Un título de corte clásico y corazón de neón.
Con la cantidad de noticias apabullantes que todos escuchamos continuamente sobre los avances tecnológicos en robótica, biónica y por supuesto, la omnipresente Inteligencia Artificial, últimamente es casi inevitable pensar en el futuro. Aunque algunos pueden ser más catastrofistas que otros, parece que poco a poco vamos acercándonos a todos aquellos mundos planteados por tantos autores de ciencia ficción. Mundos convertidos en una miríada de opciones dentro de los medios culturales y audiovisuales.
Si en algún momento llegamos a una sociedad parecida a las visiones distópicas donde los humanos somos relegados a un segundo plano, o nos extinguimos, o viajamos en el tiempo o a través de los multiversos y metaversos varios, da la sensación de que, en parte, sea por la insistencia en que representamos esta posibilidad hasta hacerla verosímil. Podemos imaginarnos un mundo futurista, donde convivan humanos y robots, claro. Pero, ¿Podemos hacerlo sin tener como referencias todas aquellas visiones, que han pasado de ser fantasiosas a empezar a agobiarnos por su, supuesta, cercanía?
Hace ya cuatro años que YiTi games, estudio desarrollador de Tales of the Neon Sea, lanzara por primera vez este título para PC de la mano de Thermite Games. Con un estilo visual bastante particular, que llama la atención por su temática y colorido, aborda esta cuestión desde una perspectiva interesante. No aparece el primer robot sintiente ni hemos sido dominados por ellos, sino que se nos presenta en una especie de equilibro delicado donde convivimos con más o menos fortuna. No es nada novedoso, pero sí apetecible.
Este segundo lanzamiento para consolas llega ahora tanto en digital como en formato físico, de la mano de Tesura Games, para volver a acercarnos a esta propuesta, que mezcla varios sistemas de juego en una aventura gráfica de corte bastante clásico.
Una historia clásica en un mundo del futuro
Comenzamos la aventura siendo perseguidos por una figura misteriosa que nos hiere. O más bien, nos daña, ya que nos ponemos en la piel parcialmente artificial de Rex, un policía retirado. Tiene varias partes del cuerpo sustituidas por diversas prótesis que lo convierten en una persona mitad humana mitad robot. No es el único, pero sí supone un caso especial por ciertas circunstancias que iremos descubriendo.
Una vez nos arreglemos, volvemos a unos días antes. Ahí es donde comienzan los eventos de la historia hasta llegar al punto en el que nos encontramos con aquella figura. Ahora Rex es un detective al que un par de casos extraños que involucran a humanos y robots, sacará de la situación bastante precaria en la que vive hasta ese momento.
Hay algunos puntos muy acertados en el planteamiento de la historia, sobre todo en sus inicios. Por primera vez, se presenta a la alcaldía un candidato robot. Las tensiones entre humanos y seres artificiales se encuentran en un equilibrio delicado pero bastante duradero. Algunas especies animales también tienen sus versiones de metal y se han vuelto territoriales. Hay enfermedades genéticas entre humanos debido a la sustitución de algunas partes por prótesis. Todo y nada de esto importa, ya que nosotros estaremos centrados en nuestro caso, pero comenzamos con una buena impresión del contexto y lore del mundo en el que nos encontramos. Se nos van ofreciendo detalles interesantes que nos animan a avanzar y a saber más.
En la parte intermedia de la trama (ya que el juego original salió por capítulos), la cosa pierde fuelle según vemos que el contexto se queda en eso y que nuestro caso no ofrece demasiados atractivos o alicientes que justifiquen todo ese interesante mundo creado. Al avanzar hasta las partes finales, que por supuesto no vamos a desvelar, el caso se vuelve más interesante, pero llega tarde, después de varias horas sin muchos avances y donde vemos progresivamente como todo el esfuerzo puesto en la creación de un entorno lleno de vida y de color va dando paso a algo más neutro y gris.
Se le nota demasiado la diferencia entre los capítulos y se pierde un poco en intentar hacer complejo un caso bastante clásico de detectives. También adolece de una falta de progresión en la personalidad de los personajes protagonistas, en su mayoría bastante planos y estereotipados. En prácticamente ningún caso evolucionan según avanzamos en la historia. Para ser una aventura gráfica con cierta carga de diálogo, se queda un poco corto en sus ambiciones.
Pasar el tiempo entre puzles
Dentro de sus cinco a siete horas de duración, dependiendo de lo habilidosos que seamos, nos dedicaremos a buscar objetos, hablar con personas o robots y pasar por algunas secciones de acción y plataformas. Aquí también se nota el cambio en la jugabilidad según el capítulo en el que estemos, algo curioso y que chocará bastante a los que jueguen por primera vez y no tengan idea del formato original de este título.
Además, la continua mezcla de estilos de juego sorprende bastante a veces y no siempre en el buen sentido. Hay tres mecánicas interesantes a destacar dentro de este batiburrillo. La más relevante y evidente desde el primer momento es en la inmensa cantidad de puzles que hay que superar para avanzar. Todos diferentes, algunos bastante apropiados y otros que están metidos con calzador para alargar alguna sección que se ve que les queda corta de contenido.
