración espectacular. Un tomo de tapa dura tamaño cuartilla de folio con una solapa de doble cara colorida que resume lo que será el viaje de nuestra protagonista.
Un ambiente que va tornándose lúgubre y triste
Lo turbio de la historia es el comportamiento que irán cogiendo todos los personajes… A medida que avanza la trama, el ambiente encantador y dulce se va oscureciendo. Los personajes, inicialmente inocentes, se enfrentan a situaciones cada vez más perturbadoras y crueles. Nuestra protagonista, Aurora, intentará mantener la armonía, pero su mundo de fantasía se empieza a desmoronar, revelando su lado más real, humano y tenebroso.
El final nos dejará con la duda de qué es real y que no, de si todo es un sueño o si este diminuto mundo es real. Busca darle al lector un enfoque en el que sea él mismo quien de respuestas a esta pregunta.