Sin poder evitarlo, cada vez que pensamos en juegos basados en la historia china y el Romance de los Tres Reinos nos vienen a la cabeza oficiales con armas más o menos disparatadas eliminando enemigos y rivales a cientos o miles. Tenían que ser entretenidas esas guerras, sí.
Sin embargo, las saga estrella musou de Tecmo Koei, Dynasty Warriors, no es más que un spin-off de la serie que nos ocupa, Romance of the Three Kingdoms. Estrategia histórica (romantizada) por turnos que en raras ocasiones hemos visto lanzar por estos lares, sobre todo en consola. De hecho, aunque la versión XI llegó a salir en Norteamérica para PlayStation 2 en 2007, no es sino desde 2004 que no recibimos uno de sus lanzamientos en Europa, con RTK VIII, también para la misma plataforma. En PC es otra historia, también por la mayor facilidad para localizarlo, siendo la ya nombrada versión XI la última en llegar a Europa.
Por suerte, debido sobre todo a su treinta aniversario, los aficionados a la estrategia podemos disfrutar de este título en el viejo continente, no solo en PC sino también en PlayStation 4, la versión analizada en este artículo. Este dato es importante porque como la mayoría sabréis, no hay muchos exponentes de este género para consolas, lo que lo convierte en merecedor de, al menos, echarle un vistazo.
Una vez más, nos encontramos en la decadencia y etapa final de la dinastía Han y los posteriores conflictos que acabaron dando lugar al llamado Periodo de los Tres Reinos, según la versión de la obra de Luo Guanzhong y los registros históricos de Chen Shou. Así, iremos formando parte de la Rebelión de los Turbantes Amarillos, la aparición de Sun Quan, Cao Cao y Liu Bei, las continuas batallas hasta acabar formando los reinos de Wu, Wei y Shu, así como su etapa final y unificación.
Como suele ser habitual, seguir la historia es bastante complicado si uno no conoce las bases desde el inicio, al igual que en los musou, sobre todo por la gran cantidad de oficiales que van apareciendo. Sin embargo, en esta ocasión hay que tener en cuenta una ventaja y un inconveniente extra: es mucho más sencillo seguir los eventos cuando tenemos un mapa que nos muestra dónde está cada zona, quién controla cada región y dónde ocurre cada batalla, en contraposición a ponernos de repente en un escenario random con cientos de soldados idénticos. Por otro lado, nos obliga a saber por encima qué va a ocurrir a continuación, ya que el juego da por hecho que, al menos, algo de la historia conoces. De tal manera que cuando te vayas a enfrentar a Lu Bu, por ejemplo, sepas que va a ser un hueso muy duro de roer.
Para comenzar, el propio juego te recomienda que, salvo que conozcas bien la saga, comiences por el modo Héroe, cosa que yo también recomiendo, incluso si has probado títulos anteriores. Este modo se compone de pequeñas misiones de entre media hora y noventa minutos en el que tendremos que conseguir un objetivo concreto con los oficiales principales. Estas misiones van desde conseguir invadir una ciudad rival, aumentar la prosperidad en nuestros territorios o meter cizaña entre oficiales rivales para que batallen entre ellos, casamientos mediante.
Estas misiones tienen la intención de mostrarnos las diferentes opciones del juego, que son muchas, tematizándolas y centrándose cada vez en algunas cuestiones concretas. En total suponen unas doce horas de juego y no son muy difíciles de superar. Eso sí, tienen un par de problemas. El primero es que no explican bien cómo funcionan las consecuencias de las acciones, sino que se centran más en contarnos dónde están los menús y botones varios. Esto puede dejar con serias dudas a los que no estén acostumbrados a jugar a títulos de estrategia de este tipo. Lo segundo es que siempre tenemos tiempo límite, pero no nos dicen cuál, salvo en alguna situación concreta.
Una vez finalizado este modo, estaremos listos para pasar al principal. En él, tendremos que elegir uno de los 700 oficiales disponibles o crearnos uno propio para comenzar a unificar China, así como el momento histórico en el que queremos comenzar, si al principio de la Rebelión de los Turbantes Amarillos o más adelante. Por último, también es muy importante conocer el rol inicial que tiene el protagonista que elijamos: al contrario que en los juegos de estrategia tipo Europa Universalis, en el que somos una nación y no una persona específica, el sistema de juego difiere mucho si somos un gobernante o un oficial libre, un ministro de guerra o un asesor. Cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Esto no quiere decir que no pueda cambiar nuestra situación, ni mucho menos, pero siempre es más difícil conquistar China si comenzamos como un oficial sin tierras ni ejército propio. A corto plazo, al menos, a largo plazo puede ser muy provechoso que nadie se fije en ti.