Cualquier cosa es una excusa para ponernos un acertijo más o menos complicado y mantenernos parados unos minutos dándole vueltas. Si somos habilidosos con estas pruebas, algunas bastante típicas, no supone mayor problema su existencia y pueden aportar un extra de variedad que le viene bien a Tales of the Neon Sea. Si no es el caso, resultará frustrante ver como no llegas nunca a avanzar demasiado sin encontrarte un par de ellos dispuestos a hacer que olvides el hilo de lo que estabas investigando o buscando. Por suerte, los desarrolladores tomaron nota y en las fases finales se reducen bastante.
La segunda de las mecánicas relevantes toma la forma de un personaje curioso para este tipo de juegos. William, nuestro gato, no sólo pululará entre los escenarios que visitemos, sino que podremos controlarlo en varias secciones más plataformeras. Alguna de ellas tiene un desarrollo argumental bastante interesante, en medio de un conflicto territorial entre los felinos de carne y pelo y los sintéticos. Es un buen añadido porque no se desvía en exceso de la trama y nos da algo de aire en lo que si no sería un título sin mucha evolución.
Cosas de detectives
Pero al fin y al cabo somos detectives y estamos aquí para desenmascarar a los responsables de una serie de calamidades extrañamente relacionadas. Para ello, además de hablar con gente y buscar objetos, tendremos que inspeccionar escenas mediante un peculiar sistema que nos recordará a Batman en todo momento. Por una parte, inspeccionar el lugar con nuestros ojos. Por otro, activar un sensor que tenemos incorporado para detectar evidencias donde no se puede a simple vista. Con ello, generar unas conclusiones que nos den una pieza importante del caso.
Estos casos se representan como engranajes. Al conseguir todas las piezas, tendremos que unirlas como si fuera la estructura de un reloj clásico para poder ponerles orden. Un sistema al que se le podría haber sacado más partido, ya que al final estamos únicamente pendientes de que encajen entre ellas. Al final, dejamos de tener en cuenta qué dice cada una de las pistas, esperando a que nos lo cuenten todo junto al final.
En las últimas horas de juego, poco a poco veremos que vamos sustituyendo la calma y la investigación por secciones de puzles más y mejor integradas dentro de la trama. Esto sube varios enteros la calidad final de Tales of the Neon Sea, aunque no llegan a ser suficientemente complicados. Casi nunca supone un reto seguir avanzando. Imponen al principio a veces, pero luego son bastante lineales. Además, es difícil morir y cuando pasa, la penalización por ello es muy pequeña.
Neones, píxeles y colores
Sin duda, en lo que más destaca Tales of the Neon Sea es en su aspecto visual, un pixel art muy colorido, bien diseñado y resuelto. Con una resolución relativamente baja consigue que todos los elementos y personajes sean identificables claramente y tengan personalidad propia. Incluso los gatos resultan inconfundibles entre ellos.
No podemos ponerle muchas pegas en este sentido, la verdad. Únicamente el quedarnos con las ganas de visitar algunos lugares que se mencionan en los diálogos y quizá algo menos de zonas industriales menos vistosas y agradables en la segunda mitad de la aventura.
Del mismo modo, la banda sonora acompaña de forma perfecta ese estilo noir futurista que caracteriza al Cyberpunk. Destaca sobre todo la elección de The Return of thunder de The last Sighs of the Wind como tema musical del menú de inicio.
Sin embargo, no todo va a ser positivo. El diseño de niveles deja bastante que desear en algunas ocasiones, obligándonos a pasar por los mismos sitios continuamente. Además, limita tanto nuestro rango de movimiento que casi nos lleva de la mano a la siguiente sección donde encontraremos una pista relevante. No nos permite explorar ni ir más allá de donde se supone que está el siguiente objetivo, bajando tanto la dificultad como el interés por explorar.
Otro problema bastante inexplicable son los textos de los diálogos. En las versiones en español se cortan de tal forma que muchas veces no podemos ver las últimas palabras de cada frase. Entendemos que es un problema de tamaños o resolución y que no pasa en todas las plataformas, pero al menos en PlayStation 4, versión que hemos analizado, ocurre en todo el juego. Tenemos la posibilidad, al menos, de revisar los diálogos anteriores para ver si nos hemos perdido algo relevante. De todas formas, es algo que hay que arreglar de forma urgente.
Conclusiones
Tales of the Neon Sea parte de una idea interesante, un contexto rico en detalles y un aspecto visual atractivo. Puede ser suficiente si somos fans de este tipo de estética o de las aventuras de corte clásico con un nivel de dificultad bajo. No es mal juego y nos va a entretener durante el tiempo que dura, pero queda lastrado por algunos planteamientos jugables que no aportan demasiado beneficio pero que sí limitan la experiencia, a la que se podría haber sacado mucho más partido.
Tiene todos los elementos ahí, bien preparados para encajarse todo en un puzle mucho más homogéneo. Con una profundidad mayor, hubiera resultado en un final mucho más satisfactorio.
Tales of The Neon Sea ya está disponible para PC, PlayStation4, PlayStation5, Xbox One, Xbox Series X y S y Switch. Si queréis su edición física, tanto estándar como coleccionista, para PS4, PS5 y Switch, también la tenéis a vuestra disposición desde el 21 de abril.