Lo que os voy a contar a través de este diario es surrealista. Sé que si algún día llegáis a leerlo me tomaréis por un loco o simplemente pensaréis que se trata de unas breves líneas de ficción escritas por un adolescente con trastorno de personalidad… Maldito jardín…
Sea de la forma que sea, quiero recoger y dejar plasmado en este diario (que he hecho con unas cuantas hojas y con pequeñas ramitas) mis aventuras.
Me he despertado desconcertado, con una presión enorme en la cabeza, pero no me he dado ningún golpe, o al menos no lo recuerdo. De vez en cuando se me nubla la vista y me da vueltas todo. He tenido que pararme en más de una ocasión en mitad de este inmenso jardín…sí, un jardín enorme. No sé cómo ni porqué pero he despertado aquí. Os parecerá una estupidez pero cada vez que escucho ruidos de entre los matorrales, lo primero que se me viene a la cabeza es la película de Predator.
Querido diario, creo que he encogido, o eso o todo a mi alrededor se ha agrandado
Estoy bastante cansado y cabizbajo. Hace poco que se ha puesto el sol y ahora, escondido en el interior de una lata de refresco, me dispongo a contaros mis aventuras del día de hoy.
Lo primero que hice fue buscar por mis alrededores algo con lo que defenderme. En un principio solo encontré piedrecitas y guijarros pero más tarde fui capaz de fabricar mi propia hacha con piedras, pequeñas ramitas y una cuerda hecha con fibras vegetales.
Mis sospechas se han confirmado. Cuando me disponía a descansar y comer antes de seguir mi camino, escuché un fuerte ruido a mis espaldas. Rápidamente cogí mi hacha y me puse en guardia. Mi sorpresa vino cuando de entre la maleza vi asomar una enorme cabeza negra a la que acompañaba un cuerpo redondo rojo con puntos negros… ¡Sí!, ¡es justo lo que pensáis! ¡Una mariquita enorme! Fácilmente podría tener el tamaño de un buey.
He de confesar que en un principio pasé bastante miedo. Que sí, que ya lo sé, que es un animal inofensivo pero claro, visto su tamaño en comparación al mío me cagué (y no solo de forma literal). Como si yo no estuviese ahí, pasó alrededor de la piedra donde estaba subido y se perdió de nuevo entre los arbustos.
No sé qué está pasando exactamente, solo sé que por algún motivo mi tamaño ha menguado hasta niveles dramáticos.
En fin, después de comer (de una barrita enorme de chocolate que encontré tirada) seguí mi camino, siempre con el sol a mi derecha y como referencia un enorme árbol del que salía lo que aparentemente parecía humo.
Cuando el día se estaba acabando, llegué hasta donde me encuentro ahora: una lata enorme de refresco, es surrealista… La escalé con la esperanza de que hubiera restos de refresco en su interior, tenía muchísima sed, pero para mi suerte, sí que quedaba un fondito.
Estoy cansado, me he llevado todo el día andando sin rumbo, perdido de la mano de Dios. No sé ni la hora que es… Voy a dormir y mañana seguiré mi camino. Creo que aquí estaré seguro, aun así procuraré hacer el menor ruido posible.
¡Este jardín es surrealista!
He conocido a alguien como yo. Otra persona que misteriosamente ha empequeñecido. Le encontré sobre el medio día, después de llegar al estanque del jardín. Allí estaba, pescando sobre un trébol, vestido entero de verde y con una caña de pescar hecha con el tallo de un junco.
Por lo visto lleva mucho más tiempo que yo en este enorme jardín, tanto que se ha fabricado su propio hogar junto al estanque. Briznas de hierbas, piedras, barro, tallos de hierbajos, cuerdas, etc… Con todo lo que ha ido encontrando se ha fabricado una casa enorme.
Hemos estado hablando y me ha explicado que alguien, guiado por extraños experimentos, es el causante de nuestra pequeñez, así que hemos llegado a un trato: el me da cobijo en su casa y yo le ayudo a investigar unos supuestos laboratorios que ha ido descubriendo por todo el jardín.
