El juego online es algo que lleva ya un tiempo con nosotros, aunque no lo parezca. Ya durante los 70, diferentes jugadores pasaban el tiempo en los proto-MMOs llamados MUDS o Multi User Dungeons en cariñoso homenaje a Dragones y Mazmorras. Aunque tan solo se basaban en texto, estos tenían la capacidad de unir a las personas en un solo mundo, dotando de la oportunidad de compartir aventuras, aunque se encontrasen físicamente muy alejados los unos de los otros.
Quizás en la distancia es donde radica la importancia del asunto a tratar. Pese a que aún me quedan años por delante, ya me ha afectado una particularidad de la vida que a muchos les toca en esta época moderna. Con el paso del tiempo, amigos que pensabas que estarían allí para siempre dejan de vivir en la misma ciudad que tú, y quizás en el mismo país, y el juego online supone entonces un puente hacia la comunicación, una excusa para seguir hablando y mantener el contacto con ellos.
Lo contrario, pero también interrelacionado, es la soledad. A veces podemos encontrarnos con momentos en nuestra vida en los que nos encontramos solos. En este caso los juegos online pueden ser un puente hacia lo desconocido. Hacia un contacto humano que al fin y al cabo es necesario para todos; y que quizás no hayamos podido alcanzar de maneras más «tradicionales».
De una manera u otra los juegos online cubren esta necesidad en variedad de géneros y estilos. Y es importante señalar cómo de diferente puede ser la experiencia según el género en particular. Como experiencia personal, tengo un grupo de amigos con los que juego desde hace ya muchos años. Aunque empezamos en los MMOs el declive en el mercado de estos nos ha colocado en una curiosa posición: esperar a que el Star Citizen salga mientras jugamos a otros títulos según la noche en particular y las apetencias de los que se encuentren esa noche.
Entre estos títulos se encuentran, por ejemplo, Stellaris, un título de estrategia de Paradox; y Arma 3 de Bohemia Interactive. Cuando jugamos al primero generalmente es con tranquilidad. En las primeras fases sin saber dónde se encuentra cada uno y con todos centrándose particularmente en desarrollar su civilización, en los albores de la partida la comunicación pasa a estar formada por algunos comentarios, bromas y en algún caso extremo peticiones de ayuda.
En Arma 3 o Star Citizen… bueno, eso es harina de otro costal. La comunicación es intensa: gritos, peticiones o planes pasan por el canal. A veces estos nos ayudan a llegar a alcanzar nuestros objetivos, otras veces fallamos, ya sea por falta de comunicación o por errores del equipo o de alguno de nuestros integrantes.
Por tanto, diferentes géneros y dificultades cambian la manera en la que nos comunicamos los unos con los otros, cumpliendo por tanto diferentes necesidades para el grupo, según el momento en particular en el que juguemos y en qué momento de nuestra vida nos encontremos. Por ejemplo, un día al volver del trabajo quizás queramos algo ligero, quizás cooperativo, que no sea necesario pensar mucho; poco más que una excusa online para charlar con amigos sobre cualquier cosa, para entendernos sería algo así como el equivalente virtual del dominó.
Por el contrario, existen momentos en los que nos apetece una mayor interacción y disfrutar de un entretenimiento más activo y complejo. Quizás algo que nos obligue a un mayor nivel de compenetración y trabajo en equipo. Particularmente encuentro este tipo de juegos e interacciones desafiantes e interesantes. Arma 3 o cualquier simulador espacial online son buenos ejemplos de esto, ya sea en Elite Dangerous o Star Citizen, hay cierto nivel de coordinación grupal necesario en estos juegos, que fuerzan a un mayor nivel de cooperación entre los compañeros y que, aunque puede ser difícil dependiendo de la tarea en particular, cuando sale bien, es fantástico.
Por otro lado, cabe destacar un detalle importante: hasta ahora hemos hablado de cómo los juegos afectan a nuestras interacciones, pero lo contrario es también importante. Generalmente los videojuegos son entornos muy trabajados, donde los desarrolladores tratan de crear experiencias muy particulares para que nosotros, los jugadores, las vivamos. Pero cuando haces el videojuego multijugador, jugar con personas diferentes y estilos diferentes pueden crear experiencias muy diferentes, que en muchas ocasiones se alejan de lo que los desarrolladores esperaban de sus juegos.
Por tanto, según la gente con la que juguemos y el tipo de personas que sean, así como la cultura particular del grupo, se crean distintas experiencias y recuerdos alrededor de estos juegos. He experimentado muchos títulos que pese a ser técnicamente inferiores a otros, el jugarlos con un grupo particular de personas ha creado una experiencia mucho mejor. El contrario también, he jugado a algunos juegos arruinados por el tipo de personas que los juega.
¿Qué pensáis vosotros? ¿Son las experiencias que nos ofrecen los videojuegos inherentemente mejores solos o acompañados?
Por último, me gustaría dedicar este artículo a mis camaradas de La Banda del Halcón, el grupo de truhanes que ha permitido la escritura de este humilde artículo de opinión.