¿Qué se puede hacer una noche tórrida de agosto además de bucear entre los catálogos variopintos de internet mientras intentas encontrar algo que sea tan aburrido que te duerma a pesar del calor? Bueno, en mi máster sobre cómo engancharse a cosas y volverse la más friki de las mismas en menos de que Sharpe diga dos veces “bastards”, precisamente, elegí iniciar una de las sagas más famosas tanto de la literatura militar como de los telefilmes ingleses de los 90: la saga de Sharpe.

¿Qué es Sharpe?

Comienza por el comienzo y cuando termines de hablar, ahá, te callas.

Bernard Cornwell. Crédito de la foto: Sarah Sierszyn

Existe un autor inglés de los de pipa en boca y vestimenta elegante, pero en tonos marrones, llamado Bernard Cornwell, que antes de hacerse mundialmente famoso por sus sagas de novelas, que van desde aventuras vikingas, la leyenda del Rey Arturo o una novela inclasificable sobre Stonehenge, trabajaba en la BBC.

Este Oficial de la Orden del Imperio Británico, después de acabar su contrato con la televisión, decidió mudarse a Estados Unidos por Judy, a la que no daban la residencia en Inglaterra. Así, con la pipa en la mano, decidió vivir el sueño americano, que empezó a convertirse en pesadilla cuando también se le denegó la residencia. Lo único que podía hacer Cornwell para ganarse la vida y no una expulsión del país, era trabajo intelectual, así que cambió la pipa por la pluma y, en 1981, un año después de casarse con Judy, comenzó a escribir la longevísima serie “Sharpe” con “Sharpe’s Eagle”.

Y así, el mundo descubrió lo que las guerras napoleónicas tenían que contarnos gracias a un rudo soldado inglés que se patea media Eurasia (desde España hasta la batalla de Assaye, en la India) intentando sobrevivir haciéndole la vida imposible a sus soldados y ascendiendo en el ejército, algo nada fácil para el hijo de una prostituta asesinada en los disturbios de Gordon cuando Richard tenía tres años.

El tema es que Cornwell se hizo famosísimo, consiguió que no lo echasen de Estados Unidos y le dio al mundo un personajazo que la ITV convirtió en un icono en 1993 con “Sharpe’s Rifles”.

El primer tomo en orden de lectura en España.

Sharpe en la televisión: ¿Pero Richard no era moreno?

No tengo ninguna duda de que en el momento de hate que vivimos, una de las quejas que habría tenido el fandom de los libros es que Richard Sharpe tenía el pelo negro y los ojos azules. Bueno, chicos, no se puede tener todo, más cuando tienes a Sean Bean como protagonista (sinceramente, eso es tenerlo todo).

Pero en principio el canon iba a seguirse, porque el elegido para interpretar al rudo Richard Sharpe fue Paul McGann, un consolidado actor de teatro que había hecho, en 1985 la grandísima película “Withnail & I”, producida por Paul McCartney y en la que ya salía el mejor secundario de Sharpe: Daragh O’Malley increpando al pobre “I” y llamándolo “perfumed ponce” en los baños de un antro de Londres.

Disclaimer: Mis películas favoritas siempre habían sido, en este orden, “Lawrence de Arabia”, “El Acorazado Potemkin” y “Cantando bajo la lluvia” y esa lista llevaba sin cambiar unos treinta años, hasta que descubrí “Whitnail & I” y tuve que relegar a Kelly, Reinolds y O’Connor al cuarto lugar. “Whitnail & I” es una película rarísima pero que merece mucho la pena por las enormes y magistrales actuaciones de Paul McGann y Richard E. Grant.

A lo que iba, Paul McGann, futuro Octavo Doctor, estaba ya con todo preparado para convertirse en Richard Sharpe (hay fotos en internet de McGann vestido para la ocasión junto a los demás Chosen Men) cuando, jugando un partido de fútbol ya en el lugar de rodaje, se rompió la rodilla y cobró el seguro más caro de la historia de la BBC. Pero se quedó sin el papel de Sharpe, que fue a parar a un joven Sean Bean que ya había actuado en “Juego de Patriotas” con Harrison Ford o en la indescriptible “Caravaggio” junto a Tilda Swinton.

