Como decía en mi anterior artículo, tras haber jugado a este juego y haber acompañado a muchas personas jugándolo durante decenas de horas, mi fascinación y expectación son absolutas. Así que he decidido entrar un poco más en detalle de ciertos elementos que hacen de éste un Zelda muy especial y que lo dotan, ya desde antes incluso del lanzamiento, de un alma única en la que la épica y la lírica conviven y se complementan como nunca.
Inmensidad y profundidad
Es un juego enorme, con un mapa gigantesco y una infinidad de posibilidades casi interminable que supone el marco perfecto para el abrumador sentimiento de aventura y maravilla que transmite el juego desde el mismo comienzo. Un mundo verdaderamente abierto, donde todo es accesible, sin muros invisibles, y la interacción entre los elementos, vivos e inertes, es impresionante. Desde talar un árbol y utilizar el tronco para cruzar al otro lado o avanzar sobre una masa de agua, hasta prenderle fuego a una rama que te has encontrado, sujetarla bajo una manzana colgando de un árbol y ver cómo se asa y obtienes una manzana asada, que te cura más vida que la normal.
Se puede ir a cualquier parte, todos los muros, árboles, rocas se pueden escalar, los enemigos interactúan con los animales aunque el jugador no esté presente, el sigilo y la inteligencia artificial aportan una inmersión genial y gran cantidad de misiones y santuarios, así como las sorpresas ocultas, añaden emoción y mantienen el afán por explorar.
La interacción con los elementos también es impresionante. Voy a incidir en dos puntos de lo que acabo de decir:
· Verticalidad: todas las superficies verticales que me he encontrado en el juego se pueden escalar, ya sea una montaña o un árbol, la pared de un templo e incluso algunos enemigos. Esto, unido al cuidado motor de físicas y el diseño de Hyrule, dota al juego de una nueva dimensión verdaderamente significativa y hace que la grandeza de su mapa no sea sólo horizontal.
· Ausencia de muros invisibles: esto en maravilloso. Es un momento en el que muchos juegos que dicen ser “de mundo abierto” tienen barreras por todas partes, que si no puedes cruzar este arroyo o subir por estas rocas, es tremendamente liberador ver que no existen mundos invisibles. El único límite es tu resistencia y los objetos de los que dispongas; por lo demás, no he sido capaz de encontrar ningún muro invisible dentro del mundo de Breath of the Wild. Lo cual, por otro lado, nos lleva a preguntarnos qué habrá al final del mundo, y esa pregunta incrementa la sensación de aventura y cosas por descubrir, la curiosidad tan propia de nuestra naturaleza humana.
Personajes y magia
Muy poco se ha mostrado, de lo cual me alegro, pero se podría escribir muchísimo especulando sobre el papel de los personajes que han aparecido representando a las diferentes razas y de los propios protagonistas. De Link y de la que es posiblemente la Zelda más preciosa, natural e interesante de toda la saga.
Por otro lado, por lo que hemos visto, todo apunta a que este juego profundizará en la tribu sheikah, en su trasfondo y en su rol como protectores de la familia real, empezando por los dispositivos y la tecnología que nos vamos encontrando por el camino.
Otro punto emocionante es ver la cantidad de magia que parece haber en el juego. Y hablo de hechizos, puros y duros, a manos de diferentes personajes. ¿Tendrá también Link magia a su disposición?
Jugabilidad
Ya durante los 20 primeros minutos de juego nos encontramos con una gran variedad de armas (ramas, porras, espadas, hachas, arcos…) y objetos (manzanas, hierbas, colmillos, filetes, cuernos…), lo cual nos proporciona diversos estilos de combate, incluyendo movimientos especiales con los que ralentizar el tiempo o desarmar a los enemigos, así como ingredientes para combinarlos de diferentes maneras.
Los elementos de RPG están muy bien integrados y enriquecen la experiencia. La cantidad de misiones secundarias, campamentos enemigos y otros elementos hace que el mundo sea interesante y no un espacio vacío. Y algo que me ha encantado: para no pocos enfrentamientos, tendremos que utilizar los elementos a nuestra disposición de manera estratégica, ya que encarar de frente a los enemigos puede resultar en que te liquiden de un golpe.
Hay muchos más detalles, como el indicador de temperatura, que deberemos tener en cuenta para evitar sufrir daño en entornos extremos, o el de ruido, que nos servirá de referencia cuando queramos acercarnos sigilosamente a un enemigo para ejecutar un ataque furtivo.
Apartado audiovisual
Empecemos por los gráficos: una auténtica delicia visual impresionante y llena de vida que dota de personalidad al juego, otorgándole un carisma personal a la altura de lo que merece la saga. Hay muchos detalles que son absolutamente brillantes, como, por ejemplo, el hecho de que se puede crear un mundo desolado con variedad y riqueza visual, sin necesidad de que los escenarios se reduzcan a un páramo desértico con una paleta de colores que no pasa de los marrones y grises.
Otro elemento fascinante es que, durante el combate, si estamos muy cerca del enemigo y con el blanco fijado en él, el fondo y el resto de enemigos y elementos en segundo plano adquieren un desenfoque similar al que se puede lograr con el zoom de las cámaras profesionales, generando en tiempo real un efecto cinemático alucinante.
El apartado sonoro no se queda atrás y cuenta con un trabajo excepcional, por lo que hemos oído hasta ahora, tanto a nivel de composición como de producción. Un buen ejemplo se puede apreciar en el hermoso tráiler mostrado hace un mes en la presentación de Nintendo Switch.
Incluso con todos los elementos nuevos que incluye, la sensación, desde el primer momento, sigue siendo completamente la de jugar a un Zelda. Es un juego auténtico en su esencia y que viene a cumplir los sueños de mundo abierto que la saga nos ha estado mostrando desde aquel primer The Legend of Zelda de NES. Y viene a hacerlo a lo grande, con épica y con lírica a espuertas.