Si recordáis el tomo anterior, Templeton lograba un rescate relámpago de aquel que fue su mentor, Damian Lake y la más alta cabeza de Arc-7 caía por ello, a cambio de su ayuda Damian apunta la pistola de Velvet a su siguiente objetivo, la Casa Blanca. De nuevo a Velvet no le va a quedar más remedio que confiar en uno de sus antiguos amigos, el agente de la C.I.A., Maximillion Dark, un claro homenaje al Harry el Sucio de Clint Eastwood. De nuevo paisajes fotorealistas y una poderosa Templeton poniendo en su sitio a un rudo agente, y hasta dándole recomendaciones para con su lujuria. Brubaker pone el turbo en este número y además de disfrutar del reencuentro con Max, disfrutamos de una operación de infiltración en tiempo record, y es que Velvet es igual de letal con las artes marciales y las pistolas que con gafas y falda de tubo, un pobre ricachón no ve venir la soga de terciopelo con la que Velvet la ahogará para llegar a su objetivo.
Brubaker se permite el lujo de gracias a unas pocas viñetas seleccionadas mostrarnos la vida de Velvet cuando solo era una niña preocupada de jugar a la Rayuela y de paso Epting nos deja sin aliento en una dura secuencia de pelea callejera que nos demuestra que Templeton tiene poco de niña indefensa ya. Por supuesto este cómic no sería el que es sin la insistente presencia de Colt, el agente X-33, la sombra de Velvet que de nuevo intenta montar el puzzle que su odiada e-compañera intenta mostrarle y que empieza a sospechar que algo huele a podrido dentro de Arc-7 y es que parece que ni los muertos son tales cuando se trata de esta agencia, a la que parece haberle salido un parásito, una agencia topo, una agencia dentro de la agencia, de nuevo Brubaker ha logrado firmar con su toque personal uno de los giros clásicos de las obras de espías, la traición dentro de una organización y las supuestas justificaciones que para ello hay.
Para saltar a otra página de detalles circulares donde cada detalle es vital para la trama. Los espías de Brubaker son unos adelantados a su época así que aunque no hay bolígrafos láser o chicles explosivos sí hay trajes de vuelo y hologramas, de nuevo para la pobre Velvet parece que el viejo de Damian se sabe más trucos que ella. Epting firma para mí las mejores páginas de esta serie en una adrenalitica persecución por las carreteras de la capital americana con Velvet y su traje planeador también implicadas, en serio pura velocidad y espectacularidad casi parece que los coches se vayan a salir de
El número 15 debió de ser un sock para los lectores cuando salió, sólo a Brubaker se le ocurre empezar el número con la autopsia de Velvet, pero recordad que aquí nada es lo que parece, bueno salvo la paliza que parece que recibió Colt a manos de Templeton o la espectacular persecución que retrata Epting, en la que no esconde su gusto por las referencias, no le falta detalle al Camaro SS implicado en esta secuencia. Este es el número de los giros y contragiros argumentales donde creemos que los personajes van a o han hecho una cosa y luego es otra.
Los autores cierran la trama a la perfección, todo queda atado y resuelto, puede parecer que las aventuras de Velvet Templenton han llegado a su fin pero admitámoslo, lo mejor que sabe hacer nuestra chica es meterse en líos, así que seguro que volveremos a oír de ella, vivir en una isla paradisiaca tomando cócteles en bikini no es vida para la asesina de terciopelo.