Paul McGann en Sharpe. Lo que pudo ser y no fue

 

Sharpe y sus fusileros: Televisión. Cine. Disfrute

We have two ears, but only one mouth; so a good leader will listen twice as much as he shouts (Teresa Moreno)

Es muy difícil y, a la vez, muy fácil describir la sensación de goce absoluto cuando descubres algo que no solo sabes que te va a encantar desde el minuto uno, sino que tienes episodios y episodios para ver hasta aburrirte y, encima, aún más novelas de las que fueron adaptadas a la televisión para continuar con la historia.

Fíjense si está bien “Sharpe” que Bernard Cornwell cambió la descripción física del personaje en los últimos libros porque se había quedado maravillado con la interpretación de Sean Bean.

Sharpe es un sargento de poca monta que pertenece a la 95 compañía de fusileros del ejército británico en misión en España durante las guerras napoleónicas. Mientras están relajados en un descanso entre batallas, sir Arthur Wellesley decide ir a darse un paseo a caballo con su perro, con tan mala suerte que dos exploradores franceses lo ven y comienzan a perseguirlo. Sharpe, que siempre está vigilante, se da cuenta de que algo va mal y salva la vida de Wellesley liquidando a los franceses y consiguiendo un ascenso inmediato a teniente.

Pero claro, en el ejército británico de la época, los oficiales procedían siempre de familias de la nobleza así que, aunque Wellesley tiene buena intención, nadie está dispuesto a aceptar que les mande un mindundi como Sharpe. Además, la tropa está en horas bajas, puesto que ya se les deben dos meses de sueldo por la desaparición del banquero Rothschild, que había quedado con los ingleses en un punto del país pero que jamás apareció.

Así que Wellesley y Hogan (Brian Cox) envían a Sharpe en una misión suicida en busca de un grupo de fusileros, a los que deberá liderar para encontrar a Rosthschild y conseguir el dinero. Y resulta que los fusileros, bajo el laxo mando del borrachín irlandés Patrick Harper (Daragh O’Malley) no están nada de acuerdo de que un advenedizo que no es un “proper officer” sea su nuevo líder, pero tampoco les queda más remedio que aceptarlo después de una buena sesión de tortazos y el arresto de Harper y, sobre todo, después de que el resto de la compañía inglesa sea exterminada por los franceses mientras hacían un alto en el camino a Torre Castro.

Cuando los fusileros supervivientes (los de Sharpe) empiezan a tener rencillas más graves y se amotinan, aparecen en escena los bandoleros españoles, que requieren su ayuda para una misión en el pueblo de Casa Antigua. Bajo el mando de Teresa Moreno (Assumpta Serna), necesitan su escolta para llevar un cofre misterioso al pueblo pero los franceses no están dispuestos a ponérselo fácil con la connivencia del Conde de Matamoro (título en disputa).

The Chosen Men, con el Lt. Richard Sharpe a la cabeza

La sublimación de Sean Bean. Assumpta Serna, la Sarah Connor española

Todos los 2 de agosto se celebra el día de Yorkshire. En la red social anteriormente conocida como Twitter, los habitantes de este condado del norte de Inglaterra llenan el timeline con recopilaciones de vídeos de Sean Bean diciendo “Bastards!” en Sharpe. Y es que es icónico. Cuando me enteré de que Paul McGann, uno de mis actores favoritos, podría haber sido Sharpe, me cabreé pero no tenía ningún tipo de razón. Sean Bean es Sharpe de la cabeza a los pies y creo que nadie en este mundo habría interpretado al personaje como lo hace él.

