Uno de los géneros que más se ha beneficiado del influjo de los habitantes de la antigua Cipango, es el terror.
Tanto, que en los últimos años hemos asistido a una retahíla casi infinita de remakes de películas producidas en el archipiélago y de copias no oficiales de sus patrones. “El grito”, “Llamada perdida”, “Dark Water” o “The Ring” -estas últimas, basadas a su vez en las novelas de Koji Suzuki– son una pequeña muestra que sirve para confirmar que quienes han triunfado en esto de meter miedo en lo que llevamos de siglo son los japoneses (y eso sin contar Shall We Dance?, remake de Sharu wi Dansu?).
En la composición de este universo del horror, el manga, como no podía ser de otra manera, ha tenido un papel relevante del que hemos podido ser testigos con la publicación en nuestro país de las obras de mangakas como Hideshi Hino o Junji Ito, autor de las aclamadas Black Paradox y Gyo, editadas por ECC Cómics. La editorial barcelonesa parece haberle cogido gusto al género y en el segundo trimestre de este año presenta a Maasaki Nakayama, hasta ahora inédito en español, con una de sus obras más representativas y exitosas.
En “Semillas de Ansiedad”, Nakayama propone una narración fragmentaria pero coherente, en la que las vísceras y la sangre brillan por su ausencia para dar paso a una turbación que se alimenta de miedos menos tangibles, y consustanciales a nuestra vertiente psíquica.
Hokkaido sean lugares comunes que todos solemos frecuentar y las situaciones en las que dispone a sus protagonistas -o víctimas- de lo más usual.
Abre el primer volumen de “Semillas de Ansiedad” una ilustración a color desplegable, en la que lo que semeja ser un pulgar nos anticipa la presencia de un observador del que mejor alejarse cuanto antes. Tras este Prólogo economicista y que advierte la pauta seguida por el resto del tomo, la obra se divide en cinco grandes bloques, siendo el primero de ellos “La escuela”. Como habréis adivinado, el típico colegio japonés es el entorno donde el miedo comenzará a hacer acto de presencia mediante apariciones desconcertantes.
Los capítulos “Te sigo” y “Sombras al borde del camino” entroncan con la impresión de sentirnos vigilados y en peligro que todos hemos tenido alguna vez. Una mano que toca nuestra espalda mientras caminamos por un callejón oscuro, el reflejo de algo que resulta ser “alguien”…Nakayama juega con esta idea y la desarrolla en sus concisas píldoras de terror con gran maestría.
En “Visitantes”, los invitados indeseados toman la batuta. ¿Serán los gamberros que no paran de tocar al timbre simplemente eso, gamberros? La respuesta, al otro lado de la mirilla. ¿Y ese soniquete que viene de mi ventana? Hubiera sido más sentado bajar la persiana. El domicilio, y la poca defensa que ofrecen sus cuatro paredes ante los peligros del misterio inquietarán a más de uno. Recordad cerrar la puerta con llave como si sirviera de algo.
El apartado técnico destaca por la ausencia de artificio, es bastante sobrio tanto en los fondos como en la representación de los monstruos. El objetivo es centrar la atención –o desviarla- hacia donde el autor quiere en cada momento para que la tensión no decaiga. Para ello, Nakayama maneja la viñeta de manera muy inteligente, al igual que los contrastes y el sombreado.
La primera parte de “Semillas de ansiedad” nos descubre una obra atípica, muy variada pero con un hilo conductor que unifica el conjunto y lo convierte en un manga realmente adictivo, del que siempre quieres una de sus pequeñas dosis. No dejará sin dormir a nadie, pero su propuesta de terror elegante y reflexivo gustará a muchos.