La tercera entrega de The Wicked & The Divine se titula Suicidio comercial. Como en las anteriores entregas, Kieron Gillen es el encargado del guion, mientras que Jamie McKelvie viene acompañado de un elenco de artistas para dar un estilo totalmente diferente a cada capítulo de este tercer número.
Norma Editorial es la encargada de traer este tomo de 192 página.
«Cada noventa años, doce dioses regresan como jóvenes. Los aman. Los odian. En dos años mueren todos. Está ocurriendo ahora. Está volviendo a suceder«.
Esta es la premisa básica de The Wicked & The Divine. A partir de esto, hay mucho más oculto. En el primer y segundo tomo, el hilo narrativo lo llevaba Laura, una joven fan de los miembros del Panteón que se ve involucrada en un gran misterio relacionado con uno de estos dioses.
En Suicidio Comercial, la perspectiva narrativa cambia. Cada capítulo pausa su avance en la historia, mientras que centra su atención en uno de los dioses del Panteón. Laura no hace acto de presencia, para dejar total protagonismo a los dioses. En el primer tomo, el lector conocerá los sentimientos de Baal por todo lo que esta ocurriendo. En el segundo, se conoce el origen de Tara como deidad, y tiene un enfoque crítico en relación con las redes sociales que consigue hacer mella en el lector. El tercero explica el papel de Woden (Odín) en todos los hechos que están azotando al Panteón. El cuarto habla sobre Amaterasu. El quinto sobre el origen de Morrigan y Baphomet. Por último, el sexto se centra en Sakhmet.
The Wicked & The Divine: Suicidio comercial es un tomo puramente transitorio, que sirve para profundizar en los personajes, y permitir aclarar ciertas situaciones sobre las tramas hasta ahora.
Kieron Gillen, ¿Suicidio comercial?
Kieron Gillen sigue dando forma al universo de The Wicked & The Divine. En esta ocasión para casi por completo la maquinaria. Reduce la velocidad de la narración para detenerse en algunos dioses del Panteón y desarrollarlos: orígenes, motivaciones, sentimientos, vivencias, situaciones que explican su forma de ser… todo lo intrínseco de una persona tiene lugar en este tomo.
Esto contrasta con los dos tomos anteriores, en los que la acción y los misterios no paraban de suceder, de abrir nuevas tramas y nuevos misterios que hacían al lector pasar de página buscando respuestas que no hacían sino abrir más interrogantes. Aquí no se plantean nuevas situaciones inesperadas, sino que incluso se cierran algunos de los misterios que la serie plantea al principio.
Este tipo de historia ha permitido a Gillen abandonar a Laura, para darle verdadero protagonismo a los dioses. Incluso ha mostrado al lector la resolución del misterio que Laura luchaba por resolver.
En cuanto al guion, cabe destacar la crítica mordaz que realiza el guionista a las redes sociales. En toda la serie se puede apreciar el carácter crítico de Gillen, pero en esta ocasión muestra directamente una crítica a la cosificación de la mujer (mirar a la mujer como objetos o un trozo de carne), y la complementa con el bullying anónimo que permiten las redes sociales a las personas conocidas. Un duro reflejo de la sociedad en la que vivimos y que Gillen se atreve a mostrar las consecuencias de esto.
Un dibujo lleno de artistas
Jamie McKelvie es el encargado de los lápices en The Wicked & The Divine. En los dos primeros tomos se aprecia la gran calidad de su trabajo y lo bien que le sienta al tono de la serie.
Pero este tercer tomo es un tomo especial. La trama se para, se profundiza en los personajes y cada capítulo se centra en uno de los dioses del Panteón. Y para esta ocasión, McKelvie ha invitado a un montón de compañeros de lápices. Y es que cada uno de los capítulos está dibujado y coloreado por un artista distinto.
El primero de ellos, centrado en Ball, está dibujado por Kate Brown. Un llamativo estilo manga rompe con el de la serie, y sirve a su vez para presentar a un nuevo personaje, becaria de la periodista Cassandra.
La persona encargada del segundo es Tula Lotay, quien se encarga de uno de los capítulos más duros en lo que va de serie. Un trazo rápido centrado en destacar a Tara, la protagonista de este capítulo. Si hay que destacar algo es la expresividad en los ojos de los personajes, junto con la gran crítica social dedicada a las redes sociales.
Del capítulo de Woden se encarga el propio McKelvie, con Wilson, el colorista de cabecera de la serie. Este capítulo es uno de los más importantes del tomo. Centrado en Woden, se profundiza más en lo ocurrido hasta ahora, mientras que se muestra al dios a través de monólogos y flashbacks de lo ocurrido hasta ahora. El trabajo de este equipo creativo siempre es sobresaliente, pero en está ocasión hay que destacar el estilo tecnológico (que recuerda a TRON) que Wilson le da al capítulo, lo que acompaña muy bien al diseño que le han querido dar a Odín en The Wicked & The Divine.
Stephanie Hans es la artista encargada del cuarto número. Son quizás las páginas más espectaculares del tomo. Se mezcla un estilo realista que recuerda al propio del género europeo, junto con un color especial. Todo esto profundiza en Amaterasu. El estilo artístico rompe con el tono de la serie hasta ahora, siendo el que más contrasta, al igual que le pasa a su protagonista, la diosa Amaterasu.
El siguiente número está al cargo de Leila del Duca, aquí con un estilo diferente a la serie, pero muy característico del género americano. En este caso la serie se centra en Morrigan y Baphomet, explicando sus orígenes y que es aquello que los une como dioses. Mat Lopes es quien se encarga del color en este número, haciendo un buen trabajo, manteniendo el estilo americano del dibujo.
El número seis trata sobre Sakhmet, la «diosa gata» del Panteón. Dibujado por Brandon Graham, su estilo es rápido, sin detalle. Puede llegar a recordar (personalmente me ocurre) a los dibujos animados de Snoopy. Está claro que el artista busca un efecto con su estilo, pero es posiblemente el dibujo más básico del tomo.
Conclusión
The Wicked & The Divine Suicidio comercial es un tomo de transición que sabe aprovechar muy bien los ritmos para profundizar sobre los dioses del Panteón. La acción deja de avanzar, para detenerse y asimilar lo ocurrido hasta ahora, dando algunas explicaciones y alargando el Cliffhanger del segundo número.
Kieron Gillen sabe aprovechar el momento, dándoles valor y carisma a cada uno de los personajes que ha construido.
Por otro lado, ambos creadores han querido aprovechar este tomo transitorio para invitar a un buen puñado de artistas y dejarles un número entero para que lo dibujen (y coloreen) y den un enfoque distinto y personal del héroe. Aún así, McKelvie ha querido participar en este crossover de artistas dándole forma a Woden, uno de los dioses más conocidos en la vida real (Odín), y del que menos se conocía en la serie.
A parte de McKelvie, destaca la labor de Tula Lotay y Stepahnie Hans a los lápices de sus respectivos capítulos. Y a pesar de que Kieron Gillen sigue siendo el guionista al frente, hay que destacar el capítulo dos dedicado a Tara. El guionista realiza una dura crítica al bullying en las redes sociales con un capítulo desgarrador.
Poco más se puede decir de este tercer tomo. Personalmente no suelen gustarme los capítulos (o tomos) de transición, pero creo que los autores han sabido aprovechar muy bien el momento para parar el ritmo y poner orden en el frenesí de deidades y hechos que habían mostrado al mundo en los anteriores tomos. La invitación de otros artistas también da fuerza a este tomo.