Volviendo al terrenal Londres, nos encontramos con la redimida Donna Troy y su recién amiga Violet, una especie de Iris de Taxi Driver con un toque punk londinense que se ha visto envuelta en el viaje de absolución de la homúnculo amazona.
Sin embargo, las chicas así tienen detrás proxenetas que suelen darle palizas mortales. Literalmente. Algo ante lo que Donna reacciona tomándose la justicia con su mano hasta que Wonder Woman aparece para detenerla, portadora de una compasión superlativa que cuesta entender. En realidad, así deberían reaccionar los superhéroes.
Pero la persecución de Egeo no había acabado. La flecha deicida se clava en el corazón de Donna, que se petrifica como si la Gorgona la hubiese mirado, volviendo al barro del que emergió.
Todo esto desembarca en el 46 USA con una batalla dialéctica profusa en complejidades y paradojas: Si la nueva Diosa de la guerra Diana prefiere no desatar ninguna batalla y aspira a la paz, debe ser la Diosa de la paz quien tome el camino contrario, mostrándose como una antagonista cruel. Todo debe volver al orden. Sin guerra no hay paz. Todo eso tratará de demostrar Irene en una especie de viaje por la guerra.
Es una disputa en la que quizá nos perdamos, ya que la aparición del bebé del Olimpo Zeke parece un tanto aleatoria, así como el ya claro final de este arco argumental en el que todo cambia para permanecer igual, asumiendo el status quo necesario de cualquier historia superheroica. Quizás nos quedamos con bastantes cabos sueltos (el destino de Donna Troy, la necesidad de Violet en la historia, el robo a Hefesto, la muerte de las Moiras…) que no sabemos si serán resueltos o si sólo han conformado un artificio para la historia que luego ha sido olvidado.
El siguiente número, el 47 USA, supone un punto de inflexión (y de descanso, tanto para los lectores como para los autores) entre un arco y otro. Una historia autoconclusiva donde Cheetah pretende robar el Ojo de Antíope, la joya que da la inmortalidad a las amazonas de Isla Paraíso, sin saber que ningún poder tiene fuera de la isla. Un ejercicio un tanto interesante sobre todo por la resolución que se le da y por el dibujo de Miguel Mendonça, de un trazo un tanto más suave realzado por con unos colores brillantes con cierto toque pictórico aunque sin renunciar al digital. Eso sí, se echa de menos el hilo conductor entre arcos, apenas esbozado en un par de frases, que tan acostumbrado nos tenía Meredith Finch con sus clifhanger y tramas paralelas, que aquí ha sido sustituidos por la consecución de los tres escenarios típicos de Wonder Woman: si antes habíamos presenciado una trama el Olimpo, ahora lo hacemos en Themyscira y posteriormente pasamos en el 48 USA a un nuevo arco que se relaciona más con la Liga de la Justicia.
El guión de Meredith Finch (en este tomo, ella es la acreditada como guionista, dejando a su marido el apartado gráfico), aunque ya haya hablado de él, es bastante consistente. Se puede apreciar la esencia de los conflictos entre dioses tan comunes de la mitología grecorromana y de toda la literatura posterior que ha jugado con tan divinos personajes. Tratar a seres todopoderosos, inamovibles e inmortales con conflictos propios de seres fugaces y cambiantes (la muerte de Ares o de las Moiras, el cambio de actitud de la Diosa de la paz, la aparición de descendientes de sangre divina…) es un tema complejo y del que ha sabido salir airosa.
Es cierto que se ha dejado ciertos elementos en el camino, aquellos que han servido de armazón para la historia y el misterio pero que luego no han sido cruciales en un final un tanto extraño y simplista. El golpe de efecto de descubrir quién está detrás de los sucesos no implica el fin de la trama ni el olvido de todas aquellas subtramas que parecían tan relevantes en un principio (Violet, las Moiras, Hefesto, Donna Troy…). Ha faltado la guinda, aunque el pastel tenga muy buenos ingredientes.
El dibujo realista de David Finch se prodiga en estos números, tornándose dinámico y rotundo. Incluso las expresiones y emociones están bien resueltas y características de cada personaje, algo no tan fácil en un cómic repleto de rostros de chicas prototípicas. Incluso en la última historia tiene tino en construir los extras y secundarios con tipologías anatómicas diversas (apreciemos la papada de uno de los militares que acompañan a la doctora Veneno), lo cual no es tan común en el cómic superheroico actual.
¿Seguirá Diana ostentando el título de Diosa de la guerra? ¿Qué planes tendrá la Doctora Veneno? ¿Qué pasará con Egeo, Zeke y los otros implicados en la confrontación con la Diosa de la paz? Lo veremos en el siguente número de Wonder Woman.