¡Tengo nuevas armas! Ahora llevo un arco que dispara flechas hechas con pinchos de rosas y una porra hecha con una cabeza de hormiga roja. Para poner en marcha mis nuevas armas hemos salido de caza. Willow, mi nuevo amigo, me ha llevado a una zona embarrada donde había un escarabajo pelotero enorme…
«de ahí podremos sacar dos buenas armaduras y carne para alimentarnos unos días»
Reconozco que al principio sentí un poco de miedo pero no tardé en entender que debía hacerlo sí o sí… Tengo que sobrevivir y adaptarme al medio. Parece que mi estancia aquí irá para largo.
¡Ah! Por cierto, antes de irme a dormir quería contaros que Willow, con restos de materiales científicos que ha ido encontrando, ha fabricado una cámara de fotos, así que he ido añadiendo algunas fotitos de mis aventuras al diario.
¡Valiente odisea hemos vivido!
Estoy escribiendo desde las ramas de un viejo arce, en una pequeña arboleda que hay en el jardín.
Hace días que salimos de casa para dirigirnos al norte del jardín. Allí, Willow en una de sus salidas encontró uno de esos laboratorios en la copa de un árbol. ¿El problema? que hay arañas… muchas arañas.
Nada más entrar en la arboleda noté el frío del ambiente. De entre las copas de sus árboles, apenas se filtraban los rayos del sol y la oscuridad se hacía patente a cada paso. Por suerte, una vez más, Willow tenía la solución: Una linterna hecha a base de restos de luciérnagas y componentes electrónicos. Anduvimos hasta la parte baja del árbol que debíamos trepar pero para nuestra sorpresa:
Topamos con un nido de arañas que, para nuestra suerte, estaban dormidas. Rápidamente apagamos las linternas y con mucho cuidado comenzamos a trepar hasta la cima del árbol.
Una vez arriba hemos podido acceder al laboratorio. Estaba chamuscado, como si hubiese salido ardiendo. Pudimos investigar lo suficiente para darnos cuenta de que alguien había estado hace poco en esas instalaciones, por lo tanto, tiene que haber más humanos diminutos pululando por este enorme jardín.
No hemos sacado en claro mucho, lo que sí hemos descubierto, es que alguien trata de destruir todos los laboratorios del jardín para que nunca salga la verdad a la luz.
Al llegar a casa nos llevamos una sorpresa
En el camino a casa tuvimos la mala fortuna de que comenzara a llover… El fango nos cubrió hasta la cintura. Nos arrastramos como pudimos hasta llegar a una piedra la cual nos dio la oportunidad de salir del lodazal.
Con lo que había por allí, pudimos hacernos una pequeña tienda de campaña para cobijarnos de la lluvia. Todo iba bien hasta que una enorme chinche se encaprichó de nosotros. Como pudimos sacamos nuestras armas y nos batimos en duelo con el insecto hasta darle muerte…
Nos hemos llevado el cuerpo hasta la casa para darnos un suculento festín por la noche. Cuando llegamos, nos dimos un baño en el estanque y, como estábamos exhaustos, nos fuimos a descansar un rato.
Al cabo de unas horas, un graznido nos despertó:
¡Un maldito cuervo se ha posado en el estanque junto a la casa! Estoy seguro de que está rondándonos para llevarse a la chinche o para comernos a nosotros.
«¡Toma Pete, aquí tienes!»
Willow, una vez más, tenía la solución: unas lanzas que había fabricado días antes.
El combate para ahuyentar al cuervo se encrudeció bastante. Al parecer, una araña nos había estado siguiendo y ahora estaba también frente a nosotros. Todos son problemas…
Como pudimos, escapamos hasta meternos en el interior de un paquete de cereales. La araña y el cuervo lucharon durante un rato. No sé de dónde ni como pero un centenar de arañas salieron para ayudar a la otra. Pudimos asomarnos con cautela desde el borde de la caja de cereales. Las arañas habían inmovilizado al pájaro con sus telarañas y estaban arrastrándolo hasta su guarida. También se estaban llevando nuestra chinche… Para nuestra sorpresa, la guarida de las arañas estaba justo debajo de la casa, pegada a un viejo tronco.
Bueno, Willow y yo hemos llegado a una conclusión: vamos a marcharnos de allí. Tenemos que seguir con nuestras investigaciones en el jardín pero en un lugar más seguro… si es que hay algún lugar seguro.
Por ahora dejaré de lado el diario para centrarme en salir de este infierno, pero no descarto volver a sus páginas en algún momento.