2016 ha sido un año que nos ha prometido grandes juegos, nos ha dado grandes esperanzas y, con ellas, grandes desilusiones cuando se han materializado en nuestras manos y en nuestras consolas. Aunque si somos justos hemos de admitir que ha habido de todo. Hemos visto un No Man’s Sky que ha cabreado a la gran mayoría de la comunidad gamer por no estar a la altura de su propio autobombo, pero también ha llegado a nuestras manos un renovado Final Fantasy XV que ha recibido el cálido abrazo de críticos y fans complacidos con el resultado. Ahora, es el turno de The Last Guardian, y con lo que nos encontramos es un juego que está en un término medio entre cumplir con las expectativas y no sorprender demasiado. Japan Studio ha creadouna historia encantadora y atractiva, pero la cuenta de forma torpe.
The Last Guardian cuenta la historia de un joven y su fiel amigo mitológico Trico. La historia comienza con nuestro joven amigo despertando en una cueva mientras su yo futuro va narrando la historia de su aventura. Cuando miramos a nuestro alrededor descubrimos a una criatura enorme que, por el momento, no parece ser muy amigable. Atado con una gruesa cadena y con algunas heridas de lanza Trico es inicialmente agresivo hacia el niño tatuado (su nombre nunca llega a desvelarse). Pero después de encontrar algo de alimento para la criatura, sanarlo y liberarlo parece que Trico suaviza su postura. Esto es algo importante, porque tanto el niño como lo bestia dependerán el uno del otro a lo largo del viaje.
The Last Guardian funciona muy parecido a los títulos anteriores de Ico y Shadows of Colossus. El niño podrá subir a lomos de Trico como ya podíamos hacer con los colosos sombríos, mientras que la sensación de trabajo en equipo y comunicación no verbal parece funcionar como una reminiscencia de Ico. Como el muchacho que debe aprender a gatear y saltar en un mundo que no conoce, nosotros deberemos hacer un aprendizaje similar mientras resolvemos algunos puzles que nos permitan abrir puertas o salir de laberintos para poder avanzar en la narración. Esta fórmula ya ronda los 15 años de edad, y aunque ha tenido algunos ajustes estos no son tantos como los que se podría esperar, de hecho, esta falta de ajustes es lo que nos lleva a notar los mayores defectos de The Last Guardian.
La mayoría del juego depende de la comunicación entre el chico y Trico. Ninguno de los dos comparte un lenguaje común, y por lo tanto deben hacer gestos el uno hacia el otro con la esperanza que el mensaje fluya entre ellos. No pasa mucho tiempo antes que nos den la habilidad de dirigir a Trico usando algunas acciones que al chico le son sencillas (cosas básicas como moverse aquí, saltar ahí arriba, empujar algunas cosas… cosas esenciales para progresar en la historia), una de las mayores frustraciones del juego reside en la incapacidad de la criatura de realizar algunas acciones que le ordenamos.
Son abundantes la veces que le gritamos a Trico rogándole que haga algo que necesitamos para seguir avanzando, pero en su lugar, Trico simplemente nos mira con curiosidad y luego se da media vuelta en la dirección opuesta. Temáticamente la cosa tiene sentido: Trico aprende igual que lo hacemos nosotros, aunque a un ritmo más lento, así que por supuesto puede no entender lo que está pasando. Mecánicamente, sin embargo, puede ser un desastre. La verdadera frustración radica en saber la respuesta al rompecabezas y encontrarte en más de una ocasión que el juego no te permite resolverlo, ya sea a través de un error o simplemente de un diseño pobre. Por ejemplo, en una habitación se requería que Trico cruzara una puerta parcialmente obstruida. Cuando le ordené que pasara después de despejar el camino parecía como si hubiera alguna barrera invisible que bloqueara su camino. 30 minutos pasaron, con docenas de intentos fallidos, pero después de reiniciar el juego Trico hizo lo que había estado intentando desde el primer momento.
