Portada de "Tu sangre, mis huesos" de Kelly Andrew, ilustrada por Micaela Alcaino.
Portada de "Tu sangre, mis huesos" de Kelly Andrew, ilustrada por Micaela Alcaino. | Fuente: Fantasymundo.
Portada de "Tu sangre, mis huesos" de Kelly Andrew, ilustrada por Micaela Alcaino.
Portada de «Tu sangre, mis huesos» de Kelly Andrew, ilustrada por Micaela Alcaino. | Fuente: Fantasymundo.

Tu sangre, mis huesos es novela dedicada a los recuerdos a los que hay que decir adiós, a los que no ver jamás con los mismos ojos, a la podredumbre del silencio arrastrado a lo largo de los años, a las almas gemelas que solo están unidas en la infancia y a la resurrección a través de los secretos rotos. Muchas emociones para un libro que no llega a las cuatrocientas páginas.

La historia de Kelly Andrew publicada por Umbriel Editores cuenta con la traducción de David Tejera Expósito y el diseño de cubierta de Micaela Alcaino.

Cada uno hace frente a las cosas como buenamente puede y el plan de Wyatt Westlock para lidiar con la granja familiar y los recuerdos que la atan a ella es prenderle fuego.

¿Qué clase de recuerdos puedes encontrar en un lugar que solo quieres destruir? ¿Una foto vieja, un juguete al que te abrazabas al dormir, un antiguo pintalabios? Wyatt encuentra algo mucho más poderoso y terrible: a Peter. Aquel que fue su mejor amigo se encuentra  encadenado al sótano desde quién sabe cuánto tiempo.

Debido a los rituales secretos de la familia de Wyatt, Peter es un semiinmortal que ha muerto cientos de veces antes de volver a aquello que malamente se puede llamar vida. No podrá ser libre hasta que se deshaga de las cadenas que lo atan a la granja. ¿La única manera de hacerlo? Asesinando a Wyatt.

Wyatt, dividida entre la supervivencia y el horror, se ve obligada a aprender sobre la antigua magia de su padre. No obstante, solo podrá hacerlo con la ayuda de Peter. El mismo cuyo destino está ligado a los latidos del corazón de Wyatt.

Andrew retrata en Tu sangre, mis huesos una historia amarga, una fantasía oscura cuyo verdadero poder no se encuentra en hechizos de vida eterna ni salvaguardas encantadas. En su lugar, se haya en los silencios que engullen las emociones hasta no quedar más que náuseas. Se encuentra en aquellos recuerdos de la infancia que aportaban algo de luz hasta que los revives con una mirada adulta que ya no puede obviar la realidad. En recuperar la voluntad para volver a la vida. Incluso si no es la soñada ni la esperada.

Las ensoñaciones y esperanzas de una niña no pueden regir e inmovilizar los pasos del yo adulto. No es lo mismo recordar que anclarse.

Por un lado, tenemos a Wyatt: una chica que ha ido enmudeciendo con el paso de los años, con la soledad y el miedo. Todos esos gritos enmudecidos y dolores reprimidos la están pudriendo desde dentro, acortando su vida sin que ella sea plenamente consciente de ello.

Por otro, está Peter, antiguamente conocido como Petyr, un joven que ha revivido la infancia tantas veces como ha muerto, tantas que incluso su nombre y sus recuerdos se han perdido al no tener raíces donde anclarse. Petyr es una gran incógnita para sí mismo y se aferra a aquello que lo rodea con desesperación, con cobardía, con tristeza. Siempre incapaz de echar raíces, de ser libre. De ser feliz.

En medio de ese contraste de vidas, Andrew ubica multitud de secretos oscuros, monstruos hambrientos y demonios sedientos de sangre. Wyatt y Petyr solo ven posible sobrevivir si se ayudan mutuamente antes de la luna de sangre, ¿pero cómo hacerlo si para ello uno de los dos debe morir a manos del otro?

La única forma está en poner palabras a los silencios llenos de ruido. En limpiar la podredumbre con fuego. En recorrer el pasado con una nueva mirada, sin poder volver atrás ni dejarse engullir por la tristeza. La única manera de sobrellevar el proceso se encuentra en abrazar la esperanza y el crecimiento.

Andrew se encarga de cerrar cada trama emocional que ha tendido a lo largo de la historia, dejando al terminar una sensación de plenitud agridulce, triste y profunda.

Tu sangre, mis huesos es una novela para aquellos que le temen más a los monstruos interiores que a los que se esconden en las sombras de un bosque encantado. Para aquellos que sienten que han perdido el rumbo y no saben cómo lidiar con el recuerdo de quienes eran antes y quienes son ahora. Para aquellos que desean la libertad de decidir sobre sus vidas, desde los sueños a las pesadillas y todo lo que se encuentra en medio. Es, en resumen, una hermosa historia.

Carolina de León
Periodista, camarógrafa y escritora. Con muchas historias que ver, relatos que escribir y memorias que vivir.

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