Años atrás Leslie festejaba, eufórica, un premio de la lotería junto a su hijo. Ahora pasea demacrada, aterida de frío, aferrada a una maleta rosa, y buscando en un papel arrugado y decolorado un teléfono, un salvavidas, que le saque de ese mar de alcohol y resaca donde parece llevar sumergida años.
A partir de ese momento se inicial un desesperado camino de regreso, a las personas que abandonó, y a los lugares de los que huyó. Primera parada, su hijo. No hay preguntas, no hay reproches, solo miradas esquivas. La aloja en su piso compartido, la quiere cuidar y proteger, pero sabemos que no va a salir bien.
«To Leslie» exhibe un sólido guión de Ryan Binaco, y en una buena realización de Michael Morris
La obligada vuelta a su pueblo se convertirá en un descenso a sus infiernos, un retorno al pasado, donde la única esperanza de vida y redención surgirá en un viejo y polvoriento motel de carretera, regentado por dos personajes que parecen salidos de aquel fascinante “Bagdad Café” de Percy Adlon.
Cabe destacar la interpretación, visceral y emocional, de Andrea Riseborough, que nos hace recordar a una excepcional Gena Rowlands perdida bajo la influencia. El director, Michael Morris, sabe que el peso de la historia debe de recaer en los hombros de Andrea y pega la cámara a su rostro, en silencio, para que caminemos junto a Leslie, con esas horteras camperas de media caña, y sintamos correr por nuestra mejilla las lágrimas que brotan de sus enormes ojos mientras se acurruca en el suelo de una destartalada Ice Cream Shop. Destacar también la presencia de Marc Maron, premiado hace unos años en Gijón, que otorga calidez y humanidad a su relación con Leslie.
Un descenso a los infiernos
En definitiva, una película sobre el alcoholismo, la pérdida y la redención, apoyada en la extraordinaria Andrea Riseborough, en un sólido guión de Ryan Binaco, y en una buena realización de Michael Morris.
