Esta pareja está al servicio del sistema, que considera que los habitantes de la Tierra existen con un solo propósito: conseguir la mayor cantidad de acólitos posible, ya sea a través de los programas de televisión que se transmiten directamente a través de sus ojos, o mediante las modificaciones corporales, que pueden convertir a cualquiera virtualmente en un superhéroe… no hay nada que no pueda conseguirse a través de la realidad virtual.
Esta pareja tiene un trabajo pendiente en la ciudad, que es aplastar un último encargo y reducirlo a pequeños pedazos de carne cibernética antes de que puedan escapar al último santuario libre de tecnología en el planeta: Tokio.
Desde el inicio de la aventura, se irradia rabia y violencia a través de las páginas como si fuera una bomba que escupe sangre y vísceras, a la par que balas y metralla, pero a la vez con una delicadeza extraña. Pero, si bien cualquier artista medio habría destrozado el impacto de la historia con este planteamiento a priori tan plano, según vamos profundizando en el cómic veremos cómo la trama se va tornando profunda y emocional. Vamos, que si a primera vista “Tokyo Ghost” puede parecer otro mero espectáculo violento, nos vamos dando cuenta que va de algo mucho más profundo que eso.
¿Por qué? Porque el mundo reflejado en este tomo de 136 páginas en tapa blanda a todo color tiene lugar una clara metáfora de nuestra adicción a los medios de comunicación, y a los excesos y bombardeos multimedia a los que estamos expuestos en los últimos tiempos. Como ya hemos comentado, cualquier cosa puede obtenerse en un tristrás a través de la realidad virtual. Uno de los ejemplos más claros de esta tendencia es uno de mis momentos favoritos del cómic:
Debbie entra en una especie de pub privado sito en un circuito en el que se celebra una especie de “Carrera mortal” (ojo a la perfecta recreación de los vehículos, cuyos modelos resultan reconocibles), y en él le pregunta al “puerta” qué desea tomar, a lo que él responde: “¿Tienes autoestima?”. Ella le entrega un fármaco (seis gramos) y la de ja entrar. Muchos pensaréis: “¿Divertido? ¿Por qué?”. ¡Pues por la ruptura del arquetipo y por lo que deja entrever! No es sólo una ocasión para reírse pensando en un tipo fuerte y enorme como una torre con problemas de autoestima, sino que la situación supone una declaración sobre la sociedad en su conjunto, una sociedad que entiende que es posible que todo el mundo sea adicto al consumo tecnológico.
¡Pero es que no nos quedamos ahí! El hecho de que el guionista sea Rick Remender nos asegura siempre un guión de calidad, y en el caso de “Tokyo Ghost: El jardín atómico” podríamos estar meses sacando las capas y capas de temas ocultos dentro de este trabajo, a saber: la tecnología contra la naturaleza, la lucha del hombre contra la automatización, el conflicto de intereses humanos, la eterna lucha de la independencia contra la conformidad, la transición de los dictadores hacia la locura, la lucha de clases, la falsa realidad, la lucha del hombre contra la máquina… ¿Lo veis? ¡Hay capas y capas dentro de este trabajo, y esta lista sólo supone un arañazo en la superficie de lo que se oculta entre el guión y las viñetas! Auguro que el guión de esta serie será carne de tesis doctoral en un futuro próximo porque, amigos lectores… Da que pensar. Remender ha creado un mundo ya maduro para su estudio y disección que merece ser leído.
En lo tocante al dibujo, poco podemos añadir al trabajo de Sean Murphy, y simplemente me remito a las imágenes llenas de detalles que nos ofrece en cada viñeta. Si sois seguidores de su obra en títulos como “Punk Rock Jesus” y habéis seguido su reciente paso por DC, entonces sabéis el tipo de brillante narrador visual que tenemos en las manos. En “Tokyo Ghost” veremos a Murphy utilizar un estilo tremendamente cinético y muy detallado que eleva cada página a otro nivel. Una bendición para este trabajo, ya que con una trama tan cargada unos efectos visuales mal elegidos i, directamente, mal realizados, podrían haber malogrado este trabajo. Sin embargo, esta saga llega a otro nivel con Murphy al timón visual.
¡Ah! Y no nos olvidemos del mimo a la hora de representar detallada y meticulosamente la ciudad de Los Ángeles, y de no quedarse atrás cuando toca reflejar la belleza natural de Tokio.
Otro detalle más: según va cambiando el desarrollo de la historia, también cambian los colores del paisaje, dirigidos por el buen gusto a la hora de crear ambientación del colorista, Matt Hollingsworth, que va marcando el estado de ánimo que se va fijando con el ritmo de la trama. Un trabajo notable que os ayudará a sumergiros en esta frenética trama de tecnología y violencia con un rico trasfondo y mensajes ocultos.
En fin: que tenemos acción intensa, clara, interesante, comprensible, fluida y con mensaje. ¿Qué más podemos pedir?
Así que sólo me queda decir que “Tokyo Ghost: el jardín atómico” es la primera parte de una obra maestra de la que tanto crítica especializada como los propios aficionados hablarán durante años. Y, ojo, no apto para menores. No tanto por las escenas violentas y sexuales, sino porque se trata de una obra que sólo puede disfrutarse en su plenitud desde una cierta madurez.
“Tokyo Ghost”, una obra que merece estar en la estantería del buen aficionado al cómic.