Hoy en día es difícil encontrarse con juegos que capturen la esencia de la II Guerra Mundial como lo hacían los primeros Call of Duty. Adentrarse en las misiones del nuevo Sniper Elite es, quizás, lo más próximo que estaremos de recordar los viejos tiempos, pues mantiene la esencia que ha hecho de la franquicia Sniper Elite un juegazo de sigilo e infiltración ambientado en un contexto histórico que, desgraciadamente, va perdiendo fuelle en el sector de los videojuegos.
Los jugadores tomamos el mando con el objetivo de infíltrarnos entre las líneas enemigas, mientras vamos matando nazis a diestro y siniestro como una sombra que acecha en la oscuridad, como lo hacíamos en los albores de la escalada de la industria de los videojuegos al trono dorado que hoy ocupa merecidamente.
Sniper Elite 4 mantiene su firma ofreciéndonos un shooter pausado y muy estratégico construido alrededor de las matanzas más creativas contempladas a cámara lenta. Ya sea apuñalando a nuestros enemigos desde una cornisa, seccionando su médula espinal, haciendo estallar algún barril de gasolina o disparándole a la garganta desde 200 metros de distancia, siempre seremos recompensados con una detallada radiografía de la muerte de unos soldados desconcertados por una situación a la que no saben cómo enfrentarse.
En esta ocasión nuestro experimentado francotirador Karl Fairburne viaja a Italia justo después del éxito de la operación Huskie, que dio a los aliados la oportunidad de desembarcar en Sicilia para ir abriéndose paso hasta el corazón de Europa. A los mandos de un fusil de larga distancia nuestra tarea consistirá en ir facilitando el tránsito de los aliados a través de una Italia ocupada por el fascismo, destruyendo arsenales, robando informes secretos o eliminando objetivos peligrosos.
Después del increíble salto que dio la franquicia tras Sniper Elite 3 (ambientado en el mismo conflicto pero en suelo africano) el listón quedó muy alto, pero siempre hay margen para la superación y, en parte, así ha sido. Hay muchas mejoras técnicas y la ambientación es mucho mejor, pero la jugabilidad es muy continuista y, en ocasiones, muy repetitiva. Durante las 12 o 15 horas que dura el juego nuestro cometido es pasearnos por diferentes lugares de la Italia ocupada mientras apuntamos, disparamos y cambiamos nuestra posición para volver a repetir el mismo proceso. No hay nada original en cuanto a jugabilidad en esta nueva entrega, tanto es así que las armas a las que podemos acceder son prácticamente las mismas que en el anterior juego. Tanto las armas como las granadas y las trampas explosivas son exactamente las mismas que antes y su uso es igualmente limitado; de hecho, si no nos colocamos en espacios muy cerrados a la hora de disparar no necesitaremos utilizar nada más que la pistola silenciada y el rifle de francotirador. No hay nada en la historia que nos fuerce a desplegar otro arsenal que no sean estas dos armas. Vamos, un error que se arrastra desde Sniper Elite 3.
Pero el equipo de Rebellion no solo ha fallado en lo que se refiere a la jugabilidad; si nos centramos en el apartado visual y sonoro se nota la marca de un trabajo bien hecho. Los entornos son mucho más vivos y realistas, además existe la posibilidad de utilizar elementos del mapa para aumentar nuestro camuflaje; por ejemplo, Sniper Elite 4 nos permite camuflarnos entre los matorrales para pasar desapercibidos mientras acechamos a nuestros enemigos, algo que en la anterior entrega de la franquicia no estaba tan bien trabajado. Así pues Rebellion no solo nos ofrece unos mapas muy realistas y fieles a la época y su contexto, sino que también son muy vivos y dinámicos y cada uno de sus elementos ofrece mucho juego a la hora de plantear nuestra estrategia de ataque.
Otro elemento a destacar es, como no, la joya de la corona: la visión tipo rayos X de los disparos que hacemos con nuestro fusil. Los «headshots» se nos presentan más impresionantes que de costumbre; el silbido de la bala atravesando el cerebro, la grieta que produce la bala en el cráneo o el golpe de la bala en el casco han mejorado considerablemente desde la última entrega, manteniendo su acabado macabro y sangriento e incluso mejorando su realismo un poco más.
La IA de los enemigos es otro punto que ha mejorado considerablemente. Los enemigos son mucho más suspicaces y tienen una extraordinaria habilidad a la hora de triangular nuestra posición dependiendo del punto de disparo; ahora sí que resulta obligado ir cambiando nuestra posición a menudo para que el enemigo no nos descubra y nos acribille a tiros. Por supuesto, siempre podremos ocultar el ruido de nuestros disparos haciéndolos coincidir con ruidos del propio entorno, pero cuidado, el enemigo no es tonto, si ve a uno de sus camaradas caer o sospecha que falta alguien empezará a investigar la zona, por lo que tendremos que tener cuidado con nuestra retaguardia para vigilar que no nos flanqueen.
En esta cuarta entrega Rebellion también ha currado mucho para ir mejorando la experiencia de francotirador. Dependiendo de la dificultad que elijamos, tendremos que tener en cuenta la distancia de nuestro disparo y ajustar la mira teniendo en cuenta la curvatura de la bala en su trayectoria. Así pues el disparo se hace mucho más difícil y requiere de tiempo y precisión, pero es esa dificultad la que nos hará disfrutar como enanos de cada victoria.
Aunque los escenarios están bien trabajados y contextualizados, la acción, desafortunadamente, se siente genérica y repetitiva. Con un par de escenarios a nuestras espaldas ya lo habremos visto todo. Lo único que nos anima a seguir es un sistema de mejora de armamento muy rudimentario, donde a través de retos específicos (disparar tantas veces a la cabeza, disparar a más de cierta distancia un determinado número de veces, etc.) conseguiremos mejoras para nuestras armas: aumento del zoom, más daño, etc.
Además, tres modos cooperativos y seis tipo versus completan el menú fuera de la campaña. Los modos de supervivencia son un añadido barato que no aportan nada al juego más que dar la sensación al jugador que el juego no es tan limitado en su jugabilidad como parece. En este modo es casi imposible jugar en silencio y se centran en una acción rápida y un tanto caótica. En cambio el modo cooperativo, aunque tampoco aporta mucho, es un añadido entretenido. Coordinar nuestra estrategia de ataque con un amigo resulta más divertido y, muy seguramente, desencadenará más de unas risas.
En fin, Sniper Elite 4 sin duda representa una mejora respecto al último juego, aunque estas son bastante sutiles. Su fórmula, por desgracia, es muy continuista y genérica; durante las primeras horas estarás enamorado del juego gracias a esas elegantes cámaras lentas de cada disparo bien realizado. Cada muerte de un nazi supone un reto macabro de cómo hacerla de la forma más elegante o dolorosa y eso, sin duda, nos llena de vida aunque solo sea durante las primeras cinco horas. Pero cuando ya llevamos más de cinco horas las partidas se vuelven repetitivas y cansinas, y dejamos la elegancia y las estrategia y el sigilo para pasar a un modo mucho más «berserker», donde disparamos a diestra y siniestra con la voluntad de acabar lo antes posible, algo que claramente no le sienta bien al juego.