Nada habla mejor de uno mismo que los fracasos a sus espaldas y la manera de enfrentarse a ellos. Aunque este capítulo se titule ¿Cuánto conoces a tus vecinos?, realmente debería llamarse ¿Crees que conoces a Oliver Putnam? El tercer capítulo de Solo asesinatos en el edificio se centra en él, su historia, sus batallas y sus muy malas manías y se regodea en el glamour de los escenarios para ello. El tercer capítulo de la serie original de Star y emitida en Hulu está disponible en Disney+.
Para los recién llegados, Solo asesinatos en el edificio nos cuenta la historia de Charles-Haden Savage, interpretado por Steve Martin; Oliver Putnam, interpretado por Martin Short; y Mabel Mora, interpretada por Selena Gómez; tres personajes que tienen tanto en común como como un bisturí a una aguja de tejer. Solo les une una cosa en común, el interés por los misterios sin resolver. Seguidores del mismo podcast y espectadores de un capítulo por una razón meramente fortuita, ven su oportunidad de dar brillo a sus habilidades cuando un vecino del edificio fallece en circunstancias sospechosas. Antes de seguir, les recomiendo leer la crítica al primer capítulo.
Todo está inmerso en una escena dramática orquestada alrededor de Oliver y el capítulo no consigue lograr el mismo efecto que los anteriores
A diferencia de capítulos anteriores, el inicio del episodio no nos espera con una gran sorpresa ni un enigma. Nos brinda una pizca de contexto que aclara muchas cosas sobre quién es Oliver Putnam. Del grupo de tres aprendices a detectives y apaño de influencers, Oliver es el que podría aparentar ser el más simple y sencillo, el más próximo y fácil de comprender. De carácter tan amigable, sociable, con pocas dificultades para conocer a todo el mundo y entablar conversación. Aunque ya habíamos tenido algún que otro vistazo de la realidad en episodios anteriores, este se ríe en la idea de que sea un personaje sencillo y abierto. Oliver es un personaje que disfruta de las luces del escenario, de compartirlas con el mundo, pero guarda muy en secreto lo que ocurre tras bambalinas.
Mientras nos damos un paseo medianamente concienzudo y un poco lento por la vida de Oliver, tenemos pequeñas escenas de comedia facilitadas por Charles y Mabel, sobre todo al visitar el apartamento del nuevo sospechoso, Howard, el dueño de la gata fallecida. Tengo que decirlo, yo no soy Tim Kono ni tengo asma, pero hasta a mí se me atrancaron los bronquios al ver ese apartamento. Gracias a Mabel y sobre todo a Charles tenemos unos cuantos hitos de comedia absurda y humor negro que ya comprobamos que a Steve Martin y John Hoffman se les da tan bien crear. Aun así, son momentos excepcionales en una escena dramática orquestada alrededor de Oliver y, al final, el capítulo no consigue lograr el mismo efecto que los anteriores. Peca de seco y lento, con un ritmo ineficaz y un contenido un tanto hueco.
Lo positivo, al ahondar en los aspectos negativos de la vida y personalidad de Oliver, los otros personajes se ven obligados a mostrar un ánimo más optimista y amable. Nos pasa a todos, ¿verdad? Cuando vemos en sus horas bajas a esas personas que siempre están alegres, tiendes a mostrar tu cara más afable en pos de apoyarles y animarles. Y que sea Charles, el escéptico, solitario y retraído Charles, el que lo intente da una pincelada nueva a la amistad entre ambos.
Tengo esperanzas en que el siguiente episodio, que promete tener un protagonista bastante peculiar, nos regrese el ritmo del que ya se ha hecho gala anteriormente, balanceando las dosis de drama con la comedia.