Una vez metidos en harina, ¿cuáles son las posibilidades que tenemos para llegar a nuestros objetivos? Por seguir un poco el mismo orden de los tutoriales del juego, comenzamos con las relaciones personales. No por ser lo más importante, pero por lo abrumador que puede llegar a ser si decidimos basarnos en esto para escalar posiciones. Nuestro oficial tendrá, por defecto y según los documentos históricos, relaciones directas con otros oficiales, ya sean familiares, de amistad o de lealtad. Podremos visitar a estas personas para mejorar nuestra relación y que nos presenten a otros oficiales con quienes estén relacionados, nos enseñen nuevas técnicas que ellos conozcan y nosotros no o intercedan por nosotros en una negociación. Digamos que es una diplomacia a escala doméstica. Sus objetivos principales son afianzar lealtades cuando somos muy pequeños, conseguir pareja para prometerse y acabar teniendo heredero (sí, que si mueres y no tienes heredero pierdes automáticamente) y mejorar la impresión que tus oficiales cercanos tienen de ti. Descuidar estos menús puede dar lugar a deserciones o que te cueste más que ayuden en las labores de entrenamiento de tropas, por ejemplo.
La segunda estrategia a llevar a cabo es la de gestión de nuestra ciudad o ciudades. Es lo más fácil realmente y no tiene mucha diferencia respecto a otras sagas de estrategia. Dependiendo de nuestra posición como oficial, podremos dar órdenes, aconsejar para que otros las den, ayudar en las tareas, hacerlas nosotros mismos o mandar a otros que las hagan. Como antes, las relaciones interpersonales son una de las bases del juego, así que ayuda a los demás y acepta ayuda cuando puedas, para aumentar la lealtad de las tropas además de la prosperidad de la ciudad. Una gestión adecuada aumentará además la felicidad de los habitantes, la lealtad hacia nosotros y sobre todo, nuestras capacidades y la de nuestras tropas, tanto en número como en potencia.
Sin embargo, estas acciones tienen que convivir con otras igual o más importantes: las decisiones diplomáticas, ya sean internas, de espionaje, reclutamiento de oficiales o engañar a poblaciones cercanas para que te sean leales a base de mentiras. Uniendo las acciones de prosperidad, entrenamiento y diplomacia tenemos una profundidad en las diferentes tácticas y estrategias que podemos mantener bastante importante. Sin embargo, hay algunas características concretas que no están al nivel de otras, empañando un poco el resultado final: no hay apenas opciones de alianzas y diplomacia exterior, siendo muestras capacidades muy limitadas y resultando prácticamente imposible conseguir que dos rivales se enfrenten entre sí.
Por otro lado, resulta bastante confuso el sistema de órdenes cuando tenemos varias ciudades, sobre todo por su coste, ya que el oficial tiene un oro para él, cada ciudad tiene el suyo propio (no tiene apenas relevancia o directamente ninguna el dinero o características globales de nuestros dominios, sino que absolutamente todo funciona por ciudades) y la previsión de gastos e ingresos para los próximos meses no queda muy clara. No en pantalla, que se encuentra fácilmente, sino más por unas variaciones que funcionan más como si fueran el Ibex 35 que como una ciudad de veinte mil habitantes en la China de hace un par de milenios. Además, uno de los downgrades respecto a versiones anteriores es la poca variabilidad en el resto de funciones, como el precio de los suministros o armas o la desaparición de los desastres naturales, entre otros.
Aún con estos problemas, se disfruta jugando y tiene suficiente profundidad como para pasarlo por alto llegado el momento. Digamos que es no tanto un problema de profundidad de estrategia como de variación entre las diversas secciones, ya que es complicado igualar la complejidad del sistema de relaciones personales.
Por supuesto, una vez tenemos oficiales y tropas fieles y entrenadas, nuestras ciudades son prósperas y hemos metido la poca cizaña que podamos en los reinos rivales, es hora de lanzarnos a la batalla.
Al igual que antes comentaba la bajada de opciones que ha supuesto la desaparición de ciertas ecuaciones como la de variación de precios, el mayor avance y empuje de la saga en esta edición está en el sistema de batalla, mucho más interactivo que nunca. Al mandar a nuestras tropas y encontrarse con las enemigas, podremos decidir si queremos que la batalla se resuelva de forma automática mediante las ecuaciones pertinentes o cambiamos a modo manual.
