Reseñar un título como éste, muy ceñido al estilo de su autor y a su género, resulta tan fácil como complicado. El mejor resumen de «Un poco de odio» podría ser que si te gusta la obra de Joe Abercrombie (Lancaster, 1974) no te va a defraudar, en absoluto. Pero, tanto si nunca te has acercado a sus trabajos anteriores como si no te llegaron a convencer, puedes darle una primera o nueva oportunidad. «Un poco de odio» es un nuevo comienzo en la historia del Círculo del Mundo que Abercrombie creó en la trilogía La primera ley, la primera entre de la trilogía La era de la locura. Se puede llegar a pensar en el libro como un reboot (usando términos cinematográficos) pero va más allá: es un resdiseño tanto del mundo de La primera ley como de parte del estilo narrativo del autor. Un valiente paso adelante, sin perder sus raíces, las bases que le hicieron un escritor de éxito.
El argumento.
Años después de los acontecimientos de «La primera ley», la era de la máquina está llegando al Círculo del Mundo, pero la era de la magia se niega a morir. Las chimeneas de la industria se elevan sobre Adua y el mundo bulle de nuevas oportunidades. Pero las viejas rencillas no se han olvidado. En las castigadas fronteras de Angland, Leo dan Brock lucha por conseguir la fama en el campo de batalla y derrotar a los ejércitos de Stour Ocaso. Para ello espera recibir ayuda de la corona, pero es mejor no contar con el hijo del rey Jezal, el irresponsable príncipe Orso. Savine dan Glokta (influyente inversora e hija del hombre más temido de la Unión) planea llegar a la cumbre del montón de escoria de la sociedad empleando los medios que sean precisos. Con lo que ella no cuenta es que ningún dinero podrá poner coto a la ira que va a estallar en los suburbios. Con ayuda de la montañera Isern-i-Phail, Ikke trata de controlar el don, o la maldición, del ojo largo. Ver el futuro es una cosa, pero cambiarlo, cuando el Primero de los Magos sigue manejando los hilos, es otra muy distinta.
«Un poco de odio» se mantiene estable en un complicado equilibrio. Respeta y comparte las bases de las novelas anteriores pero presenta un escenario nuevo, adaptado para nuevas incorporación de lectores. La presencia de personajes ya conocidos no es un obstáculo para los nuevos y supone un extra para los veteranos.
Queda claro, echando un vistazo al argumento, que estamos frente a una novela coral, en un vasto mundo envuelto en una transformación industrial y social, lleno de conflictos. Abercrombie apuesta por dejar atrás el mundo casi medieval de La primera ley para dar un salto de unos treinta años en el tiempo y presentarnos un Círculo del Mundo en plena revolución industrial. Ciudades llenas de trabajadores descontentos por la implantación de la maquinaria, un mundo con mayor presencia de los bancos y los poderes económicos (que llegan a influir sobre conflictos armados) y con una magia en declive. Ese es el mundo que presenta Abercrombie, con menos barro y batallas que antes pero con el mismo espíritu combativo.
«- Ácida – dijo enseñando los dientes -, pero tolerable. Igual que la vida, ¿eh, chicos? Igual que la vida.»
El plantel de personajes conforman un variado abanico de situaciones, personalidades y entornos que ayudan a comprender y dar forma al nuevo Círculo del Mundo. Los nuevos protagonistas de «Un poco de odio» son adultos jóvenes, en muchos casos con algún tipo de relación con personajes de la trilogía anterior. Una nueva generación para un mundo nuevo, una era nueva, «la era de la locura». Ese nuevo escenario requiere de nuevos tipos de personaje. Sigue habiendo tipos duros, aguerridos, malhablados y gruñones pero la modernidad genera personalidades abiertas de mente, encargadas de fructíferos negocios, negociaciones, alguna intriga palaciega y jóvenes egocéntricos ansiosos de poder. También encontramos, por supuesto, bárbaros norteños ansiosos de una buena batalla o custodias de una magia que está moribunda frente a la implacable modernidad.
