Ateísmo

Michel Onfray (1959, Argentan), filósofo francés, es autor de una treintena de ensayos, en los que propugna la idea de un proyecto hedonista ético, alejado de los monoteísmos dominantes. Parte importante de esa propuesta es el libro que hoy nos ocupa, “Tratado de Ateología” (Anagrama, 2006), en el que, como es habitual en él, utiliza la sociología y la arqueología histórica, entre otras ciencias, para fundamentar sus posiciones.

La idea central de este libro filosófico imprescindible y totalmente accesible para cualquier lector, provocador e incisivo, es sobre todo una: Michel Onfray aboga por un laicismo poscristiano, por descristianizar la ética, demasiado impregnada de religión como para que resulte auténticamente útil para llevarnos hacia las Luces del conocimiento, la razón y la libertad de pensamiento, opuestas a la creencia en la magia y la superstición, personificadas en las religiones monoteístas.

Onfray nos da una visión de los tres monoteísmos dominantes (Judaísmo, Cristianismo e Islamismo) incisiva, descarnada, mordaz y llena de citas, que ejemplifican hasta qué punto estamos atrapados por estos dogmas, aún cuando no nos declaremos abiertamente creyentes en ellos. Las herencias históricas dominan nuestros sistemas políticos y la moral que desprenden los gobiernos, las religiones, desde un aparente segundo plano –en el mejor de los casos-, siguen en la sombra de nuestra existencia.

«Tratado de Ateología» plasma una de las máximas de Onfray: «prefiero una verdad que duele a una mentira que calma«.

Portada de Tratado de Ateología¿Qué hay de malo en las creencias religiosas monoteístas, por qué combatirlas para instaurar en su lugar un mundo dominado por la razón? ¿no es acaso feliz el creyente con un mundo hecho a su medida, acotado por reglas más o menos estrictas, junto a hermanos de su mismo perfil? Las religiones monoteístas tienden a negar la realidad tangible del mundo que las rodea para instaurar en su lugar la creencia en un paraíso que no podemos ver, ni tocar ni saborear, con un Dios que habla a través de los hombres que dominan y propagan los credos. Y por supuesto, para acceder a este supuesto paraíso, hay que obedecer a ciegas las reglas impuestas por cada una de estas religiones, y que apenas han cambiado desde su fundación, hace siglos.

Estas reglas impresas en La Biblia cristiana, la Tora judía y el Corán islámico son, a menudo, contradictorias entre sí, y son capaces de incitar y justificar, desde el más puro amor al prójimo, hasta los más abjectos genocidios de la historia humana. Onfray nos da en «Tratado de Ateología» abundantes muestras de ello, tanto antiguas como contemporáneas, resultado de una investigación tenaz que en más de una ocasión nos dejará con la boca abierta. Al mismo tiempo, desmonta la imagen que tenemos de los profetas de estas tres religiones, y por supuesto de algunos de sus apóstoles, con especial enfoque en Pablo de Tarso, auténtico arquitecto del cristianismo y de la visión moderna de Jesús de Nazaret, y en el mismísimo Mahoma.

Libro descriptivo y crítico

El recorrido descriptivo y crítico abarca desde la fundación de estos tres monoteísmos hasta los tiempos contemporáneos, y en cómo reaccionan ante el mundo en el que viven. Su oposición a la racionalidad, al materialismo, al cuerpo, a la inmanencia, y su gusto por la sumisión intelectual y corporal a los poderosos –sea Dios, sus representantes o los gobiernos acólitos-, la pasividad, el desprecio por las mujeres, su característica pulsión de muerte, y su odio a las características inmanentes de la vida en la Tierra, es analizada por Onfray de forma descarnada y tenaz, sin complacencia de ninguna clase.

De forma permenorizada, en «Tratado de Ateología», el filósofo francés entra al trapo en cada una de las tres religiones en las que enfoca su atención, poniendo de manifiesto sus similitudes, pero también sus diferencias. El lector descubrirá entre sus páginas textos llenos de datos históricos, y algunas interpretaciones, pero también de abundante ironía y mordacidad. Onfray no descalifica en ningún momento a los creyentes de estas tres religiones, sino que pone de manifiesto la crueldad y la intolerancia de quienes fabrican credos, reglas y con ellos arman a unos hombres contra otros.

Rechazo de lo transcendente a favor del materialismo

Precisamente este rechazo de lo transcendente (paraísos, deidades, sublimaciones, magias, supersticiones,…) a favor de lo material, de la realidad que podemos ver y tocar, de la razón, es lo que según Onfray nos llevará a la felicidad y a un mundo más justo. La vida terrrena, la única que tendremos si no nos dejamos llevar por delirios ajenos creados para sojuzgar, es la que auténticamente importa, y a ello deberíamos dedicar nuestros esfuerzos, y no someter todo nuestro ser físico e intelectual a un Dios que jamás hemos oído o visto directamente.

Y para el autor de este ensayo, la vía es única: el ateísmo, desechar los tres grandes monoteísmos. La trinidad “hombre, materia y razón” es la clave para la consecución de un mundo más justo, hay que desprenderse de invenciones que llevan siglos condicionando al ser humano y a las sociedades que crea, creando muerte y destrucción, generando odios y atavismos. Por supuesto, también han generado en algunas personas sentimientos nobles, actitudes impecables y crecimiento personal, pero a costa de interpretar en clave generosa textos sagrados que, con una lectura atenta, demuestran ser apologías de la violencia contra aquellos que no piensan según el canon exigido, alienantes y sofocantes.

Una solución vital

Onfray desmonta tres religiones en un libro de 256 páginas, y a la vez propone una solución vital, en un texto indispensable para cualquier ser crítico, que ha inflamado las iras de los estamentos religiosos precisamente por su modo directo de abordar el tema, lejos de tecnicismos, profundamente compatible con la idea de la difusión plena, con un objetivo social definido.

«Tratado de Ateología» es un texto honesto, franco y accesible, válido para desmontar mitos religiosos e históricos y plantar una duda razonable en cualquier creyente. Precisamente por ello es también un texto peligroso, inadecuado para todo aquel que desee vivir anclado a dogmas inamovibles. Pero si buscáis una apertura de miras, no sólo en el tema religioso sino en el humano en general, este resulta un texto imprescindible, lleno de virtudes pero también crítico consigo mismo.

Os dejo con una maravillosa cita que ilustra perfectamente el contenido de este libro:

“Prefiero una verdad que duele a una mentira que calma. Pero cada uno puede preferir el opio de la ilusión a la realidad. Yo le reprocho a la ilusión enemistarnos con la única certeza que tenemos: la vida es aquí, aquí y ahora. Las religiones nos invitan a vivir en la expiación, con el pretexto de que vivir como si uno estuviera muerto aquí nos abrirá la vida eterna una vez muertos. Yo consagro gran parte de mi tiempo -sobre todo cuando creo universidades populares abiertas a todos-, a ofrecer una alternativa filosófica a la propuesta religiosa. Creo que es necesario popularizar la filosofía para reconciliar al hombre consigo mismo, con su cuerpo, su vida, los otros y el mundo, sin que tenga que pasar por todas esas ficciones religiosas.”

Alejandro Serrano
Cofundador de Fantasymundo, director de las secciones de Libros y Ciencia. Lector incansable de ficción y ensayo, escribo con afán divulgador sobre temáticas relacionadas con el entretenimiento y la cultura cercanas a mis intereses.

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