Y las ilustraciones de Charles Vess no hacen por sacarnos de ese influjo, pues todo en ellas nos recuerda lo que estamos leyendo.
Pero ¿de qué trata Stardust? Gaiman nos narra la historia de Tristan Thorn, un joven tan peculiar como sus orígenes, el cual está profundamente enamorado de la chica más hermosa del pueblo, Victoria. Intentando conquistarla, una estrella cae en el bosque al otro lado de Muro, la frontera entre nuestro mundo y el de las hadas. Tristan promete traerle a su amada esa estrella si así logra ganarse su corazón. Con esa idea en mente, comienza el viaje de Tristan.
Una premisa muy sencilla, ¿no? Claro, debe serla, seguimos hablando de un cuento. Pero la cosa se complica cuando conocemos a Yvaine, la estrella en sí, la cual al tocar suelo pierde su forma de estrella para convertirse en una joven muchacha. Tristan deberá cargar con ella en contra de su voluntad mientras otras muchas historias tejen su propio camino alrededor de ellos: una bruja que busca recuperar la juventud para ella y sus hermanas, la letal carrera entre unos hermanos para convertirse en los herederos de su reino, la maldición de un príncipe convertido en ardilla, una cabra que en su día fuera un niño… Todo este marco se teje de forma ajena a la historia de Tristan, solo para dar forma y veracidad al mundo, y se entremezclan de forma natural y orgánica. Las piezas caen y van encajando mientras Tristan e Yvaine recorren su camino, no siendo impuestas por el autor para añadir más drama al asunto.
Ni que decir tiene que esta obra no tiene apenas nada que ver con la adaptación a la gran pantalla, por si alguien lo temía.
En resumen, un buen cuento de hadas del que ningún adulto debería esconderse. Los fans habituales de Gaiman no deberían perderse esta pieza, y todos aquellos lectores que no estén familiarizados con el autor tienen en esta una buena muestra de cómo es su obra.