Sinestro ha sido el villano por antonomasia para los Green Lanter. Si enemigo más representativo. Un tipo inteligente, controlador y perverso que, no obstante, busca el bien para los suyos. Un personaje bien creado y excelentemente llevado, con tantos pequeños matices que dan lugar a uno de los personajes preferidos de toda la editorial, para aquellos que lo conocen.
Cuando ECC publicó el primer número de la serie regular de Sinestro muchos nos preguntamos “¿Podrá el personaje levantar toda una serie, pasando de enemigo a protagonista?”. La respuesta ya la conocemos, es un sobrado “Sí”. Pero, la pregunta que menos nos hicimos fue “¿Logrará Sinestro ser un héroe, un verdadero héroe?”, principalmente porque pocos éramos los que pensábamos que esa sería la dirección de la serie.
El momento de responder esa pregunta ha llegado.
Este cuatro y último número es un volumen algo más grueso de lo que estamos acostumbrados, abrigando en sus páginas la friolera de 8 capítulos, todos de la serie regular de Sinestro. No podía ser de otra manera, siendo este el último número.
A lo largo de estos capítulos, llegaremos a la conclusión de una saga que (afortunadamente) ha ido cuajándose desde el primer número. Sinestro viajará a Kahndaq a visitar a Black Adam, soberano de estas tierras y también villano recurrente de la editorial. Ambos, tiranos inteligentes y retorcidos, resultan ser buenos amigos, lo cual no evitará alguna ocasional lucha de egos. Juntos viajarán hacia una de las tumbas ocultas de Kahndaq, donde Sinestro espera encontrar respuestas sobre su impasible enemigo galáctico.
Descubriremos junto a ellos que el verdadero villano de esta serie no nos es completamente ajeno a ninguno de los lectores aficionados a la franquicia de los anillos. Y la amenaza que este enemigo supone obligará a los Sinestro Corps a buscar aliados insospechados. Desde Deathstroke y Harley Quinn, pasando por nuestro ya experto Espantapájaros, hasta sorpresas del calibre de Superman o Wonder Woman.
Los lectores que más conozcan la saga disfrutarán de una larga lista de guiños a muchas épocas del cómic, de lo más disfrutables. Todo mientras una espectacular batalla se desarrolla tanto en la Tierra como en la mente de Sinestro, y concluye con un satisfactorio resultado (¡para el lector, no os estoy destripando la batalla!).
Tras la batalla aún disfrutaremos de un par de capítulos más, que servirán para terminar de tapar agujeros y que servirá de epílogo, mostrándonos el gran cambio que ha sufrido Sinestro desde que comenzara su aventura aislado en un planeta en el confín del universo, dominando el miedo y sometiendo a Parallax hasta el momento de crear de nuevo un mundo para los suyos, los Korugarianos. Pero hasta un lector poco atento se daría cuenta de que esto es, sobretodo, sobre Sinestro y Soranik, su hija. Sinestro nunca ha destacado por ser un gran padre, y eso es algo que Soranik no oculta jamás. Sus pecados son difíciles de perdonar, pero todos sabemos lo que es capaz de hacer nuestro protagonista para cumplir sus objetivos. ¿Quién cederá en la guerra sentimental padre-hija?
Cullen Bunn ha mostrado lo que es capaz de hacer como guionista: Historias coherentes, interesantes, con buenos personajes y, sobretodo, con vistas a largo plazo, asignatura que como he comentado en otras reseñas, parece ser el mayor punto débil de muchas series de New 52, la incapacidad de volver a un villano recurrente, de buscar enemigos comunes, de pensar más allá de la saga actual. Pero Cullen ha logrado una historia que, sin perder interés, se ha podido arrastrar durante toda la serie, aumentando nuestra atención y haciendo más satisfactoria la batalla final, pues sabemos todo lo que ha costado llegar a ella, y con la certeza de que las cosas no terminarán apresuradamente o dejarán demasiados cabos abiertos. Y eso es algo, que, en mi opinión, tendríamos que ver más.
A Cullen Bunn volveremos a verlo en el próximo número de Aquaman. A vosotros, lectores, espero volver a encontraros leyendo nuestra próxima reseña aquí, en Fantasymundo.
