Nicholas (interpretado por Josh Thomas) está visitando a su padre en Estados Unidos, llegado desde Australia, cuando recibe una terrible noticia: su padre tiene un avanzado cáncer y su muerte está a la vuelta de la esquina. El problema es que las hijas de éste con su segundo matrimonio ya se habían quedado sin madre y ahora, a la vista de la situación, se quedarán también sin padre. ¿Quién las cuidará? El joven e irresponsable Nicholas asumirá este rol y será, a partir de ahora, la figura paterna para sus hermanastras Genevieve (Maeve Press) y Matilda (Kayla Cromer).
Este es el punto de partida de ‘Todo va a ir bien’ (Movistar +). Una dramedia suave y azucarada que estrenó Movistar + este año con sus dos temporadas disponibles: la primera llegó en junio y la segunda comenzó a emitirse durante el mes de agosto.
‘Todo va a ir bien’ es una de las mejores comedias nuevas en nuestras pantallas
Dos temporadas que, vistas individualmente, se perciben distintas. La primera es más inmadura, soñadora y excesiva. La segunda está más asentada, sólida y profunda. La primera está desequilibrada en su protagonismo, temas e hilos argumentales. Mientras que la segunda muestra una coherencia y continuidad más trabajada, además de un ritmo narrativo más lineal y menos brusco.
Comencemos por destacar los puntos comunes. Ambas temporadas comienzan asentándose en el protagonismo de Nicholas pero, inevitablemente, acaban redireccionándose hasta gravitar alrededor de Matilda. Y es que su autismo (sí, tanto Matilda como su actriz son personas diagnosticadas de TEA) aportan el punto de neuroticismo, humor espontáneo, creatividad y drama que la serie necesita para funcionar. Nicholas es, quizás, demasiado histriónico y excesivo como para conectar con el espectador. A tal punto esto es así que acaba siendo Genevieve quién aporta el realismo y la cotidianidad a las tramas.
La serie aprende, avanza y ella también muestra un manejo sólido del sentido del ritmo y del realismo
Los temas también son relevantes, con la enfermedad, la muerte y el sexo recibiendo un tratamiento que rara vez se encuentra en lo audiovisual. La suavidad, la ternura, la empatía… son las perspectivas desde las que se tratan los temas en, quizás, algunos de sus contextos más sensibles o aparentemente difíciles: ¿cómo afrontan la orfandad dos adolescentes que se acaban de quedar sin padre?, ¿cómo se adapta alguien irresponsable como Nicholas a esta situación?, ¿cómo afronta una adolescente autista el emerger de la sexualidad y de la atracción por los demás, con qué problemas se puede encontrar, y en su vida profesional con qué dificultades se topa a la hora de labrarse un futuro?
La serie trata estos temas también en su segunda temporada, pero la suavidad, cohesión y equilibrio con que lo hace es ya lo esperable en una serie madura, una dramedia que se mueve cómoda en el fino alambre de la vida. Porque tampoco nosotros estamos filosofando o rompiéndonos los cuernos sobre el sentido de la nuestra, ni nos agarramos al absurdo para escapar de nuestra cotidianidad aburrida. La serie aprende, avanza y ella también muestra un manejo sólido del sentido del ritmo y del realismo que percibimos sin dificultad ya desde el primer momento.
De esta forma, superada la flojera de los primeros y desequilibrados episodios de la primera temporada, ‘Todo va a ir bien’ (Movistar +) avanza a velocidad de crucero hacia la madurez narrativa hasta regalarnos, en esta segunda temporada, una serie más sólida, una comedia más inteligente y, sobre todo, unos personajes más complejos y memorables, dignos de convertir a ‘Todo va a ir bien’ (Movistar +) en una de las mejores comedias nuevas en nuestras pantallas.