Editorial Debate ha traído a nuestro país este apasionante libro que no debes perderte por las razones que os expondré más adelante y que ha sido traducido por Marcos Pérez Sánchez. La edición cuenta con dos detalles que se agradecen; en primer lugar, dos juegos de fotografías a color donde observar alguno de los hitos detallados en el texto. En segundo lugar, un Índice Alfabético de términos, referencias y nombres propios para localizarlos en caso de una consulta. Antes de avanzar, aprovecho para recomendar el portal Por amor a la ciencia a aquellos que aún no lo conozcáis. Un excelente lugar donde encontrar títulos vinculados a las Ciencias.
Para escribir este libro, Scott Kelly ha contado con la excelente colaboración de Margaret Lazarus Dean y eso se nota. No sólo es una profesional que conoce el medio de Kelly, sino que le ha imprimido profundidad, sentimiento y una fuerza narrativa que eleva a épica la vida y gesta de este magnífico ex piloto de combate militar y piloto de pruebas, ingeniero, astronauta y capitán retirado de la Marina de los EE. UU.
He de deciros que, tras leer las primeras páginas, dejé de tomar mis notas habituales porque era imposible resumir la ingente cantidad de datos, hechos y anécdotas narrados en este libro. No tiene desperdicio alguno. Es un placer avanzar en la historia alternando capítulos biográficos con aquellos donde se narra la crónica propiamente dicha de la expedición en la Estación Espacial Internacional (EEI). El prólogo mismo ya te emociona; Scott, sentado a la mesa junto a su familia a los pocos días de haber vuelto de su misión, apenas puede contener los sentimientos contenidos que ahora afloran, todo ello con un cuerpo dolorido y que aún se está acostumbrando a la gravedad terrestre.
«-Eh, ¿qué demonios es eso? -le pregunté.
-Es el amanecer -respondió Curt
Un amanecer orbital, el primero para mí. No tenía ni idea de cuántos más vería. He visto miles, y su belleza no ha disminuido.»
Scott Kelly, cuando es interpelado a propósito de si tiene sentido la inversión en exploración espacial, afirma rotundamente que sí, sin duda; aunque sólo sea por la unión que fomenta entre distintas nacionalidades en torno a un inmenso proyecto en tiempos de paz. Y para ello no duda en exponerse a las dos principales amenazas del espacio exterior: los efectos en el cuerpo humano de la ingravidez prolongada y la radiación que es equivalente a diez radiografías de tórax al día. Esta misión ha perseguido (y persigue, porque el seguimiento aún continúa en tierra) entre otros innumerables experimentos, analizar si es factible un viaje de larga duración como lo sería ir a Marte. Y qué mejor que hacerlo con dos gemelos, los hermanos Scott y Mark E. Kelly.
Como os anticipaba, el libro alterna los dos bloques. La parte biográfica nos servirá para entender tanto su vida como la de su hermano gemelo, que ha corrido siempre paralela. Arrancamos en West Orange, New Jersey. Los dos pequeños Kelly nacen en un hogar humilde. Su padre, policía, no fue quizá el mejor. Su madre, por otro lado, mostró un inconmensurable pundonor consiguiendo ascender desde un simple puesto en el sector ferroviario al policial. Una perseverancia de la que parecían ser ajenos los dos muchachos, más ocupados en trastear y no cumplir en los estudios como debieran. Ni trabajar como técnico sanitario enderezó el rumbo de Scott. Fue la lectura a los dieciocho años de la novela Lo que hay que tener, de Tom Wolfe lo que marcó un antes y un después en su vida. Esos pilotos elegidos para gloria servirían de inspiración a un muchacho que decidió recuperar el tiempo perdido. Y esto le costó mucho, pero que mucho sudor y penas. Acabó en la Universidad de Maryland, donde un orientador le intenta cerrar las puertas. Pero, Scott quiere ser piloto de la Marina y consigue ser aceptado en la SUNY Maritime, una universidad pequeña, pero donde pudo hacer la instrucción en Fort Schuyler, la cual recuerda tan dura como reflejan muchas películas. Estudiaba con todas sus fuerzas y su hermano Mark le ayudó a ello. Llevar a cabo su primera travesía en el barco Empire State V marcó su bautismo de mar. Los años pasaron y accedió a la formación en portaaviones hasta conseguir las alas y pilotar un F-14 Tomcat. En medio, muchas historias en el Golfo Pérsico rezumando lo que hemos visto en Top Gun. De hecho, una barrena plana típica del F-14 se refleja en esta película de manera muy veraz. El propio Scott participó en el diseño del avión que lo sustituiría y que ya no tenía este defecto. En 1992 se casó con Leslie Yandell. Con ella tuvo a Samantha y a Charlotte, aunque con el tiempo la pareja se divorció. Scott entra junto a su hermano en la escuela de pilotos de pruebas de la Marina estadounidense en Patuxent River (Mayland). Vuelo, sistemas,… los futuros astronautas. De ahí hasta la NASA y luego al espacio. Pero antes, conoció a su actual pareja, Amiko Kauderer. Ella y Leslie son el paradigma de cónyuges sufridos que saben lo que es que tu pareja ponga su vida en juego cada día en la «oficina». Una vida que el libro nos detalla de manera ágil, épica y que huele a celuloide.