Sean Bean es uno de los mejores actores vivos, de eso no tengo ninguna duda. Y es cierto que tiene una gran capacidad para morir en escena de maneras muy épicas (y no hablo solo de Boromir, incluso en “Black Death”, siendo desmembrado salvajemente, lo hace fantásticamente bien) pero es que todo lo que hace, sin excepción, es un papelazo. ¿Percy Jackson contra el fuego? Papelazo. ¿La pésima “Caballeros del Zodiaco”? No pasa nada, Sean Bean borda lo suyo. ¿Doblando el “Elden Ring”? Perfecto. ¿Siendo perseguido por una horda de vacas hasta caer por el acantilado en “El prado”? Una de las muertes más graciosas de su carrera pero papelazo también.

No es ningún spoiler decir que en Sharpe no se muere. Al menos en la primera, que es de la que estamos hablando, pero si Cornwell sigue escribiendo libros sobre el personaje, imagino que en ninguno de los catorce episodios rodados tendremos el placer de volver a ver morir a Bean.

Aprovecho para hacer una cuña publicitaria necesaria: #DontKillSeanBean.

La forma de llamar bastardos a sus compañeros de los 95 Rifles es icónica en el Reino Unido. Pero toda su interpretación es perfecta, crea un personaje rudo que, aunque empieza llevando su mando como todos los bisoños que no tienen ni idea y optando por el lado tiránico, acaba teniendo una buena relación con los escombros de sus compañeros. Sí, incluso con Harper, a pesar de haberse partido la cara varias veces en toda la película.

No hay nada histriónico en su interpretación, Bean siempre hace lo que se necesita y más porque siempre imprime un carácter único a todos sus personajes (como no saberse el guion en LOTR y darnos una de las mejores escenas de la película en el Concilio de Elrond). McGann, eres de mis favoritos pero, lo siento, fuiste un grande en The Monocled Mutineer, gracias por dejar a Sean Bean ser Sharpe, una victoria para el mundo.

“En Salamanca famoso/ por su vida y buen talante/al atrevido estudiante/lo señalan entre mil” (Espronceda)

Y pasamos a Assumpta Serna. Maravilla. Esta mujer es oro. La recordaréis en “Falcon Crest”, “Jóvenes y brujas” o “Enrique VIII”. Aquí Serna interpreta a Teresa Moreno, una estudiante de Salamanca, a quien los franceses asesinan a su familia y decide buscar la venganza en esta vida o en la otra.

Al mando de un montón de bandoleros, Teresa Moreno francés que ve, francés que mata, convirtiéndose en una especie de Sarah Connor española fantástica que, además tiene culta conversación y, por supuesto, está interesada en el “mocín” (et tu, Brute?). Teresa viaja con el Conde de Matamoro (otro distinto del de antes), que custodia un cofre que tienen que llevar sí o sí a Torrecastro.

Teresa es un personajazo de los pies a la cabeza, una mujer poderosa y decidida que engaña al protagonista para conseguir sus objetivos, aunque clarísimamente todos sepamos que al final se van a enrollar y todo va a salir bien. Y Assumpta Serna lo interpreta maravillosamente, ofreciéndonos un personaje carismático y creíble.

Teresa Moreno no dejando a ningún francés vivo

La guerra no es bella

There are two kinds of officers, sir: killin’ officers and murderin’ officers. Killin’ officers are poor old buggers that get you killed by mistake. Murderin’ officers are mad, bad, old buggers that get you killed on purpose – for a country, for a religion, maybe even for a flag. (Patrick Harper)

Una de las cosas que más me gusta en Sharpe es la clarísima falta de medios. Se nota que es un telefilme, que se han gastado lo justo y aun así, lo mágico de los buenos equipos, es que pueden crear obras maestras como esta sin necesidad de grandes fuegos de artificio.

La acción transcurre en el campo, en escenarios naturales que no tienen nada de bello y que fueron rodados en Crimea (no me pregunten, yo solo doy el dato). Jason Salkey, que interpreta a Harris, escribió un libro comentando las desventuras que pasaron durante el rodaje de la serie, que debió de ser glorioso, titulado “From Crimea with Love: The Misadventures in the Making of Sharpe’s Rifles” (que ya está en mi carrito de la compra porque se me ha creado una necesidad incontenible).

