El sello juvenil de Ediciones Urano, Puck, publicó en noviembre la novela debut de Mackenzi Lee, Una creación monstruosa. Una historia inspirada en el clásico Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley, pero Mackenzi Lee la ambienta en una Europa steampunk, donde conviven hombres y mujeres con partes mecánicas en su cuerpo.
La pérdida de un hermano y su resurrección
Nos encontramos en Ginebra, en 1818, en una sociedad en la que se han conseguido utilizar engranajes y mecanismos para sustituir aquellas partes del cuerpo humano que han perdido o que les impide vivir en el día a día. Sin embargo, la población se encuentra dividida entre los que lo aceptan y los que consideran que ya no son seres humanos.
Quienes se encargan del cuidado de estos milagrosos engranajes son los Aprendices de Sombras y Alasdair Finch es uno de ellos, igual que su padre. Ambos construyen brazos, piernas y cualquier parte mecánica que alguien necesite, en la trastienda de la juguetería que regentan, ocultos de la policía. Pero Alasdair tiene un secreto. A menudo se marcha sin decir nada a sus padres a un castillo a las afueras de la ciudad para visitar a su hermano Oliver. Dos años atrás, Alasdair devolvió a la vida a Oliver y desde entonces éste se encuentra confinado en el castillo.
La persecución a los Aprendices de Sombras se intensifica con la publicación anónima de Frankenstein y el padre de Alasdair acaba siendo detenido. Alasdair encuentra una manera de escapar de la policía cuando conoce a una misteriosa chica que le propone reunirse con el experto en mecánica Dr. Geisler, dejando atrás a Oliver y a Ginebra.
Mary Shelley, un personaje más de Una creación monstruosa
Mackenzie Lee se ha inspirado en la novela de Mary Shelley para recrearla en las vidas de Alasdair y Oliver Finch, dos hermanos muy diferentes entre sí. Oliver el alocado, el que no duda en meterse en problemas si la situación lo requiere, el lector de poesía; y Alasdair, que leer una sola línea le marea, no se separa de su hermano y tiene el sueño de estudiar en la prestigiosa Universidad de Ingolstadt. La relación entre ambos es el motor de Una creación monstruosa. Alasdair resucitó a Oliver porque la culpa de su muerte y el miedo a una vida sin él le atormentaban y acabó convirtiendo a su hermano en un ser que ya no era él mismo.
Es muy curiosa la manera en la que se ha introducido la publicación de Frankenstein y de la misma Mary Shelley. Alasdair y Oliver conocieron a Mary y se hicieron amigos hasta el punto de que la misma Mary ayuda a Alasdair a desenterrar a Oliver para su resucitación. De ahí le vino la inspiración para crear su propia novela como una manera de desahogarse de todo lo sucedido. Mary Shelley es el punto con el que menos he congeniado de la novela. Hace poco leí una biografía suya y ésa no era Mary, sé que es ficción y la autora tiene la libertad de cambiarlo, pero he sentido como si no fuera ella, sus acciones no me han convencido nada. Es una lástima porque era lo que más me atraía de la historia.
¿Siguen siendo seres humanos a pesar de sus mecanismos?
Aunque no es presentado por parte de la editorial como tal, para mí Una creación monstruosa podría ser bien un retelling de la novela clásica. Tiene todos los elementos para serlo: una nueva visión donde la revolución industrial ha ido a más y conviven humanos con aquellos que utilizan partes mecánicas para sobrevivir. Además, tiene ese punto diferente, introduciendo la propia novela y su autora.
Si te apasiona Frankenstein o el moderno Prometeo y, además, sigues el género steampunk, Una creación monstruosa te gustará. Puedes empezar por leer su primeras páginas.