Viuda Negra

Siendo como es ‘Viuda negra’ (Marvel Studios, 2021) la primera pieza cinematográfica de la cuarta fase del universo Marvel, pocos podían pensar que empezase de peor manera. Con una película aburrida, por momentos soporífera, sin una trama argumental mínimamente coherente y cuyo objetivo general: el de lanzar al personaje interpretado por Florence Pugh hacia el futuro (Yelena Belova, la hermana de Natasha), se hubiese cumplido ya únicamente con la escena post-créditos. Una escena, por cierto, perfectamente encajable en otros productos audiovisuales del estudio.

Entonces, ¿qué sentido tiene esta película? Pues estamos ante un puro fan service, si bien pésimamente ejecutado. Marvel dice intentar escarbar en el pasado de la Natasha Romanoff pero lo que obtenemos, en verdad, es un alegato feminista liberal disfrazado de un aburridísimo drama familiar. Con la diferencia de que lo dramático es incomprensiblemente sustituido aquí por una serie de chascarrillos con gracia irregular que ni tienen sentido, dada precisamente la historia dramática de fondo, ni en su mayoría resultan tampoco simpáticos. Con la guinda, además, de que el personaje de Natasha sirve aquí más de palanca a otros personajes que después tendrá nuevo impulso, que a tener el merecido peso propio que la película, en principio, debería dedicarle.

¿Estaría exagerando si creo que esta película es una falta de respeto al personaje de la Viuda Negra y un cierre totalmente descafeinado a su contribución al Universo Marvel? El debate está servido.

Por suerte, Florence Pugh y su parte de esta historia sí está a la altura y es, de todos los personajes, el único que se salva de un naufragio casi total (siendo malo, también creo que es el único personaje que desde el principio se quiso cuidar). Los padres de Natasha y Yelena, interpretados por David Harbour y Rachel Weisz, son un esquizofrénico retrato de no se sabe bien qué pues, salvo en la primera y última escenas, en ningún otro momento conservan su rol familiar. El antagonista de todos ellos, Dreykov (Ray Winstone), es un malo prototípico mil veces visto, duro en sus formas pero increíblemente estúpido (en su trama hay, por cierto, más agujeros de guion que en un queso Gruyère). Y así podíamos seguir.

Para compensar este desaguisado, «Viuda negra» nos ofrece feminismo liberal y explosiones a gogó. La primera línea argumental está perennemente presente, si bien las hermanas Natasha y Yelena le aportan principal visibilidad. ¿Y por qué decimos lo de “liberal”? Dos ejemplos pueden ilustrarlo bien. El primero es un diálogo entre Yelena y una de las mujeres esclavizadas mentalmente por Dreykov, cuando la primera le dice a la segunda: “ahora ya puedes tomar tus propias decisiones”. El segundo ejemplo, lo protagonizan Natasha y su contratista militar privado particular, Rick Mason (O.T. Fagbenle), dúo de escasa aparición con una especie de atracción fallida entre ambos y que sí nos deja algunos diálogos curiosos; de entre ellos sacamos una frase para la memoria cuando él le dice a ella: “esto es lo que te puedo conseguir cuando me das tiempo y dinero” (el dinero que no falte).

Una imagen de la mujer burguesa, blanca, urbana, occidental totalmente alejada de la realidad cotidiana

El feminismo liberal está en ese retrato individualista e individualizado dónde la mujer, únicamente provista de (mucho) dinero y su propia capacidad, pareciera que sin otros obstáculos ante sí, es ya capaz de conseguir cualquier cosa. Una imagen de la mujer burguesa, blanca, urbana, occidental totalmente alejada de la realidad cotidiana y que, por lo menos a alguna de las espectadoras que se sentaba cerca de mí en la sala, le ponía los pelos de punta (como me los pone también a mí, dicho sea de paso).

De las explosiones en «Viuda negra» poco podemos contar que no se haya escrito ya. Si bien aquí parecen sostener la película más de lo deseable. De hecho, ellas son las que dan un ritmo algo acelerado a un filme que, si no fuese por ellas, resultaría increíblemente aburrida.

Nadie lo explica mejor que un chaval que, caminando detrás mía al salir de la proyección, le decía a un amigo: “me ha dejado un poco frío”. Les puedo asegurar que, aunque en Galicia se está fresquito y teníamos aire acondicionado, esa era la sensación general de una sala que, salvo alguna tímida carcajada ocasional, salió de allí con el gesto torcido.

La cuarta fase del Universo Cinematográfico Marvel comienza con una de las películas más flojas de la saga. Crucemos los dedos porque el mal no se extienda.

Nota: 4/10

Fco. Martínez Hidalgo
Filólogo, politólogo y proyecto de psicólogo. Crítico literario. Lector empedernido. Mourinhista de la vida.

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