Cuando elegimos batallar en modo manual nos encontramos con un escenario similar a lo visto en los musou, donde cada oficial enemigo o aliado es un círculo de color con un número que indica el número de tropas asociadas a este oficial. Cada uno estará especializado en arqueros, caballería o infantería. Podremos vencer si destruimos la base principal del rival o eliminamos a todas las tropas enemigas. Para ello las opciones son bastante simples y todo dependerá de los reflejos, de la táctica y sobre todo, de como de motivadas y entrenadas estén nuestras tropas. Cada oficial tiene, además, un ataque especial que podemos elegir y la posibilidad de mandar arietes o escaleras de asedio sobre todo en los casos en los que vamos a asaltar una ciudad enemiga, si tenemos la investigación pertinente desarrollada.
El sistema es bastante entretenido y a veces emocionante, sobre todo en las defensas y ataques a ciudades, no tanto en las batallas estándar en bosques o navales, que no es más que una variación de las normales pero sin bases para destruir. Lo malo es que esta posibilidad de luchar en modo manual, donde además se puede pausar para reflexionar y decidir nuestra estrategia, suele poner la balanza a nuestro favor por culpa de una IA bastante poco estratégica, que sigue unos patrones de ataque bastante predecibles, lo que quita cierta emoción a todo el juego, ya que no necesitamos tener una fuerza muy superior para asaltar ciudades debido a unos cuantos comportamientos fácilmente explotables.
Es aquí también donde nos encontramos con los dos principales problemas del juego: primero y solo si lo jugáis en PS4, los controles no están muy optimizados, lo cual no importa mucho por el sistema de jugar en pausa y en la ciudad, pero durante las batallas se vuelve confuso, teniendo que pausar la batalla para girar la cámara varias veces hasta ver dónde pulsar exactamente.
El segundo es el apartado técnico. En este género, mientras los menús y mapas se entiendan bien, la verdad es que los gráficos no importan mucho, si eso para dar personalidad al juego. Pero, al introducir batallas, la cosa cambia un poco y si bien el esfuerzo para mostrarnos un mapa de toda China en el que podemos ir haciendo zoom hasta ver a nuestras tropas es bastante evidente, funciona mucho mejor a escalas más lejanas. Además el juego sufre de unos tirones y bajadas de frames en las batallas bastante imperdonables para ser una PlayStation 4 y un juego con bastante poca carga gráfica. Está bien planteado, medianamente realizado y muy poco optimizado.
Reitero, de todas formas, que siendo un género como la estrategia histórica, no es algo demasiado relevante, si hubiera sido un musou lo hubiera arruinado. Terminando el tema de las batallas están los duelos y las discusiones, uno para batallas y otro durante negociaciones. Se representan como batallas por turnos en un sistema de piedra, papel y tijera, donde se va perdiendo más o menos salud dependiendo de las estadísticas de cada uno, hasta que pasen cinco rondas o uno de los dos pierda. Son bastante entretenidos y aportan variedad al juego, pero también son poco relevantes.
Volvemos de nuevo al apartado gráfico para terminar con el tema. Comentaba antes que los controles no están optimizados para consola. Tampoco lo está la interfaz, obligándote a pulsar combinaciones de botones extrañas para a acceder a diferentes partes de la pantalla o controlar situaciones que tienes que estar repitiendo continuamente. La verdad es que piensas demasiadas veces en lo bien que se controlaría esto con un teclado y un ratón. Aún así, debo alabar las buenas intenciones de Tecmo Koei al traer y conservar un título de este género para consola.
En el aspecto sonoro, las tranquilas melodías funcionan muy bien en diversos momentos de juego, aunque son pocas para la cantidad de tiempo que os vais a tener que pasar mirando a la pantalla. Además, a esto se le añade la mala noticia de turno: voces en japonés y textos en inglés. Hay que saber inglés para jugar, no tanto por los menús, ya que nos podemos aprender las palabras concretas, pero si nos explican una situación de batalla y además los nombres de oficiales y ciudades chinas nos parecen todas iguales, vamos a estar muy perdidos durante la realización de algunos objetivos.
En conclusión, Romance of the Three Kingdoms XIII es un buen exponente del género, con las peculiaridades que tiene respecto a las sagas más conocidas en América y Europa, pero es muy entretenido de jugar y tiene bastante profundidad. Como puntos flojos queda, sobre todo, la mejora de la IA en las batallas y su mejora técnica, que las haga estar a la altura del resto del juego. Siendo la primera vez que la implementan, era de esperar. Aun así, merece la pena darle una oportunidad si os llama la atención el género o al historia china, o incluso si eres un aficionado a los musou de Dynasty Warriors, ya que permite entender las motivaciones de los diversos conflictos y recrearlos desde otro punto de vista. Recomendado sobre todo para consola por las exiguas opciones disponibles actualmente.