Los personajes femeninos adquieren una nueva dimensión en esta «era de la locura». Abercrombie es consciente de que sus anteriores novelas se centraban en personajes masculinos y ha enmendado esa cuestión, tal y como él mismo comentaba en la entrevista que hemos publicado recientemente. Mantiene un equilibrio perfecto durante toda la novela y otorga una enorme variedad de roles distintos a las mujeres. Desde ávidas mujeres de negocios en un mundo en plena industrialización como Savine dan Glokta, custodias de los últimos coletazos de la magia como Rikke hasta espías en revueltas obreras, reinas, madres trabajadoras, hijas, guerreras norteñas, etc. Este hecho aporta realismo al conjunto y la necesaria variedad de puntos de vista frente a determinados conflictos.
«-¿Estás loca? – gruñó el hombretón.
Rikke suspiró. No era ni por asomo la primera vez que le hacían esa pregunta.
– Lo que unos llaman loco, otros lo llaman excepcional.»
Estamos hablando de Joe Abercrombie, autoproclamado Lord Girmdark, así que no faltan una buena cantidad de tipos duros, guerreros ansiosos de poder y gloria y territorios asediados. Los norteños atacan a la Unión con Stour Ocaso, El joven Lobo, como rutilante nueva estrella, casi un vestigio del mundo pasado, un residuo de los 30 años que han pasado y que deberá transformarse según cambia el nuevo escenario. Lo mismo sucede con Leo dan Brock, El joven León, temerario e incontrolable o el príncipe Orso, vividor ajeno a la realidad. Tres personajes que representan una vista atrás a esas tres décadas atrás pero que deben modernizarse para sobrevivir. La misma necesidad de Abercrombie de hacer avanzar el Círculo del Mundo se traslada a sus personajes y de ahí, al lector, observando como todo cambia, de una manera lógica e imparable.
El grimdark, la fantasía oscura, se suele relacionar con personajes en escala de grises, no siempre movidos por los mejores de los ideales, con batallas sangrientas, barro, cráneos machacados, crueldad y mala hostia. En «Un poco de odio», Abercrombie da un paso adelante, dejando atrás alguno de los fetiches del género pero sin perder el punto sucio de vista. Ya no hay tanto hueco para los mercenarios en un mundo que sufre una revolución industrial, están todos buscando trabajo en fábricas de ciudades masificadas y pobres. De ahí surgen nuevos conflictos como revueltas obreras, lucha de clases y posturas frente a la inmigración. Abercrombie, en ese sentido, introduce elementos que reflejan situaciones de nuestro mundo actual (las crisis económicas, las desigualdades, el desmesurado poder bancario e incluso el brexit y la inmigración). Las batallas que se leen en «Un poco de odio» no son tan masivas ni excesivas como en La primera ley o «Los héroes» pero ahí entra en juego la idea de que es el primer volumen de una trilogía. Lo mejor y sangriento está, seguro, por venir.
En definitiva:
Es un libro amplio, dinámico gracias a la multitud de puntos de vista y personajes, aunque sufre de alguna bajada de ritmo puntual. El estilo de Abercrombie se mantiene intacto pero actualizado: algo recargado en algunas ocasiones pero narra con pulso fuerte y tensión, a pesar de las más de 600 páginas, excelentemente editado en España por Alianza en su sello Lee Runas y con una brillante traducción de Manu Viciano. Hay ciertos capítulos muy recomendables, como alguna revuelta narrada desde diferentes puntos de vista según van sucediendo los hechos. El final deja las espadas en todo lo alto, a la espera de la nueva entrega, «The trouble with peace», que llegará, esperemos, en algún momento de finales de 2020 o inicio de 2021 (en septiembre de 2020 en su versión original).
«Un poco de odio» se mantiene estable en un complicado equilibrio. Respeta y comparte las bases de las novelas anteriores pero presenta un escenario nuevo, adaptado para nuevas incorporación de lectores. La presencia de personajes ya conocidos no es un obstáculo para nuevos lectores y supone un extra para los veteranos. Hay algunos elementos de La primera ley que han quedado en un segundo plano como algunos personajes rudos o alguna batalla más pero los nuevos elementos rellenan bien ese hueco. Las revueltas de trabajadores de los Rompedores, alguna intriga palaciega muy bien llevada y las múltiples sombras en forma de amenazas veladas llenan de interés el libro, teniendo siempre en mente que es el primer volumen de una trilogía que, obviamente, debería (y va) a ir a más. Es un buen punto de inicio para nuevos lectores y un excelente reencuentro para los veteranos. Una empresa nada sencilla y de la que Abercrombie sale airoso.