‘Todo va a estar bien’ (Netflix, 2021) es una serie maravillosa porque consigue lo que otras muchas solo intentan: retratar de forma crítica las pretendidas bases sociales tradicionales que a todos nos deberían mover y que, en realidad, ya ni sirven ni funcionan. La primera y principal base que aquí se derruye, ya a las primeras de cambio, es el matrimonio (y, en especial, el religioso). Nos quedamos con una frase del primer capítulo: “el matrimonio, al intentar institucionalizar al amor, lo mató”.
Julia (interpretada por Lucía Uribe) y Ruy (Flavio Medina) son un matrimonio fracasado. Casados y separados aunque no divorciados, buscan convivir todavía bajo el mismo techo por el bien de su hija en común, Andrea (Isabella Vázquez). La misión no es fácil porque, en este punto de arranque de la serie, ambos difícilmente podrían ser más distintos. Julia es una profesional de la publicidad, feminista, comprometida y decidida a triunfar. Ruy es un profesional del espectáculo que vive anclado en un modelo pasado y que muestra actitudes “mejorables” en su trato con los demás. Dos polos opuestos bajo el mismo techo, con un pasado y un presente en común. La tensión está servida.
Pero si esta tensión pudiera parecernos que es la base de la serie, aún siendo un recurso potente, ni es el único ni es el más importante.
‘Todo va a estar bien’ es una serie que muestra una virtud inusual: la de hacer de lo complejo algo aparentemente sencillo
Como un vendaval emerge y nos sorprende su hija, Andrea, quien, con apenas nueve años, muestra un desparpajo y una gracia que es capaz de robarle el protagonismo a sus padres, incluso en plena discusión, con solo una frase o una mirada. Y es que la joven Isabella Vázquez es ya una joven actriz con varias apariciones en películas y, especialmente, en telenovelas; unas tablas que se ven aquí bien reflejadas.
Otro protagonista, esta vez colectivo, es la sociedad mexicana que con tan buen pulso introduce a pequeños sorbos el creador y director de la serie, Diego Luna. La crítica social se cuela aquí en pequeños detalles que, en forma de píldora, apuntan finos y afilados dardos en la dirección de una policía corrupta, de una clase política autorreplicante e inepta, de una sociedad cansada y resignada, del cinismo religioso de quién predica pero no cumple, o de la necesidad de unas nuevas bases sociales fundamentadas más en el diálogo y el acuerdo que en las convenciones…
Con una sorprendente Andrea ejerciendo, no pocas veces, de representante de los incipientes valores contemporáneos o de contrapunto a los tiempos actuales.
La serie afronta estos objetivos desde la originalidad de escenas y perspectivas, con un uso justo (y necesario) de los clichés y los lugares comunes, pero también sabiendo ser excéntrica, excesiva o provocadora cuando tiene que serlo. Es de esta forma como su realismo, su cotidianidad y su retrato alcanza una cota de verosimilitud, honestidad y sinceridad a las que muchas otras series aspiran, pero que solo unas pocas consiguen. En este sentido, debemos salientar nuevamente el trabajo creador y director de Diego Luna, acertado en el uso de la luz, los movimientos de cámara y los escenarios a la hora de traernos a nuestras pantallas éste su análisis sobre el estado de salud de la sociedad mexicana actual.
La serie merece una segunda temporada
‘Todo va a estar bien’ (Netflix, 2021) es una serie que muestra una virtud inusual: la de hacer de lo complejo algo aparentemente sencillo. De forma que un estudio sociológico tan completo como el que aquí se afronta llega hasta nosotros en la forma de una serie entrañable, inteligente y divertida.
La recomendamos entusiastamente y ojalá la renueven por una segunda temporada. Si bien la altura alcanzada aquí sabemos que va a ser difícil de repetir, nada se pierde por intentarlo.