Los controles son muy similares que los que nos encontramos en la PS2. Mover al muchacho a través del mundo es difícil y engorroso, y a esto le sumamos una falta de exactitud en la mecánica de las plataformas que castiga el conjunto del juego con dureza. La cámara también puede jugar a la contra. Cuando el chico está atrapado en algún rincón del escenario la pantalla se desvanece completamente y se queda en un negro absoluto antes de mostrarnos una perspectiva completamente diferente a la que estábamos intentando acceder; totalmente desconcertante, un descontrol que nos induce una y otra vez a la desorientación.
El estrepitoso fracaso de la mecánica del juego me llevó a cuestionar constantemente cada enigma, estropeando la experiencia. En lugar de disfrutar de la relación entre Trico y el chico y su incremento de lazos afectivos a medida que resolvían rompecabezas y el desarrollo de su propio idioma, me preguntaba si un fallo de juego o un comando fallido estaban dificultando la progresión correcta de la trama. Pocas veces fueron las que no sabía cómo resolver el rompecabezas, pero en más de una ocasión el juego no me dejó ejecutar la solución. Esta inconsistencia es aún más decepcionante porque, cuando funciona, The Last Guardian es impresionante.
Ver a Trico y al chico construir lentamente su confianza el uno en el otro es una verdadera alegría. El juego se toma su tiempo para construir la relación y es toda una experiencia disfrutar del proceso. Poco a poco dejamos de pensar en ellos como personajes de ficción simplemente hasta verlos como verdaderos amigos virtuales gracias a la construcción de un vínculo creíble. Como jugadores podemos experimentar como esta conexión se hace más fuerte a través de cada momento de peligro.
Al principio del juego, simplemente me importaba que Trico llevara al muchacho de A a B. Los momentos en los que Trico "casi" caía de una de las torres de estilo azteca no me dejaron preocupado. Sin embargo, por el punto medio, me quedé sin aliento cada vez que Trico estaba en peligro. Acaricié a Trico a menudo, aunque no hay ningún beneficio tangible de hacerlo. The Last Guardian hace un trabajo increíble al conseguir que la criatura realmente te importe.
Además, las características de Trico se suavizan a lo largo del juego, haciéndolo cada vez más adorable con cada hora que pasa. En un momento dado llegamos a ver a Trico por lo que realmente es: una criatura asustada que se vuelve increíblemente apegada al niño que le ha salvado, en una tierra extraña para los dos.
Es una gran historia contada de forma excepcional. No es súper profunda, pero es cautivadora, y su capacidad de decir tanto lo menos posible es el verdadero elemento mágico y cautivador del juego. Es una pena que una mecánica frustrante y poco cuidada destroce esta historia tan encantadora.
A nivel técnico nos encontramos ante un título que, aunque no cumple con el nivel de calidad exigido a un título exclusivo de la sobremesa de Sony, sabe gestionar muy bien el diseño de sus escenarios para crear escenas bellas y fascinantes. El movimiento de Trico y cómo interactua con el escenario es puro arte y verlo en pantalla compensa la larga espera por la que hemos pasado los jugadores durante estos años.
La banda sonora también es una declaración de intenciones. Desde el primer momento estaremos acompañados de melodías creadas al detalle para garantizar la mayor calidad posible y que encaje a la perfección con lo que vemos en pantalla.
En conclusión: sí, los controles de The Last Guardian son increíblemente arcaicos y a veces pueden ser realmente frustrantes, pero dos días después de terminarlo, la historia sigue en mi memoria acariciando mi día a día con cautivadores recuerdos. Studio Japan ha continuado demostrando cómo puede hacer tanto con tan poco. El ambiente, los personajes y todo lo relacionado con la narrativa resulta excepcional. A pesar de los controles todavía se puede disfrutar del juego en general. La historia es sencilla, pero poderosa; vale la pena.