Hemos tenido que esperar casi 15 años, pero, por fin, todos los fans de Utawarerumono podemos disfrutar de la secuela de Mask of Deception y conocer por fin el final de esta gran guerra. Desde este mes de septiembre, podemos disfrutar de Utawarerumono: Mask of Truth.
Utawarerumono: Mask of Truth es una secuela directa de Mask of Deception, tanto, que el juego comienza en uno de los últimos compases de la precuela y prácticamente todo el argumento de desarrolla en base a lo visto en dicho título, por lo que es indispensable haber jugado a la primera parte para disfrutar de Mask of Truth.
Como decíamos, Mask of Truth, comienza justo después del final de Mask of Deception, por lo que los protagonistas han huido de Yamato hacia Enmakamuy, para crear un ejército capaz de enfrentarse a sus enemigos. Durante todo el juego nos sentiremos amenazados por el poder de nuestros enemigos y, además, la mayor parte de la trama se centra precisamente en desarrollar los conflictos bélicos que se iniciaron en la entrega previa. Esto ha dado lugar a que ciertos elementos cómicos o de desarrollo de personajes hayan quedado en un segundo plano en favor del desarrollo bélico, pero, aun así, tendremos tiempo de conocer a nuevos protagonistas y crear lazos de amistad entre ellos. Además, a diferencia de la primera parte en la que el juego necesitaba casi 10 horas para coger ritmo de verdad, aquí la trama empieza con fuerza y ritmo desde el inicio, siendo muchísimo más interesante y épico que su precuela.
El grupo de personajes protagonistas no está exento de clichés y, aunque no daremos detalles sobre ellos para no desvelar sorpresas, sí que hay que destacar el hecho de que en ciertos momentos nos sentiremos muy identificados con sus vivencias, opiniones y experiencias, algo que cada vez ocurre menos en los títulos del género.
Como comentábamos al inicio del análisis Utawarerumono: Mask of Truth es, principalmente, una novela visual, pero, pese a ello, el título cuenta con un sistema de combates por turnos que bebe directamente de juegos como Fire Emblem o Disgaea —salvando las distancias— y, pese a sus limitaciones, disfrutaremos de combates bastante entretenidos. La mecánica de los combates es sencilla pero efectiva y, se basa, como decimos, en un sistema de mapeado con cuadriculas y turnos de ataque y defensa. Además, el sistema de combos y ritmos del primer título se ha mantenido intacto, por lo que a la hora de atacar tendremos que pulsar una serie de botones en el momento concreto para maximizar el daño o la defensa en cada combate. También se ha mantenido la barra de Burst que, una vez completa, nos permite realizar ataques especiales muy potentes. El ritmo de los combates también ha mejorado, siendo ahora más rápidos e intensos, por lo que no parece que estemos ante un trámite que hay que completar para seguir avanzando en la historia.
Uno de los principales defectos que encontrábamos en la primera entrega es que, pese a contar con dos niveles de dificultad, ambos se quedaban muy por debajo de los estándares mínimos del juego, convirtiendo todos los combates en un auténtico paseo. Ahora, el nivel Difícil sí es un reto interesante, lo que lo convierte en la opción perfecta para aquellos jugadores que buscan combinar las partes de visual novel con los desafíos del SRPG.
A nivel técnico hay que destacar el gran trabajo realizado con el diseño de los personajes durante las escenas de dialogo. Todos los personajes han sido diseñados con mimo y cariño y eso queda patente tanto en su personalidad como en su forma de vestir, gesticular o hablar. Si hace unos meses comentábamos el gran trabajo realizado en este sentido, ahora no nos queda más que repetir nuestras palabras. Sin embargo, los modelos 3D que veremos durante las batallas siguen sin estar a la altura de la potencia de una PlayStation 4. Las texturas y los movimientos de los personajes no destacan en ningún momento, llegando en ocasiones a verse demasiado planas, incluso para la media de calidad gráfica del título. Además, los momentos en los que vemos moverse a los personajes de forma robótica dejan patente que no se ha buscado mejorar lo visto hace unos meses en Mask of Deception.
A nivel sonoro, lo primero que hay que destacar es que el juego ha llegado con voces en japonés y textos en inglés, por lo que los jugadores que no posean un nivel de comprensión alto, tendrán serios problemas para seguir la historia. En este caso es más que entendible la no traducción al castellano y es que traducir cientos de líneas de diálogo para el escaso número de jugadores que, en principio, pueden estar interesados en el título, no es en absoluto rentable.
En lo que respecta a la banda sonora, el juego cuenta con una gran variedad de temas ambientales que se adaptan con acierto a las situaciones que estén viviendo los protagonistas en cada momento, por lo que en este punto la desarrolladora ha cumplido sin problemas.
Conclusión
Utawarerumono: Mask of Truth es el final perfecto que todos los fans estaban esperando. La historia consigue cerrar todos los cabos sueltos de la primera entrega y unir con acierto a los personajes de ambos títulos con relaciones que se desarrollan de forma orgánica y creíble. Las mejoras aplicadas en su vertiente de SRPG y el aumento de la dificultad solucionan muchos de los problemas de Mask of Deception para dar como resultado un juego mucho más sólido en términos generales. Su principal punto flaco es, sin duda, sus textos en inglés que dejan fuera de la ecuación a cualquier jugador que no domine el idioma con soltura.
