Hay muchas memorias. Hay muchos libros de terror. Hay muchas realidades fronterizas entre ambos, por ser absolutamente estremecedoras. Y, aun habiendo tanto, nunca había leído, sin embargo, nada como lo que Anna Starobinets (Moscú, Rusia, 1978) cuenta en «Tienes que mirar» (Impedimenta, 2021). Tan directo, honesto, claro, crudo, duro y a la vez conmovedor, nauseabundo y simultáneamente tierno. Esta extraordinariedad surge de lo inherentemente plural de los objetivos tras estas páginas. Pues este libro es muchas cosas siendo, quizás también, muchos libros dentro de uno.
Estas son las memorias de un hijo nonato, de una criatura que, ya desde su concepción, se encuentra con la enfermedad. Lo hace de forma tan dramática que ésta hace totalmente imposible su supervivencia. Para aumentar su desgracia, cuando más necesitaría de una sociedad y un sistema sanitario comprensivos, cariñosos, honestamente dedicados a su cuidado hasta el triste (e inevitable) desenlace, se encuentra con todo lo contrario. Tanto desde el punto de vista de la gente, del ser humano, como de los sistemas donde nos integramos y de los que somos parte, leer lo que somos capaces de llegar a hacer es asustador.
Este libro también es el testimonio de una madre, escritora, llamada Anna Starobinets, que narra en primera persona su experiencia. Lo hace poniendo todo negro sobre blanco: los nombres de las clínicas y los hospitales, los profesionales sanitarios y sociales, los foros y páginas web y las personas que escribieron en ellas… Todo está aquí para que cada quién sea consciente -y responsable- de lo que ha dicho, hecho o escrito. Porque, ante la impunidad en la que muchas veces se mueven algunos, bien desde el anonimato cobarde o bien desde la popularidad narcotizante, bueno es que, como se hace aquí, se quiten velos, se levanten alfombras y se afronten los elefantes en la habitación.
Aquí es cuando el libro se convierte en un estudio sociológico sobre cómo los sistemas socioculturales afrontan la espinosa cuestión del aborto. Estremece ver el contraste entre la cultura eslava (rusa, concretamente) y la cultura anglosajona. La forma tan distinta que tienen no solo de afrontar la relación con la vida no nacida sino también el cuidado de la madre, de la persona que sí está viva y tiene que afrontar -con valor y entereza- una situación tan dura como es la de saber que un hijo deseado no puede llegar a nacer (o, si lo hace, no conocerá durante su breve vida más que sufrimiento).
Uno lee los testimonios de las mujeres, por un lado, y la maledicencia de los trols, por otro, y no puede evitar que se le pongan los pelos como escarpias.
También es una advertencia de lo que puede pasar cuando el derecho a la salud y los intereses económicos se “encuentran”. Anna Starobinets se enfrenta a estas circunstancias durísimas y estremecedoras, aun siendo quién es y tiendo recursos a su disposición; no pocas veces insiste en su texto que el dinero no es para ella un problema. Pero, si podemos llegar a imaginar estas mismas circunstancias, en mujeres sin su reconocimiento y sus recursos, que son la abrumadora mayoría, no podemos más que echarnos a temblar. ¿Qué no deberán soportar ellas, sin las puertas de acceso que abre el dinero? ¿Es justo que esto sea así? ¿No es la vida un derecho universal, fundamental, que debería carecer por completo de puertas traseras?
En lo creativo, este libro también es una joya. El lenguaje y el tono son fundamentales aquí para mantener la mesura, el poso de lo experiencial y lo dramático, frente a la acidez de la vendetta o el rencor -que también sería legítimo y estaría plenamente justificado, leído lo leído-. De esta forma, Starobinets demuestra un pulso increíblemente firme al introducirnos en lo más oscuro y tenebroso del alma humana desde la más tierna y brillante luz, en un juego de contrastes claro-negro que se mantiene de forma soberbia desde el comienzo hasta el final. No en vano, estamos hablando de una de las mejores plumas de Rusia.
Starobinets es capaz aquí de llegar hasta nuestras entrañas y hurgar en ellas
Lo más duro y mejor logrado de libro está todavía por nombrar: el retrato emocional de un dolor desgarrador en los planos tanto íntimo como familiar. El libro, aunque narrado en primera persona, se cuida muy mucho de no excluir ni a su pareja (Gran Tejón) ni a su hija (Tejoncita). El drama, aunque vivido en primera persona y ser ésta de un valor excepcional (pues es único), sucede en un escenario familiar compartido; dónde cada uno lo vive, desde su perspectiva, a su manera. La habilidad conque Starobinets los incorpora a su narración, hace un hueco a sus distintos puntos de vista y a la distinta forma en que experimentan ese dolor, sin embargo, compartido; dota a este libro de una personalidad única. El cariño, el respeto y la empatía, desde su dolor, hacia el dolor de los demás miembros de su familia, te lleva por un carrusel de emociones durante la lectura que es difícil describir con palabras.
Todo en «Tienes que mirar» (Impedimenta, 2021) es difícil de describir. La mejor forma de saber a qué nos estamos refiriendo es recomendarlo, anotarlo en nuestra lista de imprescindibles del 2021 y deciros que, ya ahora, podemos estar seguros de que lo recordaremos como uno de esos libros que nos marcó hasta el tuétano. Starobinets es capaz aquí de llegar hasta nuestras entrañas y hurgar en ellas, provocándonos emociones que muy pocos textos son capaces de provocar, alguna incluso no sabíamos que podía provocarse desde la lectura. Lo hace porque es capaz de jugar con las ambivalencias que nos definen como humanos, escribiendo sobre el miedo desde el amor, recordándonos que somos seres complejos en un mundo difícil y en un tiempo dónde, desgraciadamente, la ternura está empezando a ceder incluso en las situaciones dónde más imprescindible resulta.
Estamos ante un libro, entonces, tan humano como tú y como yo, lo que lo hace merecedor de un lugar especial en la estantería de nuestro corazón. Ese dónde solo unos pocos llegan y que, cuando entran, lo hacen para quedarse durante el resto de nuestras vidas. Así de especial es.
Conmovedor, a ratos espantoso y profundamente íntimo. Una maravilla que espero ayude a otras personas a superar situaciones parecidas.