La parte del libro que nos relata la expedición que lo llevaría un año al espacio (340 días, desde 2015 a 2016) nos sumerge de arranque en la Ciudad de las Estrellas y el Centro Gagarin de entrenamiento de cosmonautas a las afueras de Moscú. La presencia de Rusia es inevitable a lo largo de la narración y es uno de los aspectos más interesantes del libro, esa manera de confrontar dos maneras para hacer lo mismo. Después, el viaje a Baikonur, en Kazajistán, la cuarentena, los ritos rusos, enfundarse los trajes Sokol y dentro de una angosta e incómoda cápsula Soyuz partir rumbo a la EEI los cosmonautas Mijaíl (Misha) Kornienko, Guennadi Pádalka y Scott Kelly.
«¿Dónde se me ha ocurrido meterme? Durante un momento, pienso que esta es una de las cosas más estúpidas que he hecho jamás».
A partir de aquí nos encontramos con abundantes descripciones técnicas, mecánicas,… que son detalladas de tal manera que tienes la sensación de estar flotando ahí arriba como uno más. Me quedo con la descripción del despegue, el momento MECO (main engine cut off), el lento proceso de acoplamiento y la llegada a la EEI enfundado en su traje de Capitán América, que era el oficial de vuelo y que se le quedará pequeño. En la Estación ya hay tres personas y a los largo de los meses fueron pasando más expediciones. Descubriréis los distintos sectores, el olor a nuevo, gases y olor corporal. Aprenderemos la importancia del tema de tratamiento de los residuos. Dormiremos flotando en un camarote del tamaño de una cabina telefónica. Trabajaremos en el laboratorio de alta tecnología Destiny. Y esperaremos rezando que lleguen sin problema los cohetes no tripulados Dragon de la empresa SpaceX con los suministros necesarios. Así, día a día, en medio de una medida planificación llegará el momento del retorno.
El lector exigente encontrará extractos tales como cuando se explica cómo funciona el CDRA (sidra) para eliminar el dióxido de carbono, algo muy importante a mejorar si queremos llegar a Marte. Nos asombraremos con los duros entrenamientos en el dunker o con los efectos en la visión de los viajes al espacio. Asistiremos con agrado a la desaparición de los estereotipos de las personas en el espacio y a una buena relación. Scott ha tenido suerte y no se ha enfrentando a conflictos.
Emisión de La Nave de Lanark McKlaor que incluye el tráiler del libro.
Estamos ante un libro que sirve para divulgar el conocimiento de la exploración del espacio de manera excepcional de la mano de un héroe moderno, pero también estamos ante un libro que evoca las aventuras de antaño, similares al legendario viaje del Endurance de Shackleton al Polo Sur. Y nos espera un libro íntimo, personal, donde Scott se abre a través de sus reflexiones profundas que se agradecen. Conoces mejor al hombre y al héroe. Así lo veo yo. Un héroe moderno por exponer su vida y su familia a la ciencia. ¿Le reporta satisfacción personal? Sí, pero con el precio de un alto riesgo y de perderse muchas cosas por el camino. Este libro te muestra crudamente esa perenne realidad. La página 402 me parece perfecta; describe lo que echaba de menos. Nos puede servir a nosotros para recordar cuánto puede valer un hecho habitual que ya no le damos importancia. Scott se nos muestra como un hombre determinado, perfeccionista, vital y que es un ejemplo de perseverancia en pos de un objetivo. En cierto modo, se ha ofrecido para que la humanidad dé unos pasos más hacia su futuro entre las estrellas. Un libro para regalar y regalarse; quizá cambie o inspire tu vida.
«Sé también que, si queremos ir a Marte, será muy, muy difícil,costará un montón de dinero y tal vez de vidas humanas. Pero sé que, si decidimos hacerlo, podemos».
Si quieres, puedes empezar a leer Resistencia, un año en el espacio aquí.
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