Cierro ‘Una biblia para niños’ (Alianza de novelas, 2021) sin saber muy bien por dónde enfrentarme a su reseña. Me pasa con pocas novelas, pero es que ésta me ha dejado especialmente desconcertado. De hecho, si lees algo sobre ella antes de empezar y luego la acabas, te quedas muy tocado si, como me ha pasado a mí, no ves nada de aquello que otros dicen haber visto sino algo totalmente diferente. Empecemos, no obstante, por el principio, ¿cuál es su argumento?
La novela se narra en primera persona a partir del personaje de Eve, una joven vitalmente descontenta con el mundo que le rodea y, especialmente, con sus padres y su generación. Ese choque se produce virulentamente cuando, durante un verano, ellos y otras familias deciden ir de vacaciones a una casa cerca de un lago. Aquel es un espacio demasiado cerrado para una convivencia intergeneracional que se percibe compleja, conflictiva e, incluso, hostil en algunos momentos. La tensión es muy evidente y palpable.
‘Una biblia para niños’ es un texto intelectualmente muy estimulante y retador, pero con problemas de estilo
De repente, un fuerte temporal cambia las cosas. Los jóvenes ya hacían una vida relativamente separada de sus padres, pero después de esto las cosas llegan a ser tan insostenibles que se alejan y se separan en dos grupos. Nosotros nos quedamos con los jóvenes. Eve y los demás han huido hasta encontrar una casa en la que se quedan y en la que deben enfrentarse a una relativa autonomía. Las mismas situaciones complicadas que sus progenitores, pero vividas desde una época vital y una perspectiva existencial totalmente distinta, con la intención evidente de aumentar el contraste entre unos y otros.
Esta divergencia se materializa cuando ambos grupos se vuelven a encontrar. Los hijos y los padres se reúnen y de su encuentro y sus diálogos saldrán muchas de las múltiples lecturas que esta novela ha suscitado desde el mismo momento de su publicación.
Precisamente por esta capacidad para impactar a quién la lee y la sigue hasta el final, ‘Una biblia para los niños’ ha sido elegida por los principales críticos literarios estadounidenses como una de las mejores novelas de 2020. Que ahora llega traducida a España, por Carmen Francí Ventosa, y publicada gracias a Alianza de Novelas, para que la comunidad lectora española pueda seguir participando en el debate.
¿Se trata de una novela que denuncia el cambio climático, sus consecuencias, y la responsabilidad de una generación adulta insolidaria para con las generaciones futuras?
¿Es una novela que denuncia a la sociedad acomodada y postmaterialista como desconectada de las necesidades básicas y, por tanto, incapaz de enfrentarse a los viejos y fundamentales retos de la supervivencia?
¿Denuncia tanto a padres como a hijos en cuanto, acomodados unos y cruelmente distantes los otros, son ya ambos incapaces de enfrentarse a retos y problemas reales?
¿Hay en esta novela algún tipo de esperanza oculta en algún sitio hacia el futuro o es, como también podría parecerlo, un relato pesimista destinado a prepararnos sobre los problemas que vendrán de no saber enfrentarnos ya a un futuro incierto?
Lydia Millet (USA, Boston, 1968) ha construido una metáfora con muchas lecturas posibles, en la que cada lector puede encontrar muchos elementos, todos ellos coherentes, desde los que sostener numerosas y muy distintas lecturas alrededor de este libro. Que esto sea así, ¿convierte la novela en un relato maravilloso o en un texto incierto?, ¿es una joya de orfebrería perfectamente equilibrada o una chapuza indefinida sin un discurso claro? El debate está servido.
Una novela que nos obliga a pensar, a posicionarnos y tomar partido
Pero, el mero hecho de que exista este debate hace de este libro algo muy relevante. Lo consigue porque hace de esta una novela que, en cuanto obra de arte, cumple uno de sus objetivos canónicos fundamentales: provocarnos una reacción intelectual, obligarnos a pensar, a posicionarnos y a tomar partido.
Para mí, personalmente, la novela me parece un texto intelectualmente muy estimulante y retador, pero con problemas de estilo. Sí creo que desea crear un claro debate y contraste intergeneracional, pero pienso que no consigue hacerlo con la profundidad que la provocadora historia deja entrever que pretendía alcanzar. En mi opinión, la voz narradora tiene un tono y un volumen inadecuados, raramente pensé (leyéndola desde su primera persona) que perteneciese a alguien de una generación joven. Y desde que no entro en el mensaje de “su generación”, tampoco entro en el juego de contrastes que la novela propone.
Dos cánones manidos pero utilizados con talento
Sí debemos reconocerle, no obstante, el mérito de desarrollar con talentoso equilibrio una historia a partir de dos cánones tan manidos como los de la literatura apocalíptica y la novela de aprendizaje. Sobre ambos pilares levanta una historia interesante, atrayente por momentos, y que es capaz de causar en nosotros una honda impresión a pesar de sus problemas. Y es por esto que ‘Una biblia para niños’ (Alianza de novelas, 2021) perdurará en nuestra memoria más allá de premios, reconocimientos o críticas.
Estamos ante una de las novelas más intelectualmente interesantes del año, esto es innegable.