Sólo los encontramos cuando están muertos, curioso título para la nueva serie de ciencia ficción que publica Planeta. Escrita por Al Ewing y dibujada por Simone Di Meo, los 5 primeros números han sido publicados en nuestro país en un tomo en formato cartoné compuesto de 152 páginas.
Esta serie de ciencia ficción recuerda a la búsqueda del fin del mundo clásica del género de piratería, pero ambientado en el espacio en un futuro muy lejano.
Sin que el lector conozca muy bien el motivo, en el borde del universo han ido apareciendo gigantescos cadáveres de Dioses alienígenas. Sus restos se han convertido en una de las materias primas más importantes de la galaxia. Y en torno a ellas, un imperio basado en su recolección.
En este contexto se nos presenta al Capitán Malik y a su tripulación, a bordo de la Vihaan II. Su modo de vida está basado en la antigua minería, asimilándose casi a la fiebre del oro. Las denominadas naves de autopsias pugnan por conseguir las zonas de explotación más valiosas de los cadáveres. Todo controlado por la «policía» para asegurarse de que haya una explotación justa y sin problemas. Pero fantasmas del pasado atormentan al Capitán, y cansado de la vida que lleva, está dispuesto a hacer algo para cambiarla. ¿Su objetivo? eludir la vigilancia y adentrarse en lo inexplorado para ser la primera persona en encontrar un Dios vivo.
La búsqueda del fin del mundo
Al Ewing es el encargado de guionizar esta epopeya de ciencia ficción. Con una idea original, el autor consigue crear un contexto interesante que mantiene al lector pegado a las páginas de Solo los encontramos cuando están muertos.
El inicio de la serie comienza con la infancia del Capitán. Punto de inflexión que motiva todas las acciones de Malik. Así, desde un primero momento, el lector conoce la base del protagonista. Y conforme avanzan los números, Ewing muestra más de este pasado, como el motivo del odio visceral que le procesa una de las policías que vigilan las explotaciones de cadáveres de dioses.
De forma más superficial se dan a conocer el resto de tripulantes de la nave. Y sin dar mucha información, parece que en futuras entregas se irán profundizando en cada uno de ellos y en las relaciones que los unen.
Este primer tomo en su conjunto funciona perfectamente. No solo como introducción, sino que perfectamente podría haber sido una historia auto conclusiva, con un final ligeramente abierto. Pero parece que Ewing tiene pensadas más sorpresas para Solo los encontramos cuando están muertos. Y es que el final, además de sorprender, deja una interpretación abierta del mismo, que bien podría considerarse un final (similar al de la película Origen).
Realmente pocas cosas se quedan sin resolver en estos primeros números, aunque si es cierto que hay pequeños elementos que pueden estirarse y dar juego. Pero todo esto creo que lleva al lector a esperar la siguiente entrega lleno de curiosidad por conocer que puede ocurrir en esta basta galaxia.
¿Qué aspecto tiene un Dios?
Esta pregunta se encarga de responderla Simone Di Meo de una forma curiosa. Los dioses son gigantes criaturas con aspecto humano y una extraña armadura que recuerda a Los caballero del Zodiaco o al mismísimo Galactus incluso.
El estilo de Di Meo encaja muy bien con la historia que se pretende contar. El artista deja protagonismo a la trama, centrándose únicamente en darlo un soporte visual a la misma. Y esto no significa que haga un mal trabajo o un trabajo mediocre. Sino que realiza una gran labor, sin florituras ni estructuras de viñetas innovadoras.
También destaca la presentación de algunos de los personajes en distintos momentos cronológicos. En este aspecto si que destaca su labor, trabajando en las expresiones y rostros para hacer más reconocible a los lectores el quien es quien.
El ilustrador ejerce muy bien su función, dejando el dibujo únicamente como medio para la narración. Además, de esta forma deja destacar el color de este tomo, que brilla en cuanto a los fondos, tanto dentro de la nave como en el espacio profundo.
El color del espacio
Simone Di Meo también se encarga del color en Solo los encontramos cuando están muertos. Pero esta vez, le acompaña Mariasara Miotti. Ambos realizan un enorme trabajo de coloreado de la serie.
Los contrastes de tonalidad entre los personajes y los fondos de la nave donde ocurre gran parte de la acción permiten al lector empaparse de la ambientación espacial. Y es que la mezcla entre tonalidades suaves de los personajes y las intensas luces de los fondos rompen con la cotidianeidad, situando al lector en el centro de la acción.
Conclusión del viaje
Solo los encontramos cuando están muertos es el inicio de una serie que bien podía haber sido una obra autoconclusiva. El final del primer número bien podría funcionar como final. Pero el número 1 en el lomo del tomo da a entender que habrá más tomos. Y así es, dado que Planeta Cómics ha anunciado ya en las novedades de octubre la segunda parte de esta serie.
EL guion de Al Ewing es original, con una premisa que engancha al lector desde el primer momento. Aún así se sirve de ciertos clichés que si bien ya se han visto, le sienta muy bien a la historia. Por poner un ejemplo, la explotación de cadáveres de dioses como recursos ya se vio otras veces, como en Guardianes de la Galaxia sin ir más lejos. Pero con todo, esta serie funciona muy bien, tanto en ritmo, como en personajes. Por no hablar del final, que te deja con la miel en los labios.
El dibujo de Di Meo es muy correcto. Personalmente me ha gustado mucho: tanto el estilo de dibujo como el diseño de personajes. Pero no tiene nada más destacable, más allá de lo ya mencionado (que ya es mucho).
El color destaca más, por jugar con contrastes y colores poco utilizados pero que le sientan estupendamente a la serie.
Solo los encontramos cuando están muertos es una serie que me ha sorprendido gratamente y que no puedo dejar de recomendar. Además, creo que es una historia que se puede entender fácilmente y que puede disfrutar cualquier personas que quiera acercarse al mundo del cómic.
