En este volumen de 288 páginas que nos brinda ECC encontraremos los primeros números de “Superman Adventures”, serie que nació como representación en cómic de la serie de los 90 “Superman: The animated series”, ya sabéis: Alan Barnett, Paul Dini y Bruce Timm haciendo equipo y deleitándonos con tramas frescas de ritmo trepidante. Como fruto del éxito de la serie, fueron saliendo estos cómics basados en la serie que, visto el nivel de la competencia, resultaban los mejores cómics de Superman que podías encontrar en aquella época.
En fin, que tenemos en nuestras manos un tomo con una serie de episodios con historias cortas y sencillas, con el nivel de exageración en cuanto a hazañas, amenazas y desarrollos típicos de la serie de televisión y con el típico esquema que cabe esperar: se nos presenta al villano correspondiente y a la amenaza que se cierne contra la población o el propio Superman, se desarrolla levemente, se resuelve con la participación del protagonista y se termina con unas escenas ejemplarizantes a modo de moraleja. Muy en plan “años cuarenta”, tal y como se buscaba en el estilo de la serie de animación.
Entonces, si ese es el esquema y resulta tan sencillo… ¿Dónde está la gracia? ¿Qué tiene que no ofrezcan otros? ¡Ah, amigos lectores! Ese ingrediente es el oficio de Scott McCloud. ¿De qué hablo? De que Scott McCloud entiende tanto a Supermán como al lenguaje del cómic como nadie, y es un tipo capaz de encajar una historia con una pericia inusual en la mayoría de los guionistas de hoy en día en lo que es una simple grapa. Cuando tienes las ideas muy claras sobre cómo plantear una historia de Superman, no precisas tomos, ni reinicios, ni campañas publicitarias, ni zarandajas de esas. ¡Ni siquiera grandes suspenses que te obliguen a seguir! Eso sí, el suspense vehicular, el que siguiendo fielmente la historia te deja lo suficiente en vilo para que sigas leyendo el número siguiente, sí está.
¿Qué dónde está Lex Luthor? Respirad, amigos lectores, que también está, y tendrá que lidiar con un inesperado compinche. Y no faltará tampoco El juguetero , que opondrá al hombre de acero un montón de mini-supermanes. ¡Aaaaaaah! Y que no se nos olvide los entuertos en los que se meterá solita Kelly, una joven adoradora del alienígena de la capa, con un poco de ayuda de Metallo. Todo aderezado por ese toquecito humano y cercano del que tan magistralmente hace gala el guionista.
Además, como digo por activa y por pasiva cada vez que me toca reseñar un cómic del superhombre con los calzoncillos rojos por fuera, Superman no me suele gustar por eso de que es el epítome de la figura del superhombre: de fuertes convicciones morales, anatómicamente perfecto, prácticamente omnipotente… Pero en el caso de las historias de Scott McCloud nos encontramos a un Superman moralmente vulnerable, con los conflictos mentales y morales de una persona normal. Alguien preocupado por temas tan mundanos como la ética médica o periodística, alguien que apela a la responsabilidad y civismo de un profesional médico captado por el mal camino, alguien sobre cuyos hombros pesa siempre lo que significa ser un héroe, pero no para que optemos a parecernos a él, sino para alumbrarnos el camino con objeto de que saquemos lo mejor de nosotros.
Sí, es una idea que suena inocente, utópica y, quizá, trasnochada, pero si lo miramos desde el punto de vista de un aficionado a los superhéroes, ese punto de corazón es lo que hace a Superman lo que en principio debería ser o, por lo menos, el desarrollo y conclusión que nos ofrece Scott McCloud: comunicación total con el lector en historias simples que establecen de inmediato un hilo de complicidad con el lector que, al verse sumergido en la historia, valora más ese punto humano que el ingenuo e inocente, que termina pasando a un último plano. Insisto: historias frescas de planteamiento novedoso que profundizan en la figura de Superman mejor que otros muchos.
Y no nos confundamos. Aunque son de la misma colección, el planteamiento de estas historias no tienen nada que ver con “Superman: Fuerza” en el que, si bien el guionista es el mismo y mantiene ese estilo distintivo y reconocible, tiene un planteamiento muy diferente.
También podremos disfrutar de todas las portadas originales de todos los números (doce, nada más y nada menos) recopilados en este volumen.
¿Te da un poco de miedo leerlo, dado que es el segundo volumen de una serie de “Grandes autores”? ¡Pues quítatelo de encima! La estructura es autoconclusiva, y puedes leerlo suelto sin ningún problema. ¿Qué quieres seguirlo en orden? ¡Sin problema! Hazte con el primer tomo de “Grandes autores de Superman: Mark Millar” para ello. Os recordamos que son dos volúmenes dedicados a este autor.
En fin, un tomo estupendo para todos aquellos que no son lectores de Superman, o de cómic de superhéroes. Perfecto para empezar y dirigido a todos los públicos. También recomendado a los que fuimos espectadores de la serie de los noventa (del siglo pasado ya… ¡Cómo pasa el tiempo!), ya que la adaptación al estilo animado está muy bien conseguida y, además, somos los que vivimos aquella serie los que disfrutaremos más con este tipo de adaptaciones.
Una compra muy recomendable, apta para todos los públicos, como el anuncio aquél de Coca-Cola: para los aficionados, para los que no; para los que disfrutan con Superman, y para los que no; para los que vivieron la serie animada, y para los que no…