Parece que el humor negro que me persigue, o puede que sea simplemente yo que lo busco sin darme cuenta. Todos hemos visto alguna serie de asesinatos y crímenes sin resolver alguna vez. Capítulos sueltos, maratones intensivos o seguimiento de las temporadas durante los años, pero algún encuentro con la sangre sintética y las preguntas sin respuesta hemos tenido todos con la pantalla mediante. Solo asesinatos en el edificio juega precisamente con esa premisa. El primer capítulo está disponible en Disney+.
Hay quienes se enganchan a la adrenalina de CSI, a la comedia estrafalaria de Castle, al humor negro y burlona de Lucifer, el cambio de eje en Cómo defender a un asesino, el las bromas sarcásticas de El mentalista o la sagacidad encantadora en Se ha escrito un crimen. Hay para todos los gustos, emociones y líos de pensamiento, un género que se ha visto obligado a reinventarse constantemente para seguir atrapando al espectador hasta el final del episodio. Pues ahora es turno de que los fans de los programas de crímenes se vean metidos en medio de un crimen sin resolver.
Ellos mismos nos presentan, a lo largo del primer capítulo, el despiece de cómo se escribe una historia donde el asesinato es la pieza principal: primero el crimen, luego los personajes y después sus secretos.
El capítulo, que empieza fuerte, cargado de comedia y suspence, nos obliga a dar un giro de 180º para entender, o empezar a suponer, qué es lo que está pasando. Nos presentan a los personajes en apenas unos minutos, a la misma velocidad agobiante que la ciudad en la que viven, y cuadra estupendamente. Enseguida podemos entender que Charles-Haden Savage, interpretado por Steve Martin, es un solitario de costumbres y mente un poco cerrada, pero con el corazón en el lugar correcto, alguien que persigue la perfección y desecha con todas sus fuerzas aquello que no está al nivel que él esperaría; Oliver Puntman, interpretado por Martin Short, es un hombre alegre y vivaracho por antonomasia, metido en diez mil líos en espera de que alguno coja camino, y que a veces habla por los codos porque tiene miedo de lo que puede descubrir en el silencio; y por último, Mabel Mora, interpretada por Selena Gómez. Ella se merece un párrafo aparte.
Desde el momento en que se presenta, Mabel destaca entre los tres protagonistas porque, a diferencia de Charles y Oliver, Mabel se oculta incluso de sí misma. Así que, aunque ella nos narre su propia vida, empuja al espectador fuera de ella con fuerza. ¿Es solitaria o solo quiere serlo? Es lista, eso sin duda, brillante y de pocas palabras. No duda en decir no y en mantenerse como una mujer empoderada, autoconsciente y fuerte incluso en sus peores pesadillas. La parte sádica está todavía pendiente de evaluación. Mientras que el resto de personajes nos muestran por sí mismos partes de ellos, incluidos sus defectos más bochornosos, sus vulnerabilidades más frágiles, Mabel sigue siendo la gran incógnita al final del episodio.
La conexión con los tres personajes empieza de la misma manera en que nosotros conectamos con ellos. Sucede un incidente sin resolver y ellos son los testigos de un trabajo de investigación lleno de incógnitas. Lo viven tanto que esas tres personas con nada en común salvo vivir en el mismo edificio se ven preguntándose nada más verse «¿qué narices llevaba el perro en la boca?», todos inmersos en el suspence de un podcast que cada uno vivía de forma distinta. Ahora somos nosotros los que nos sentamos delante de la pantalla y nos preguntamos «¿qué narices había en la bolsa de basura?» y muchas más incógnitas que surgirán en el futuro.