The DioField Chronicle es un juego de rol y estrategia. Para los fans más interesados en este género, tenemos otros ejemplos recientes como Triangle Strategy que si bien no son similares, en cuanto a mecánicas son muy parecidos. En esta ocasión los temas se centran en un mundo de fantasía medieval en guerra, todo muy clásico. Dos facciones luchan por controlar la isla DioField, la cual es rica en Jade, un recurso vital para elementos mágicos.
Magia y estrategia con aspecto medieval, lo pillo
Mientras que la premisa de The DioField Chronicle está clara, no es un juego táctico al más puro estilo del género. Contaremos con la mecánica táctica usual, sin embargo no veremos las cuadrículas características. Con un movimiento más típico de los juegos XCOM que de Tactics Ogre, nuestro movimiento se nota algo más libre y fluido.
Un pequeño equipo de mercenarios estará a nuestra disposición para hacer frente a las batallas. Conforme vayamos avanzando en la historia, podemos reclutar nuevas tropas especializadas. Algunos de estos personajes son más planos que otros, pero por lo general cumplen con su función en el campo de batalla.
Obviamente tenemos que saber jugar con la estrategia para salir victoriosos. No tiene ningún sentido colocar a los arqueros en primera línea, o avanzar rápidamente con los personajes con elementos mágicos para que acaben masacrándolos. Por lo general la curva de aprendizaje es bastante buena, y apenas tendremos problemas en combate.
Elementos mágicos como invocaciones
En The DioField Chronicle tenemos que tener presente que la magia es un componente vital. Además de los ataques mágicos al uso, tanto ofensivos como defensivos, tenemos acceso a algunas invocaciones. Estas invocaciones no serán tan devastadoras como nos tienen acostumbrados ciertos juegos de rol, pero sí que suponen toda una ventaja.
Para ganar no siempre tendremos que aplastar al bando enemigo, ni mucho menos. The DioField Chronicle tiene variedad en sus tareas, tales como escoltar a un personaje concreto o capturar ciertos puntos del mapa. Esto tampoco es que sea una novedad en el género, pero se agradece que no se hayan centrado solo en la masacre enemiga.
Entre combate y combate tenemos la opción de mejorar a nuestras tropas, y esto lo hacemos en un entorno 3D que choca un poco con el resto del juego. No sé si este cambio gustará a todos, pero está claro que no dejará indiferente. En cuanto a la personalización, podemos mejorar nuestro árbol de habilidades, cambiar de equipamiento y hasta reorganizar los puntos de habilidad de cada personaje. Esto es algo interesante, ya que podemos reasignar el enfoque de los personajes si lo creemos oportuno.
Un aspecto visual bonito y diferente
Cuando no existe un desembolso brutal en los recursos visuales, se opta por hacerlo asombroso a su manera. Si los gráficos no son lo primordial, hay que centrarse en hacerlo atrayente de otra manera. The DioField Chronicle es visto como una especie de diorama, una suerte de maquetas vivas que maravillan al jugador por su nivel de detalle.
Su banda sonora es un punto a su favor, ya que las composiciones están a la altura de una aventura épica de estas características. Los efectos de sonido tampoco se quedan atrás, bien medidos y acompañando a los jugadores en todo momento.
La ambientación tampoco es algo que se quede atrás, ya que el detalle de los entornos es bastante bueno. La iluminación está cuidada y se diferencian bien las zonas más oscuras. En cuanto a los personajes, el detalle en cada uno de ellos es el justo para diferenciarlos entre sí. Personajes que, tristemente, apenas tienen un trasfondo interesante.
Y es que es cierto que existe una gran variedad de personajes, pero por lo general nos dan un poco igual. A pesar de tener líneas de diálogos y algún peso argumental, se sienten planos y vacíos. La mayoría de las veces no nos interesa lo que nos están contando, y es una pena porque es una vertiente que, en muchos otros juegos, tiene un peso muy importante.
Algunas cosas necesitan pulirse un poco más
En el párrafo anterior ya hemos hablado del punto negativo en cuanto al trasfondo de personajes. Sin embargo, la historia tampoco es muy allá, con un entramado político que a veces nos hace desconectar. Aunque la base no es mala, acabamos perdiendo interés porque se nos hace un poco pesada.
Parte de esta pesadez recae en que el juego no viene traducido al castellano, y un lenguaje tan técnico puede cansar después de un puñado de horas. Podemos elegir entre el doblaje en japonés o en inglés, pero es totalmente incomprensible que a estas alturas no se apueste por traducir un videojuego con una importante carga de lectura.
Si la historia no nos atrae demasiado, la sentimos poco profunda, y sus personajes no tienen un recorrido interesante, se juntan demasiados obstáculos. Llega un momento en el que desconectamos y, aunque no dejemos de leer, sí que obviamos gran parte de esta lectura.
Pero es sin duda digno de ser probado
A pesar de que The DioField Chronicle será uno de esos juegos que acabe pronto en el olvido para la mayoría de los jugadores, merece la pena darle una oportunidad. Es verdad que existen otras entregas más atrayentes, ya sea por su presupuesto o por su recorrido, pero la belleza artística que posee este juego es algo que no se puede obviar.
En cuanto a duración no está nada mal, y los combates no se hacen pesados ya que hablamos de unos 15 o 20 minutos cada batalla. La parte en la que más flojea sin duda es la historia, quizás algo sosa para quien ya tiene un recorrido anterior, y la lacra del idioma. Si a esto le sumamos que posee un precio bastante alto, es más que probable que este olvido llegue antes de lo previsto.
Conclusión
Sin duda The DioField Chronicle es una apuesta interesante dentro del género. Es fácil comenzar a jugar, la curva de aprendizaje no penaliza al jugador en exceso, aunque existan momentos en los que entrenar a nuestros personajes es vital. La estrategia en tiempo real puede ser más atrayente para el público neófito. Un aspecto visual encantador se contrapone frente a una historia que sucede sin importarnos demasiado. Volvemos a caer en el clásico error de la traducción de una obra que podría disfrutarse más si fuera dirigido a un público menos experimentado. A título personal, su precio es demasiado elevado para una nueva propiedad intelectual, así como lo que realmente nos ofrece.