Y quizá esa falta de medios es la que crea la magia. Hay numerosas escenas de batalla en la película pero la que más me marcó fue cuando los Chosen Men, enviados a una ladera como forma de reírse del advenedizo teniente Sharpe, presencian cómo los franceses exterminan al resto de sus compañeros, que están descansando en un claro. No pueden hacer nada, aunque Harper y otros intentan bajar, pero Sharpe los detiene porque la masacre está consumada y, al menos ellos, deben sobrevivir.

Esa masacre es cruda, sucia, con la cámara en el suelo. Se ven miembros cortados, un caballo panza arriba, muerte por todas partes. Porque la guerra no son escenas épicas como las de “Napoleón”, por muy bello que sea tu CGI, la guerra es gente matándose, cortes, sangre y confusión en el campo de batalla. Y Sharpe lo hace espléndidamente bien, tanto que encoge el corazón y te hace pensar en tantos años en los que se luchó mano a mano, en medio del caos, y lo fácil que era caer en combate, por muy soldado profesional que fueras. Con esta masacre, en el primer tercio de la película, comprendí que había nacido otra fan más de Sharpe, con eso os lo digo todo.

Además, las conversaciones entre los protagonistas son oro. Teresa Moreno habla de su agnosticismo con tranquilidad pero también pone firme a Sharpe en muchas ocasiones, dejándole claro que es su país el que está siendo invadido por los franceses y que ellos son los más interesados en ganar esa guerra. Harper, a pesar de ser un rebelde irredento, acaba forjando una relación con Sharpe y enseñándole a ser un buen oficial, aunque no sea “proper” para el resto.

Se habla de superstición, de cultura, de la Revolución Francesa y se llega a empatizar, sinceramente, con el Conde de Matamoro (el de mentira), que defiende que España es un “monasterio silencioso” y él quiere que sea la casa de la ciencia y la razón, denominándose “afrancesado”. Lo cual hace pensar, ¿qué habría pasado si no hubiéramos traído de vuelta al funesto Fernando VII? Y hasta aquí voy a leer.

La guerra. Sucia. Cruel, brutal

Desconozco si las novelas de Cornwell tratan temas profundos o no, pero me la jugaría a que sí, uno no escribe una saga de veinticinco libros hablando solo de batallitas y escaramuzas, lo cierto es que, prestando la poca atención que le presté a la película la primera vez que la vi, tuve tiempo para ver el trasfondo, nuestra propia historia y alabar el buen hacer del equipo técnico que, con nada, creó algo magnífico.

También pude ver “Sharpe’s Eagle”, la segunda pero de esa os hablaré, si cuadra, en otro momento. Solo decir que mejora a la primera, que Teresa Moreno sigue siendo la ama y que las rencillas entre “proper officials” y Sharpe van creciendo en intensidad y peligro, lo cual mantiene el interés en los secos campos de Crimea donde se grabó.

Por mi parte, queridos y queridas, ya tengo encargado el primer tomo: “Sharpe y el Tigre de Bengala” a mi librero favorito.

Querido Sharpe: Aquí Natalia, una admiradora, una amiga, una esclava, una sierva.

¡Larga vida a Sharpe, bastards!

 

Natalia Calvo Torel
Escribo, transcribo y traduzco cuando no estoy aspirando pelos de mis gatos, aunque de verdad soy arqueóloga medievalista. Trabajo en la organización de la Semana Negra de Gijón y os cuento mis historias en Fantasymundo desde 2005. A veces logro que la pila de libros pendientes baje un poco, aunque necesitaré una casa nueva en breve. ¡Aúpa ahí!

2 COMENTARIOS

  1. Gracias por hablar de una serie de televisión que siempre pensé que merecía más atención en España y que tiene un lugar especial en mi corazón (fue donde conocí a mi esposo de 30 años, Scott).

    Besos.
    Assumpta Serna

    … over the hills and far away…

  2. Gracias a ti, Assumpta, por darnos un personaje como Teresa Moreno. Una gran serie y unos grandísimos personajes, especialmente el tuyo.

    Un honor que hayas leído mi reseña.

    Besos.

    … I’ll have to fight another day
    Over the hills and far away…

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