Más que un libro de viajes, uno de vagabundeos sabios y de reflexiones surgidas de pasos y miradas.
Estuve en una ocasión en Venecia. De aquella tarde soleada guardo solo unos vagos recuerdos en la memoria y un puñado de fotos en un álbum. Nunca he regresado.
O debería decir que nunca he regresado físicamente, pues sí que he vuelto a través de la literatura.
Con novelas de capa y espada, como El puente de los Asesinos, de Pérez-Reverte, o Soportal de los malos pensamientos, de Juan Antonio de Blas.
También policiacas, como El talento de Mr Ripley y El juego del escondite, de Patricia Highsmith, o la serie del comisario Brunetti, de Donna Leon.
Y con cómics como los de Corto Maltés y Morgan, de Hugo Pratt, o el Diario de Italia, de David B.
Sin olvidar tampoco ensayos como El palazzo inacabado, de Judith Mackrell.
La traducción del neerlandés ha corrido a cargo de Isabel-Clara Lorda Vidal.
«Una ciudad con más de mil años de existencia es una forma tangible de eternidad. Esta es la razón, creo yo, por la que la mayoría de la gente deambula por aquí perdida entre todas esas capas de tiempo pretérito que, en esta ciudad, forman a la vez parte del presente. El anacronismo es en Venecia la esencia misma de las cosas»
Nooteboom ha visitado regularmente Venecia desde su primer descubrimiento de la ciudad, en un viaje de juventud a principios de los años sesenta del siglo pasado. Más de medio siglo de visitas regulares a la ciudad de los canales, alojándose en distintos lugares, dan para mucho.
Es de ese conocimiento, extendido en el tiempo, y de la querencia profunda por la ciudad de donde surge este libro. Un libro donde el autor nos ofrece guía y conversación, el mejor compañero para conocer la geografía física y humana veneciana.
A pie o en vaparetto, recorremos calles, plazas y canales. Visitamos iglesias, jardines y museos. Nos cruzamos con los habitantes actuales de la ciudad y con los fantasmas de creadores ilustres que la habitaron antes. Pintores, escritores, compositores y artistas como Montaigne, Mann, Rilke, Monteverdi, Proust, Wagner, Ruskin, Brodsky, Stravinsky, Diaghilev, Pound…
«Los ruidos de Venecia no se parecen a los de otras ciudades, porque la ausencia de tráfico es también un sonido, un sonido en forma de silencio en el que penetran otros ruidos, como los que oigo ahora.»
Con su prosa precisa, su saber erudito y su cadencia envolvente, el autor nos hace partícipes de su conocimiento de Venecia y de su sentimiento de cariño hacia ella.
Anécdotas, observaciones, lecturas… componen un mosaico que se ajusta bien a la propia naturaleza laberíntica de la ciudad líquida construida sobre islas.
Más que ante un libro de viajes, estamos ante un delicioso libro de vagabundeos sabios y errabundos. De reflexiones surgidas de pasos y miradas.
El de Nooteboom no es, sin embargo, un amor ciego. No cierra los ojos a los problemas que aquejan a Venecia: la saturación del turismo, la carestía de la vivienda, el deterioro de muchas zonas…
«Lo que sorprende es la gran cantidad de signos que la gente ha dejado tras de sí: escudos de armas desgastados, representaciones de animales y oficios, imágenes cuyo significado ya no se entiende. Esta ciudad es un almacén de pasado, todo el mundo ha dejado algún rastro o ha grabado algo en una pared negándose a desaparecer sin más.»
La guinda al texto de Nooteboom la ponen una treintena larga de fotografiás a color, la mayoría a doble página, de la fotógrafa Simone Sassen, quien ya colaborara con él en otras obras.
Me ha gustado mucho esta lectura, quizá porque comparto la tendencia a la mirada contemplativa que busca encontrar detalles escondidos en lugares donde se superpone el tiempo. Con la actitud del que deambula sin propósito definido, pero con ilusión por el descubrimiento.
Encuadernado en rústica, la cubierta del libro muestra una poderosa fotografía de un altorrelieve en piedra con la figura, cómo no, de un león. Es obra también de Simone Sassen.
El diseño gráfico ha corrido a cargo de Gloria Gauger.
Cees Nooteboom (La Haya, 1933) es uno de los mayores y más originales escritores holandeses contemporáneos: traductor de poesía española, catalana, francesa, alemana y de teatro americano; autor de novelas, poesía, ensayos y libros de viaje.
Su obra, en constante reflexión sobre el europeísmo y el nacionalismo, ha sido traducida a más de veinte idiomas.
Ha obtenido, entre otros reconocimientos, los sigueintes premios: el Europeo Aristeon de Literatura (1993). El Bordewijk (1981). El Pegasus de Literatura (1982). El Grinzane Cavour de Narrativa (1994). El Europeo de Poesía (2008). El de Literatura Neerlandesa (2009). Y el mayor premio que se concede en la literatura de viajes, el Chatwin (2010). También el prestigioso Internacional Mondello (2017) y el Formentor de las Letras 2020. Y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (2003).
En Francia ha sido nombrado Caballero de la Legión de Honor y es Doctor Honoris Causa por la Freie Universität de Berlín.
Vive en constante nomadismo entre Holanda, España y Alemania.